La Galicia interior viva y activa expone arte

José Vázquez Cereijo
José Vázquez Cereijo
Es un motivo más para hacer una visita de fin de semana a la comarca de A Ulloa, disfrutar de su otoño suave, del encuentro con sus gentes, y de las actividades y gastronomía que ofrece la comarca.
La Galicia interior viva y activa expone arte

En nuestra serie de artículos sobre las Comarcas de Lugo veíamos este verano cómo el Instituto de Estudos Ulloans desarrolla sus actividades en la Comarca de A Ulloa, y que una de sus múltiples actuaciones es la utilización del restaurado Castillo de Pambre, en Palas de Rei, para la realización de exposiciones de arte.

Después de las de Menchu Lamas y Antón Patiño, le llega el turno a las obras del pintor lucense José Vázquez Cereijo para, a partir de mañana día 2 de octubre, enseñorearse hasta el 20 de noviembre de la sala de exposiciones del Castillo de Pambre, en una cuidada muestra que ha coordinado -como todas- Braulio Vilariño, y que ha preparado con esmero la viuda del pintor, Anne Nikitik.

Un motivo más para aprovechar, desde cualquier parte de Galicia, y hacer una visita de fin de semana a la Comarca de A Ulloa, disfrutar de su otoño suave, del encuentro con sus gentes, y de las diversas actividades y gastronomía que ofrece la comarca. No lejos del Castillo se puede encontrar alojamiento confortable y vinculado con iniciativas que ponen en valor las ofertas naturales o arquitectónicas de la comarca. Por citar tres: Balneario del Río Pambre, Pazo de Laia, u Hotel de 4 estrellas en el lugar da Hermida.

José Vázquez Cereijo nació en Lugo en 1940, y allí recibió su primera formación, en muy buena medida de la mano de su tío, el poeta Luís Pimentel, cuyas tertulias de muy joven, antes de su marcha a Madrid en 1959.

Como la vida se la ganaba como Aparejador en el Ayuntamiento de Madrid, podemos decir que pintó y -en torno al arte- desarrolló su actividad cultural por pura vocación, y como experiencia humana. Con motivo de su fallecimiento en 2016, Andrés Trapiello recordaba la afición de Vázquez Cereijo a visitar cada domingo el Rastro madrileño, durante mucho tiempo en compañía del propio Trapiello y de Juan Manuel Bonet.

En Madrid se acercó al mundo cultural de la Generación del 27, a través de su estrecha relación, desde finales de los 60 y en los 70 con el pintor Gregorio Prieto y la pintora Maruja Mallo.

Fundó Mínima, una galería de arte donde, entre otros, expuso a Picasso, Manuel Viola -con quien también mantuvo amistad-, Gregorio Prieto y otros. Y a finales de los años 70 formó grupo con Luís Eduardo Aute y otros pintores, llegando a exponer varias veces en Arco.

Viajó bastante por Centroeuropa, la Unión Soviética y países del Este, fruto de lo cual realizó una exposición sobre Praga en el Centro Cultural de la Villa en Madrid. Una exposición que fue presentada por el pintor Eugenio Granell.

Influenciado por su esposa, a quien retrató en el cuadro La princesa Nikitik, pintó paisajes escoceses en las Islas Híbridas. El fruto de ese trabajo lo expuso en 2006 en la Galería Clérigos, de Lugo, con un excelente catálogo, realizado a cuatro manos con Andrés Trapiello.

Juan Manuel Bonet realizó sobre él una semblanza humana y artística en su necrológica, que nos atrevemos a transcribir:

“Pintura la de Cereijo memoriosa, sombría, atravesada por fulgores. Pintura en la estela del 27, de Bores, del Cossío de los puertos. Pintura que, por su erotismo descarnado y su capacidad para fusionar cosas disímiles, hace pensar también en Matta o Lam. Pintura de fondo galaico, que en 1982 motivó un excelente libro de Castro Arines”. @mundiario

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