Los gallegos, sobre todo los más jóvenes, se van

Consello de la Xunta de Galicia. / Mundiario
Consello de la Xunta de Galicia. / Mundiario
Los problemas en la sanidad y en la educación se suman a las empresas que se van de Galicia, fruto de la gestión de Feijóo al frente de la Xunta.
Los gallegos, sobre todo los más jóvenes, se van

Feijóo, el dormilón, es ahora mago: todo lo que toca lo hace desaparecer. Llega a tal punto su capacidad de disolución que transformó Galicia en otro Triángulo de las Bermudas. Lo mismo desaparecen médicos que enfermeros, quirófanos, centros de atención primaria, especialidades e incluso plantas enteras de hospitales. Todo se subastada entre empresas privadas.

¿Qué hace con las escuelas del rural? Disiparlas. En la última función evaporó otras veinte de una sola atacada.

Es capaz de disolver cientos de empresas y hacerlas aparecer en Portugal. Para eso usa el truco de ignorar el tejido  productivo y pasar de los empresarios como si le cayeran mal.

Suma y sigue: con solo mirarlas, brigadas enteras de antiincendios pasan a la quinta dimensión. No es broma.

Los medios para la Universidad pública o los recursos para el desarrollo cultural del pueblo gallego los volvió tan pequeñitos como Pulgarcito. Le bastó un puñado de firmas a la luz de la luna llena. ¿Para qué queremos universidad si no hay trabajo? ¿Para qué la cultura si tenemos sus cuentos? Su placer por lo mágico lo hace digno personaje del Necronomicón. 

Y cuando intenta lo contrario, crear algo, es aún peor. ¿Se acuerdan del gran encargo de barcos de la petrolera Pemex prometido en las últimas elecciones? Pues el truco le salió mal. O bien. Los barcos también se esfumaron. Eso sí, aparecieron miles de votos para el pequeño Padawan. Para lo suyo quizá no sea tan malo. En el PP son expertos en hacer desaparecer barcos en beneficio propio. No olvidemos cómo el Ministro de Defensa Morenés retrasó el contrato de las fragatas F-110 para adaptarlas a los misiles de una empresa que presidió él mismo. Dos años abandonaron a Ferrol y su comarca pudiendo darles trabajo durante una década. Hizo falta un cambio de Gobierno para  deshacer el maleficio: el pedido de las fragatas apareció de golpe con solo quitar al PP de en medio. Hoy significan trabajo y riqueza para miles de gallegos. Hasta ese momento, Feijóo sabía y callaba. Tomemos nota. 

Y ya puestos, Don Alberto, el mago dormilón, entre siesta y siesta hace desaparecer hasta los mismos gallegos. Su intención es que aparezcamos en el libro rojo de especies en peligro de extinción. Gracias a su truco de dejarnos sin trabajo, a la cola de las economías españolas, los gallegos, sobre todo los más jóvenes, se van. No hay esperanza porque no hay proyecto de Galicia. Por suerte no los mete en su chistera, pero casi es peor, los echa fuera de nuestra tierra. Hay que buscarse la vida y como nuestros abuelos, ahora les toca sufrir la emigración a nuestro hijos. El dolor de la diáspora es insoportable. Pero como no se ve es como si no existiera. Y los que no se quedan penden de un hilo. El trabajo basura es hijo del capitalismo salvaje, pero sobrino bastardo del PP. Trabajar ya no es sinónimo de seguridad, sino de precariedad y explotación.

¿Quién se atreve en estas condiciones a tener hijos? Reproducirse es un lujo en Galicia y ya casi nadie lo hace. Otro conjuro de Don Alberto para hacernos desaparecer. Una sociedad que muere más que nace es una sociedad decadente y pobre a la postre. Pero las lágrimas de los que se van y el silencio de los que no nacen pillan durmiendo a Feijóo otra vez más. Cansa mucho eso de hacer abracadabras acariciando el gato negro. Quizá algún día, sin darse cuenta, sea capaz de hacer desaparecer toda Galicia sin dejar rastro. Entonces las aguas del Atlántico anegarán los valles, montes y aldeas. Adiós vistas dos meus ollos, non sei cando nos veremos. Y digo yo que bien podría Don Alberto, el prestidigitador, convocar elecciones y desaparecer él mismo. Sería su mejor hechizo. Quedaríamos todos encantados. @mundiario

Comentarios