¿Por qué Galicia no tiene una gran ciudad como otras autonomías incluso menos pobladas?

Edificio en A Coruña. / Mundiario
Edificio en A Coruña. / Mundiario

No hay ningún país rico sin una gran ciudad. La política autonómica de Galicia no quiso afrontar este debate y el modelo de hacer política rural y clientelar no ha funcionado. Sin modelo económico y al menos una gran ciudad no habrá una Galicia rica.

¿Por qué Galicia no tiene una gran ciudad como otras autonomías incluso menos pobladas?

También aquí cabe aquello de “The economy, stupid” (“es la economía, estúpido”), el mensaje ganador de la campaña que en 1992 llevó a Bill Clinton a la presidencia de Estados Unidos, dejando a George H. W. Bush (padre) en la cuneta. Porque la clase política gallega se empeña en marear la perdiz con la demografía como arma arrojadiza sin reparar en que todo pasa por la economía; reduciéndolo más, por una política industrial.

En Galicia se han encendido las alarmas de la demografía –tras cuatro décadas de saldos vegetativos negativos y una caída sostenida de nueve años en su cifra de nacimientos– pero a menudo se confunde el problema demográfico con el del envejecimiento y la falta de oportunidades para los jóvenes. Otras, se distrae la atención con la conciliación, que es un problema social importante pero distinto. En realidad se mezclan tantos conceptos que Galicia corre el riesgo de tener incluso una ley de impulso demográfico, pero poca gente joven con buenos trabajos y ganas de tener hijos.

¿Qué debates no quiere afrontar Galicia? El primero, el de su falta de política económica. El segundo, el de sus ciudades. ¿Por qué son importantes esos debates y no se dan? Son importantes porque son la base de desarrollo de todos los países avanzados y ricos. Y en Galicia no se dan esos debates por un problema político: no se quiere asumir que sin al menos una gran ciudad no es posible que exista un gran país. ¿Por qué Galicia no tiene una gran ciudad como otras autonomías incluso menos pobladas, caso de Euskadi con Bilbao o de Aragón con Zaragoza? Es un tema tabú, del que no se habla en alto, desde que el Parlamento decidió instalar en Santiago, en 1982, dos de las sedes de las tres instituciones básicas de la comunidad autónoma. Tras esa medida, ni Santiago creció –Ourense es la tercera ciudad de Galicia– ni A Coruña ni Vigo despegaron. ¿Por qué? Porque la política autonómica –la más importante en Galicia desde el punto de vista presupuestario– se hizo en clave rural –vilega en el mejor de los casos– y clientelar, rara vez en clave urbana. Y eso, con el tiempo, se paga. Muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras ante el problema demográfico –evidente–, deberían repasar qué políticas hicieron y, sobre todo, cuáles no hicieron.

Tampoco es políticamente correcto decir otra cosa: los desarrollos de Vigo y de A Coruña –los dos motores de Galicia– no se produjeron en la democracia, lo cual da que pensar. Hay una imagen que puede parecer una anécdota pero que muestra hasta qué punto esto es cierto. Ni A Coruña ni Vigo –menos aún Ourense, la tercera ciudad gallega– tienen un gran aeropuerto ni autopistas urbanas de cuatro y cinco carriles, propias de áreas metropolitanas como Los Angeles. Pero Santiago, con menos de 100.000 habitantes, sí tiene esas infraestructuras. Por no hablar de la falta de suelo industrial en Vigo y A Coruña, mientras se ven a monte polígonos de no se sabe qué en concellos rurales de toda Galicia.

Por haber hecho esa política, Galicia está ahora como está, sin gente joven y sin trabajo industrial de calidad. Curiosamente, tiene una industria contaminante que convierte Galicia, con el 5% del PIB de España, en responsable del 15% de las emisiones a la atmósfera. Ni la democracia ni la autonomía han corregido el rol tercermundista de la industria en un país tan rico en energía como Galicia, que tiene poca industria pero en cambio contamina más que si la tuviera. De entrada, multiplica por tres el porcentaje que le correspondería en función de su PIB. @J_L_Gomez

En Galicia ni se apuesta por Vigo ni por A Coruña

¿Está el debate entre A Coruña y Vigo porque son ciudades rivales? No, el debate está en la nada. En Galicia ni se apuesta por Vigo ni por A Coruña, que son más grandes porque ya lo eran debido a su histórica posición portuaria –estratégica– y a sus propios activos humanos y financieros. Hoy la economía –basta mirar a Los Angeles– está impulsada por la digitalización, la sostenibilidad, el comercio internacional, la industria del entretenimiento, la aeronáutica, la moda y el turismo. Deberíamos saberlo.

Por otra parte, todo lo que pasa en Galicia con la contaminación  tiene nombres propios: Endesa, Naturgy, Alcoa, Repsol, Finsa, Ence y Ferroatlántica, empresas todas ellas protegidas por la Administración y los intereses de una clase política impropia de un país moderno, como Suecia o Dinamarca, por poner un par de ejemplos de países industrializados –sostenibles– sin contaminación. Es interesante que la Universidad gallega estudie este tipo de asuntos pero también que no los disfrace a cambio de limosnas. @mundiario

––––––––– PROTAGONISTAS –––––––––

> Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta.- Su marketing político personal es probablemente el mejor de los líderes españoles. Se vaya o se quede, parece haber llegado la hora de que ponga a ese mismo nivel el márketing político de Galicia, y su economía. Si lo hace ya no habrá crisis demográfica.

> Gonzalo Caballero, líder del PSdeG - PSOE.- Es la alternativa a Feijóo en Galicia. Los gallegos deberían saber cuál es su modelo económico, con mayúsculas, lejos de andar picoteando en mil cosas y resolviendo tonterías internas de su partido, que a veces parece una guardería infantil.

> Francisco Conde, conselleiro de Economía.- Su vocación de bombero, detrás de un montón de fuegos industriales, le ha especializado en saber quejarse –los malos son ahora del Gobierno de Madrid–, pero no en elaborar una política industrial para Galicia, centrada en Vigo, A Coruña y Ourense.

> Carmen Pomar, conselleira de Educación.- De las tres universidades están saliendo ideas que la Xunta de Galicia transforma en políticas. Los rectores de Santiago, A Coruña y Vigo tienen pocos recursos pero una Universidad que se precie debe ser independiente y rechazar las dádivas.

Comentarios