Gonzalo Caballero o la ambición de entrar en San Caetano como ganador

Gonzalo Caballero y Pedro Sánchez. / Mundiario
Gonzalo Caballero y Pedro Sánchez. / Mundiario

Lo que da alas a las pretensiones de Caballero es la sucesión de victorias, inédita en Galicia, obtenidas por los socialistas gallegos en el reciente ciclo electoral. Pero lo que funcionó fue el efecto Sánchez.

Gonzalo Caballero o la ambición de entrar en San Caetano como ganador

Gonzalo Caballero se deja ver frecuentemente junto a Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño. En esto marca una clara diferencia respecto de algunos de sus predecesores en la secretaría general del Pesedegá. La última vez, con motivo de la "Escola de Verán" del partido. Pero ya antes había procurado su respaldo público, cuando accedió al liderazgo del partido y en el acto en que fue proclamado candidato a la presidencia de la Xunta. Parece sentirse cómodo al lado de ambos. Este tipo de gestos, según el círculo de confianza de Caballero, responde a su deseo de poner en valor la presencia de dirigentes socialistas al máximo nivel de la administración autonómica, una actitud que contrasta con la de quienes parecían avergonzarse, o simplemente pretendían distanciarse, de esas anteriores experiencias de gestión que, eso sí, se cerraron con sendas e inapelables derrotas electorales.  

Y es que, aunque mucha gente parezca haberlo olvidarlo, el PSOE ha tenido dos presidentes en Galicia. Fernando González Laxe lo fue entre 1987 y 1989, al prosperar "el barreirazo", una moción de censura -con tránsfuga incluido- en la que le apoyaron dos fuerzas políticas galleguistas/nacionalistas moderadas. Aquel breve tripartito fue desalojado de San Caetano por el ciclón Fraga, quien a su vez perdió la Xunta, tras cuatro mandatos consecutivos, en  las elecciones de 2005, al quedarse a un solo escaño de la mayoría que lograron sumar PSOE y Benegá. Touriño y Quintana conformaron un bigobierno muy inestable, en base a un matrimonio político de conveniencia mal avenido, que no logró el refrendo de las urnas que, en 2009, abrirían la era Feijoo.

Seguramente por haber escarmentado en cabeza ajena y aprendido de los errores de esas dos etapas, Gonzalo Caballero no quiere presidir un bipartito, ni un tripartito (menos un cuatripartito). Aspira a ganar las próximas elecciones autonómicas. Y no se conforma con que los socialistas sean la fuerza más votada; quiere obtener al menos un diputado más que el PP, porque así podría "hacer un Sánchez". Cree posible presidir un gobierno monocolor, que se sostendría en base a la teoría de la geometría variable, pactando según qué asuntos con el resto de la izquierda o, por qué no, con Ciudadanos, si esta vez los de Rivera acceden a O Hórreo. Gobernando en solitario, además de no tener que soportar la presión y la vigilancia de sus socios, capitalizaría todos y cada uno de los grandes o pequeños logros de su mandato.

Lo que da alas a las pretensiones de Gonzalo Caballero es la sucesión de victorias, inédita en Galicia, obtenidas por los socialistas gallegos en el reciente ciclo electoral. Claro que Don Gonzalo no puede atribuirse personalmente tales éxitos. Él no fue candidato ni en las generales, ni en las europeas, ni en las municipales y lo que funcionó fue el efecto Sánchez, el tirón de un presidente del gobierno, en situación parlamentariamente precaria, pero en estado de gracia. Como sanchista que es, al líder del Pesedegá le adornan, entre otras virtudes, un espíritu ganador y un tesón a prueba de bomba. Nunca se da por vencido y siempre acaba por salirse con la suya. Tiene al alcance de la mano finiquitar la hegemonía conservadora en Galicia. Sin embargo, no le basta no ser la cabeza visible de una alianza progresista mayoritaria, pero de perdedores. Quiere entrar en San Caetano por la puerta grande, por sus propios méritos, con la legitimidad que otorga ser el candidato preferido de los gallegos, o sea, ganando unas elecciones, algo que, por cierto, no lograron ni Laxe ni Touriño, ni antes ni después de ser presidentes. @mundiario

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