Galicia en la primera vuelta al mundo 500 años después

Barcos.
Barcos.
El autor rinde homenaje a los marineros gallegos que se embarcaron en la expedición de Magallanes/Elcano con este texto histórico.
Galicia en la primera vuelta al mundo 500 años después

A inicios del siglo XVI, Portugal, con asentamientos y fuertes en la costa de África, monopolizaba el comercio de especias (canela, clavo, jengibre y nuez moscada) algo que entonces entusiasmaba en Europa y que generaba beneficios. El Rey Fernando el Católico no desea quedarse atrás en el negocio y organiza una expedición con el fin de hallar por el nuevo continente americano un paso que facilitara la llegada a Oriente evitando a los lusitanos, para ello envió a Juan Díaz de Solís que navegó con tres carabelas la costa brasileña hasta llegar a el Rio de la Plata, allí, una de ellas, remontó un gran río desembarcando con siete hombres en la ribera oriental. La historia es conocida, en la orilla los nativos charrúas, en el actual Uruguay, les mataron, les descuartizaron, los asaron y se los comieron, desde la carabela presenciaron el drama; derrotada, el resto de la flota, previo naufragio de una de las naves, volvió a Castilla, era septiembre de 1516.

Mapa de Martin Waldseemüller de 1516.

Mapa de Martin Waldseemüller de 1516

 

Expedición de Hernando Magallanes

Año 1519, 10 de agosto, Sevilla, puerto de Las Muelas. Es Rey de España Carlos I. Una flota de cinco naves, Victoria, Trinidad, Concepción, San Antonio y Santiago al mando de Hernando de Magallanes zarpa en busca de una nueva ruta hacia las Islas de la Especería que elimine el monopolio portugués; la tripulación la integran 247 hombres, en el rol de la Concepción, como grumete, ni siquiera como marinero, Gonzalo de Vigo, natural de Vigo, que es en Galicia, hijo de Rodrigo Álvarez e Isabel Núñez, ha de haber de sueldo a ochocientos maravedís por mes, recibió por el sueldo de cuatro meses adelantados tres mil e doscientos maravedís”.

Embarcan otros ocho gallegos, un total de doce si consideramos gallegos al calafate de la Victoria, Ximón de La Rochela, al grumete de la Concepción Juanes de Tuy y al también grumete Vasco Gómez que fue en la Trinidad y volvió en la Victoria. En la dotación, italianos, portugueses, franceses, griegos, belgas, holandeses, alemanes, dos irlandeses, un albanés y un inglés, Unión Europea en estado puro. La expedición termina de abastecerse en Sanlúcar y el 20 de septiembre se hace a la mar alcanzando la costa de Brasil dos meses después, más o menos el mismo día en el que otro puñado de españoles, al mando de Cortés, con el apoyo de nativos Tlaxcaltecas, llegan a Tenochtitlán, México.

Magallanes continua derrota hacia el Sur en busca del paso hacia el Mar de las Islas de la Especería; el paso no aparece y decide hacer invernada cinco largos meses en la desconocida Patagonia, Puerto San Julián, aquí se hace patente el disgusto de determinados capitanes, entre ellos el de la Trinidad que muere en un intento de motín, su cuerpo es descuartizado; el de la Concepción, que en juicio sumarísimo, resultó condenado a muerte, decapitado y descuartizado; y el capitán de la San Antonio, veedor de la flota, que fue condenado a destierro y abandonado en un islote con escasas provisiones. Magallanes, resolutivo y claro en la idea, consolida el mando.

Al sur de San Julián, en un reconocimiento rutinario de la costa, naufraga la nao Santiago, dos de sus tripulantes recorren durante ocho días (100 leguas) una costa fría y desolada para volver a Puerto San Julián y dar aviso de rescate, la flota abandona Puerto San Julián y pone rumbo Sur hasta llegar al lugar en donde se hallaban los compañeros,  que denominan Puerto Santa Cruz, rescatan a los náufragos y los pertrechos de la nave; transcurren otros dos meses.

Octubre de 1520. Llega el verano austral, concluye la invernada, la flota abandona Puerto de Santa Cruz y  de nuevo Sur; por fin aparece el paso, un estrecho angosto y un laberinto de entradas y salidas. Cansados de una larga y dudosa navegación deserta volviendo a España por Sevilla la nao San Antonio con sus 57 tripulantes y algunos otros de la naufragada Santiago, entre ellos, Luis de Avendaño, grumete, “hijo de Martín de Avendaño y Catalina, vecinos de Deca, que es en Galicia”. Quedan tres naves.

La Victoria, la Trinidad y la Concepción siendo finales de noviembre doblan un cabo que llaman “Deseado” y remontan el estrecho. Un océano sosegado que nombran “Pacífico” retrasa el avance, escasean las provisiones, brota el escorbuto y se producen muertes, entre ellas, el 18 de enero de 1521, en la nao Victoria, Rodrigo Gallego, “natural de La Coruña, hijo de Duarte Hernández y Beatriz Rodríguez”; en el derrotero figura este apunte: “Al Oesnoroeste, en 17º ½. Falleció Rodrigo Gallego, grumete de la nao Victoria, el cual falleció de enfermedad”. El 28 de febrero, seis días antes de tocar tierra,  fallece Vasco Gallego, piloto de Su Majestad y gallego según cuenta Martín de Ayamonte, antes de partir había recibido cuarenta y cinco mil maravedíes. “Al Oeste 4ª del Noroeste, en 13º. Falleció Vasco Gallego, piloto de la nao Victoria, el cual falleció de enfermedad e hizo su testamento ante Sancho de Heredia, escribano”.

Después de cien días de no ver tierra aparecen las primeras islas que llaman de “Los Ladrones”, poco más tarde llegan a las Filipinas; en una playa de la minúscula isla de Mactán, en escaramuza mal calculada para castigo de su Rey Lapulapu, muere Hernando de Magallanes y otros ocho tripulantes, era el 27 de abril, entre estos dos gallegos, Antón de Noya “grumete, natural de Noya, que es en Galicia; hijo de Bartolomé Baamonde e de Catalina, su mujer, venció un sueldo de veinte meses diez y siete días” y Rodrigo Nieto “vecino de Orense, hijo de Diego Nieto y de Constanza Feyo, sobresaliente, que fue en la nao San Antonio, y después fue mudado a la Victoria por mandado del capitán Fernando Magallanes, venció un sueldo de veinte meses diez y siete días”; las crónicas lo cuentan así; “Una flecha envenenada atravesó la pierna del capitán que mandó retirada en orden; pero la mayor parte de los nuestros huyó precipitadamente, quedando solo siete u ocho con el capitán … así murió nuestro guía, nuestra luz, nuestro sostén”. Antón de Noya y Rodrigo Nieto fueron valientes, también leales.

El 1 de mayo, en la Isla de Cebú, contigua a la de Mactán, en emboscada, mueren otros veinticinco tripulantes, entre ellos Ximón de La Rochela. En el rol de la Victoria de Ximón se dice, “Calafate, natural de La Rochela, hijo de Guillermo Guimar y Perrina, vecinos de Santa María de Relo, ha de haber de sueldo a cinco ducados por mes. Recibió por sueldo de cuatro meses adelantados”. Expertos investigadores identifican “La Rochela” con “A Rochela”, lugar de la parroquia de A Devesa,  Ribadeo, entendiendo que Ximón era gallego. No está claro. “La Rochela” puede ser la castellanización de “La Rochelle” ciudad francesa de tradición marítima en el norte de Aquitania, Santa María de Relo, vecindad de los padres, es un topónimo que no existe ni en Ribadeo, ni en Galicia, puede ser Saint Marie de Ré, en la isla de Ré, contigua a La Rochelle.

Subsisten 118 navegantes, escasos para tres embarcaciones, se decide quemar la nao Concepción, la más castigada de las tres; a partir de ahí la Trinidad y la Victoria, bajo el dudoso mando del portugués Lopes Carvalho, realizan una navegación errática y absurda de seis meses (quizás en busca de oro) por los archipiélagos indonesio y filipino llegando hasta Brunei (Isla de Borneo).

De Brunei la expedición parte de mala manera, con prisas poco y mal explicadas. La tripulación decide deponer a Carvalho. Gómez de Espinosa asume el mando de la Trinidad y Juan Sebastián Elcano el gobierno de la Victoria. En noviembre, dos años después de la partida, llegan al destino, a las Islas de la Especería, Isla de Tidori, en el archipiélago de Molucas en donde cargan de especias -principalmente clavo- los pañoles de las naves. Deciden retornar a España, es 18 de diciembre de 1521.

La del alba sería cuando la Victoria alzó velas y se hizo al mar de afuera para esperar a la Trinidad que experimentó dificultad para levar anclas, los marineros observan una vía de agua en la sentina, la Victoria regresa a su fondeadero. Para encontrar la vía se descargaron las mercaderías de la Trinidad, aún así el agua entraba con  fuerza. Habiendo dos naves se decide que la Victoria retorne a Castilla en solitario aprovechando vientos que comenzaban a soplar de Levante. La Victoria, con 53 tripulantes y con cartas de los camaradas que quedan en Molucas, parte rumbo Oeste; “Se despidieron las naves con descarga recíproca de artillería… nuestros compañeros nos siguieron en sus chalupas hasta donde les fue posible y todos nos separamos llorando”.

El "tornaviaje" de la Nao Trinidad

Abril de 1522, las reparaciones en la quilla de la Trinidad han concluido, en los pañoles se han cargado setecientos quintales de clavo, Espinosa, prudente, quiere evitar un posible contacto con los portugueses en costas africanas y decide retornar rumbo Este, atravesando el Pacífico hasta llegar a Santa María de la Antigua, en el Darién (Panamá), único puerto español posible entonces; la tripulación es de 50 hombres, entre ellos Gonzalo de Vigo.

El retorno de la Trinidad, desde sus comienzos, fue comprometido; halló vientos contrarios que impedían avanzar hacia el Este por lo que desvió ruta hacia el Norte buscando otros favorables, navegó 700 leguas alcanzando el paralelo 42, ahí un temporal de doce días daña la nave; las muertes por escasez de alimentos eran continuas. Iniciado agosto Espinosa decide girar las velas y regresar a Molucas; en el retorno vuelven a encontrar archipiélago de las Islas de los Ladrones; en la isla Mao hacen aguada y Gonzalo de Vigo abandona la nave con tres compañeros, el capitán les llama, les ofrece perdón pero solo vuelve uno de ellos, Gonzalo se queda en tierra. Es final de agosto de 1522.

No le faltaba razón a Gonzalo, la travesía de la Trinidad hasta Molucas fue penosísima, en los meses de septiembre y octubre mueren 27 tripulantes, “de fastío” contaría Espinosa después, entre los fallecidos Juanes de Tuy, “hijo de Gonzalo Fernández e Isabel Rodríguez, grumete, que fue en la nao Concepción, que se deshizo, y quedó en la nao Trinidad; venció de sueldo 28 meses y 11 días, (Es portugués, según dicen)” y Juan Gallego, “natural de Pontevedra , hijo de Alonso Rodal e María Martín, vecinos del Canto de la Barca, ques en Galicia, que fue por grumete en la nao Trinidad y quedó en ella; venció de sueldo, hasta que la nao Victoria partió de Maluco 28 meses y 11 días”. La Trinidad llegó a Molucas con 17 tripulantes; fue apresada por los portugueses que sometieron a los supervivientes a trabajos forzados; solo cinco volverían a España años más tarde.

Llegada a Sevilla de la Nao Victoria

Cercano al día en el que Gonzalo de Vigo abandona la Trinidad, el 8 de septiembre 1522, llega a Sevilla la nao Victoria con 18 tripulantes. Orgullo y coraje. Elcano lo cuenta así, “Hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo, que yendo por el occidente hayamos regresado por el oriente”.

El retorno de la Victoria fue duro, desde Tidori llegaron hasta la Isla de Timor en donde se abastecieron desertando dos tripulantes; en el Índico austral encontraron frio y tormentas. Tras mes y medio de travesía, en la mitad del océano, divisaron una isla que rodearon, no encontrando fondo no pudieron detenerse. Se trata de la que después se llamó Isla Ámsterdam, aún hoy deshabitada.

A partir de aquí los fallecimientos, ante todo de hambre, fueron continuos, ya en el Atlántico deciden jugárselo a todo o nada y tras ciento cincuenta y ocho días de navegación hacen provisión en Cabo Verde, isla de Santiago, en donde los portugueses apresan a trece hombres, entre ellos Vasquito, un niño al que todos debieron cuidar, le suponemos, como el padre, de Galicia; de Vasquito la “Relación de sueldos debidos” dice, “Paje, hijo de Vasco Gallego, piloto, fue y vino en la nao Victoria, el cual se embarcó sin ser asentado en el libro ni el alarde y se fue con su padre Vasco Gallego, por mandado de Fernando de Magallanes, según información que dan, diciendo que le haría de pagar el sueldo: sirvió en la dicha nao de paje: ganó el sueldo de tres años y veinte e ocho días”. La información de la “Relación” es confusa, sabemos que Vasco falleció poco antes de llegar a las Islas de Los Ladrones y que Vasquito quedó en Cabo Verde. De Cabo Verde zarpan rápido y regresan a España por ruta desacostumbrada y larga, por las Islas Azores. Elcano, a la llegada, no se olvidaría de sus trece compañeros ”Suplico a Vuestra Majestad que provea con el Rey de Portugal la"Suplico a su Alta Majestad que provea con el Rey de Portugal la libertad de aquellos 13 hombres que tanto tiempo le han servido". libertad de aquellos trece hombres que tanto tiempo han servido”. Carlos I no se olvidó la petición, en enero de 1523 los trece de Cabo Verde (es de imaginar que previo pago de rescate) retornan a España.

El 6 de septiembre de 1522 la Victoria llega a Sanlúcar, remolcada, alcanza a Sevilla dos días después. “Bajamos todos a tierra en camisa blanca y a pie descalzo, con un cirio en la mano, para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la de Santa María de la Antigua, como lo habíamos prometido hacer en los momentos de angustia”. Entre los que triunfaron dos gallegos, Diego Gallego, marinero de la Victoria, “natural de Bayona la Mayor que es en Galicia, hijo de Francisco de Carmona y María Pérez, difuntos, fue en la nao Victoria y vino en ella; venció el sueldo desde el diez de agosto de mil quinientos diez y nueve años hasta ocho de septiembre de de quinientos veinte y dos años, que son tres años y veinte e ocho días” y Vasco Gómez Gallego, el rol indica, “grumete, hijo de Vasco Gómez Gallego y Catalina García, vecinos de Bayona de Galicia”. No obstante, en la Relación de sueldos debidos se dice, “Fue en la nao Trinidad y vino en la nao Victoria, y caso de que se nombra gallego es portugués y no entra en el número de los que S.M. dio facultad de los pudiesen ir, por cuya causa los señores del Consejo han de determinar el sueldo, o no; venció sueldo de tres años y ocho días”.

Poco más sabemos de Diego y Vasco, conocemos que, según la “Relación de costales con clavo existentes en la nao Victoria”, a Diego se le entregaron, “Dos costalejos atados en uno, que son de Diego Gallego, que pesaron ocho libras, poco más o menos” y a Vasco, “Otra taleguita pequeña, con otros dos talegoncitos pequeños, que es de Vasco, grumete, que podrá pesar siete libras”, poco fruto para tanto esfuerzo.

Llegada de la Victoria a Sevilla. Óleo de Elías Salaverría 1922. Museo naval Madrid

Llegada de la Victoria a Sevilla. Óleo de Elías Salaverría 1922. Museo naval Madrid

Expedición de Loaysa

Transcurren dos años. Carlos I no cesa en el empeño de llegar a las Islas de la Especería a través del Pacífico.

Mar sesgo, viento largo, estrella clara. En un amanecer mortal y rosa del 24 de julio de 1525 una flota de siete naos zarpa del puerto de La Coruña con el objetivo de, habemos mandado que se haga el asiento y casas de contratación … e vos [Loaysa] habeis de quedar en dichas islas para tener la gobernación de ellas”. Tiene el mando de la expedición en la nao Santa María de la Victoria, García Jofre de Loaysa, las otras naves son: la Sancti Spiritus, al gobierno de Juan Sebastián de Elcano, piloto mayor y segundo jefe; Anunciada, quizás construida en Bayona; San Gabriel; San Lesmes; Santa María del Parral y Santiago. La dotación fue de 450 hombres, la mayor parte “gente de guerra”, gallegos.

La expedición fue un fracaso, la Santi Spiritus, naufragó en la Patagonia; más tarde desertaron la Anunciada y la San Gabriel; la Anunciada pretendió alcanzar Las Molucas por el rumbo opuesto, por el Cabo de Buena Esperanza, sur de África, de ella nunca más se supo; la San Gabriel, al mando de Rodrigo de Acuña, posiblemente gallego, hizo rumbo a España, tras múltiples circunstancias (encontraron nueve años después en la costa del sur de Brasil a españoles náufragos de la expedición de Solís)  ancló en Bayona de Galicia el 28 de mayo de 1527 sin capitán con 27 tripulantes y 22 indios del Brasil, una arribada distinta.

Remontado el estrecho quedaban cuatro naves, tras seis días de navegación por el Pacífico un temporal las dispersa; la San Lesmes desapareció y de ella se cuentan mil historias por el Pacífico sur, se dice que en las islas de Polinesia se hallaron hórreos similares a los gallegos; la Santiago practicó rumbo Norte y consumó un insólito viaje de 10.000 kms hasta alcanzar la costa occidental de Méjico; la Santa María del Parral cruzó el Pacífico llegando a Molucas; tras motín liderado por dos marineros gallegos, Romay y Sánchez, naufraga muriendo la mayoría de la tripulación a manos de los nativos, otros fueron capturados; años después una expedición de rescate que partió de Méjico encuentra a los gallegos conviviendo con los nativos; se averigua lo sucedido, Romay y Sánchez son condenados a muerte, arrastrados y sus cuerpos partidos en cuartos.

Gonzalo de Vigo

La travesía por el Pacífico de la Santa María de la Victoria no fue sencilla; de nuevo el escorbuto, mueren cerca de cuarenta hombres, entre ellos Loaysa y Elcano; el 5 de septiembre de 1526, cien días después de remontar el estrecho, llegan, como hiciera Magallanes cinco años antes, a las Islas de los Ladrones; una gran cantidad de piraguas con nativos rodean la nao, uno de ellos, en castellano, con acento gallego, dice, “En buena hora vengáis, señor capitán, maestre y la compañía”. Los de la Victoria, incrédulos, le preguntan cómo había llegado a aquellas tierras: “Señores, yo soy uno de los de la armada del capitán Magallanes, y salime de la nao del capitán Gonzalo Gómez de Espinosa, cuando tornó a arribar al Maluco. No pudiendo ir a la Nueva España, porque en esa sazón se morían de cierta dolencia en la nao, salimos yo y otros dos compañeros portugueses por miedo de morir, en la isla más cercana del Norte, y allí mataron los indios a los otros dos compañeros míos por ciertas sinrazones que ellos cometieron, y después me pasé de allí con unos indios a esta isla de Botahá; y soy gallego y me llamo Gonzalo de Vigo, y sé muy bien la lengua de las islas”.

El asombro de la tripulación fue notable, tras catorce meses de navegación insufrible llegan a una isla remota y lo primero que escuchan es,  “En buena hora vengáis…”. Gonzalo tras requerir “seguro real” se embarca en la Santa María de la Victoria que partió hacia Las Molucas donde naufragó poco antes de que los portugueses la capturasen. Quizás Gonzalo se despidió de los isleños a los que, ante el resplandor de la hoguera, contaría mil historias das ondas do Mar de Vigo, aquellos cuatro años no debieron ser fáciles, quizá transcurrieron imaginando la llegada de una nave, la nave llegó, eran los suyos, su patria.

Gonzalo de Vigo. Puerto de Vigo, Año 2018

Gonzalo de Vigo. Puerto de Vigo, Año 2018

Poco más conocemos de Gonzalo de Vigo, fue el intérprete de la expedición, sabemos que durante años, sirviendo a Su Majestad combatió a sangre y fuego a los portugueses la posesión de esas lejanas islas; las crónicas lo citan siete años después, en diciembre de 1533, en la llegada de los portugueses a la isla de Gigolo tras el Tratado de Zaragoza que definió la posesión, navegación y comercio en la demarcación de las Molucas que permanecieron en manos portuguesas por 350.000 ducados de oro. En Gigolo y en las islas contiguas resistían diecisiete españoles olvidados; sabemos el nombre de nueve que, repatriados por los lusitanos, volvieron por Lisboa en 1534 y 1536 y de otros que, teniendo familia con nativas, allí permanecieron. A Gonzalo no se le menciona ni con unos ni con otros, no debía tener más de treinta años, era un superviviente. Quizás se enamoró de una moluqueña de ojos negros y piel canela y allí quedó, en el camino, al amparo de la luna roja y del tiempo cálido. Aromas de leyenda. @mundiario

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