Francisco de Seyxas: corsario, científico y aventurero

Mapa de Seyxas y Lovera, 1690, de la Región Austral Magallánica. Library of Congress, Geography and Map Division, Washington, D.C.
Mapa de Seyxas y Lovera, 1690, de la Región Austral Magallánica. / Library of Congress, Geography and Map Division, Washington, D.C.
Desde Mondoñedo a navegar por el mundo conocido.
Francisco de Seyxas: corsario, científico y aventurero

Esta es una de esas vidas repletas, tan llena que en una sola se viven varias. Francisco de Seyxas y Lovera salió de su lugar natal a navegar casi todo el globo, admirando nuevas culturas, estando en momentos clave de la historia y dedicándose a todo tipo de menesteres desde político, escritor, comerciante, marino…

Una biografía fabulosa, acción de la que se enamoró su paisano Cunqueiro. A Don Álvaro, que manejaba como nadie ficción y realidad, le debió parecer madera para tallar. Seguro que su imaginación galopaba veloz, recreando las aventuras y desventuras de Seyxas. Nos rememora José de Cora una ponencia en el Instituto Laboral de Mondoñedo, Verdad y fábula de los viajes y navegaciones del almirante Seijas Lobera (1959). Era como su “Si o vello Sinbad volvese ás illas…" (1961) pero real, quizás la figura fue caldo de cultivo e influenció en su obra, como un libro de su biblioteca personal Los hijos de Juan I, príncipes, guerreros y navegantes... (Buenos Aires, 1946) del portugués Oliveira Martins. Francisco bien podría ser el mismísimo Sandokán (1883) de Emilio Salgari, o el legendario mercader Marco Polo.

Fechan su nacimiento en Mondoñedo, 1646. Hijo de Juan López de Lobera y María Aguiar y Seijas, su padre fue ministro titular y secretario del Santo Oficio. Los Vázquez de Seyxas, son un alcurnia de Galicia iniciada en el XI, que forjan su principal casa en el Castillo de San Paio de Narla (Friol) del que fueron señores, defendido durante las guerras Irmandiñas por Vasco de Seixas, también serán regidores de Betanzos. Sumaron a este otros solares, entre ellos la Torre de Tovar, en Lourenzá, que heredan en 1548, quizás de donde partió el tronco familiar de Seyxas y Lobera. En cuanto a los Lobeiras, no menos notables están entroncados con los Mariños de la isla de Sálvora, descendientes de los Traba vía Juan Froila.

De su vida inicial pocos datos tenemos, sabemos que con apenas 6 años quedó huérfano o tutorado por unos parientes en Cádiz, entre ellos el Capitán Juan de Miranda, su primer maestro. Estudió en Salamanca, vivió en Valladolid y en Sanlúcar de Barrameda, de donde partirá con 11 años para iniciar un travesía que lo llevará por los rincones más insospechados.

Partió de la milenaria mediterránea Gades entorno a 1661, iniciándose en el arte de la navegación. Pisó las principales rutas de enlace del comercio con Oriente, que estaban en Anatolia, en las ciudades de Constantinopla y Esmirna. A continuación de conocer el Mare Nostrum, se embarca en la embajada, que iba a ver al Gran Mogol (Sha Jahan, de Persia); comandada por Jean Baptiste Tarvernier, un formidable comerciante, antropólogo y viajero francés, hugón protestante asentado en Amberes que recorre más 60.000 leguas, hoy se le conoce por el famoso diamante azul Tavernier Blue, que trajo en el viaje de 1668 para vendérselo al mismísimo Rey Sol, Luis XIV. Aquí Francisco de Seyxas tuvo que aprender muchísimo, se enfrentó a la crudeza, o se relacionó con civilizaciones totalmente distintas, extravagantes y exuberantes. Quedará una temporada por la zona asiática, primero embarcado con unos portugueses y luego en las islas Molucas o de las especies a bordo de un barco holandés, con el que regresará a Europa.

A la vuelta de este episodio se sumó a la flota al mando de Enrique Enriquez Guzmán, compuesta por más de una docena de barcos que viajaban a las Indias. Salió en julio de 1671 del rio Guadalquivir, para llegar a Veracruz en septiembre del mismo año. Con esta compañía volvería de a Cádiz en 1672, yendo en la nave Capitana, la San Salvador que mandaba el maestre Melchor de Aristarain y Aguirre. En este lapso estuvo por Venezuela, Panamá, Habana (Cuba), Cartagena y Bogotá (Colombia), Quito y Guayaquil (Ecuador).

Regresa a Ámsterdam en torno a 1674, asociado a 23 marinos adquiere un navío y un patache para navegar por el Pacífico, mar que conocía, recorrerán por las costas de China y Siam, en el sudeste asiático. El trayecto duró hasta 1676, circunnavegando el planeta, junto a su colega Diego de la Barrera, volverían por el estrecho de Lemaire, en la Tierra de Fuego (Argentina). Por lo visto hizo una pequeña fortuna en este crucero, se convirtió en armador de su propio buque, una fragata llamada La Concepción de 200 toneles y 26 cañones.

A finales de la década de 1680, recorre con su barco mares frecuentados por los portugueses, realizando trayectos más cortos a Guinea y Angola en África o cruzando el charco a Brasil. En 1683 le dan la Patente de Corso, se dedicará varios años al cabotaje de todo tipo de mercancías, al mejor postor, rozando los límites de la legalidad actual, contando en su haber con varios asaltos o tráfico de personas (es sabio del apresamiento de un navío de moros, saldando su carga y a los 209 humanos que portaban). Durante este tiempo su figura siempre estuvo inmersa en problemas. Tras la paz con Francia en 1684 decide dejarlo, vendiendo su buque por una cantidad anual considerable e instalándose en Madrid para ser “Pretendiente para Indias”, emprendió una carrera burocrática y literaria, relatando sus experiencias y enseñanzas.

Volvería a cruzar el Atlántico en 1692 con su esposa, María Damiana de Cuevas, para ejercer de alcalde de Tacuba (hoy del Municipio de Miguel Hidalgo dentro de la Ciudad de México), nombrado por Carlos II, una misión fugaz que solo duraría 55 días, llegando a ser apresado hasta 3 veces y acosado por el Conde de Galve. Cien años antes en 1588, la misma Lourenzá envió a otro vecino, Vasco López de Vivero, que ejercería de corregidor de la ciudad de México, antigua Tenochtitlan. 

En la estancia de Seyxas en México la máxima autoridad moral de la Nueva España era Francisco de Aguiar Seijas y Ulloa (Arzobispo desde 1680 al 14 de Agosto de 1698), artífice del inicio de construcción de la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Hijo nada más y nada menos que de Alonso Vázquez de Seyxas y Lobera, regidor perpetuo de Betanzos, apellidos que coinciden con los de nuestro protagonista principal, lo que hace sospechar de cierta familiaridad. La relación pudo influir para bien, con el nombramiento de un cargo, como para mal, ya que su carácter rebelde y de avidez económica pudo causar malestar en su pariente religioso, que era espartano espiritualmente, estricto, un ascético para los placeres y divertimentos que llegó a prohibir toros, peleas de gallos, teatro, poesía…

De México escapa en 1696 porque lo quieren mandar preso a África. Recorre todo Centro América, tras un año largo de Camino se instala en Perú. Primero se oferta servicial, pero termina por no caer bien al gobierno, a quienes acusa el propio Seyxas de corruptos. Un 20 de Enero de 1699 lo menciona una relación el Conde de Monclova, virrey de Perú, describiendo muchos de los datos que hoy conocemos, dice que es un viajero al que acusa de molesto y hablador. Monclova lo manda de vuelta a México, donde tenía juicio pendiente, un 14 de enero, apenas una semana después de firmar la misiva.

Escapado, merodeará por el mar Caribe entre finales del siglo XVII y entrada del XVIII. Entonces los piratas se asentaran en las Antillas, en busca de pillajes y riquezas, algunos se hicieron tan conocidos que pasarán a la posteridad. El mindoniense estará en el momento álgido de Port Royal (Jamaica), Nassau (Bahamas), Isla Tortuga (Haití), convirtiéndose en testigo directo de una vida que levanta pasiones. Allí también se dedicará al estudio, exploración y explotación de minas de oro y plata.

Posiblemente cansado de tanto tute y boicoteo, escapó a Europa en 1702, se instaló en Versalles, París, con la ilusión de una nueva oportunidad, donde escribió 14 libros pagados por la coroa francesa, relatando sus trotes. En 1704 intentó usar su información para entrar como cortesano de la corona española (los borbones se habían hecho con el poder, en la figura de Felipe V, Duque de Anjou), por lo que escribió una carta al Rey ofreciendo su provecho. Después de este término no se sabe nada de él por lo que es probable que falleciera o envejeciera en el anonimato absoluto.

Era un hombre que vio y vivió avatares, con un apetito insaciable de conocimiento, destacó por su carácter ilustrado y amplia formación, hablaba varios idiomas y realizó tratados de física náutica, química en la metalurgia, economía, matemáticas, geografía o cosmografía. Entre sus publicaciones más salientables están: Theatro Naval hidrográphico (1688), Descripción Geográphica y Derrotero de la Región Austral Magallanica (1690) y Mapas de todo el orbe, con los puertos principales de ambas indias (1692).

El título completo de la más conocida es Theatro naval hydrographico de los fluxos y refluxos y de las corrientes de los mares... y de las variaciones de la aguja de marear y efectos de la luna, con los vientos generales y particulares que reinan en las cuatro regiones marítimas del orbe... “. Publicado por Antonio de Zafra, muestra una instrucción científica sobre la aguja de marear, corrientes, vientos, magnetismo... muchos de los conceptos que se exponen supondrán ideas rompedoras para la nueva navegación.

Otras obras son Piratas y contrabandistas de ambas Indias, y estado presente en ellas (1693), un manuscrito descubierto por la Hispanic Society of America, Theatro Real del Comercio de las monedas (1688) sobre el capital, o Gobierno Militar y Político del reino imperial de la Nueva España (1702), una crítica al sistema o administración.

Existen manuscritos no publicados: Teatro Real y Mercantil de los comercios navales y terrestres de los imperios, reinos, y estados conocidos hasta ahora en el mundo, Cartas y mapas de la verdadera situación de las costa y mares del mundo, sus principales puertos, que está en el archivo de la Casa de Alba o Libro en que trata, con muchos ejemplos, de la debida presencia que deben gozar capitanes de mar y guerra de la armada española, con mejores sueldos y menos gasto”. Incluso se le presupone poeta con una obra firmada a nombre de Lobera y Aguiar, dedicada al Duque de Medinaceli por mano de Xilberto Mels. El Archivo General de Indias, guarda unos legajos fechados en Lima a 8 de Enero de 1700, son 19 cuadernos titulados, “Inventario y razón de los cuadernos y papeles que se hallaron en poder de Don Francisco de Seyjas y Louera”. Sus trabajos emergen como una botella mensajera del Océano, dejando ver su prolífica pluma y pensamiento.

Es autor de numerosos planos cartográficos, el más destacado es un mapa de 1690, de la Región Austral Magallánica, se encuentra en la Library of Congress, de Washington, D.C . Llegó incluso a inscribir a su nombre una tierra descubiertas en 1678, a la que bautiza Isla de Seyxas.

Poco conocido en su tierra de origen, uno de los que alientan estudiar su figura es el historiador ribadense Pablo Rodríguez Fernández, Vivín. A nivel nacional existe un trabajo de 1986 de Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. El Club Financiero Génova de Madrid decidió poner su nombre a unas jornadas en 2022. Su peculiaridad de erudito y trotamundos, sí provoca interés en la esfera internacional, siendo estudiado por varias facultades. Por ejemplo, Johanna von Grafenstein, a través del Instituto Mora de México y la Universidad Veracruzana en la publicación El Hombre y La Palabra, escribe sobre El Golfo-Caribe en la obra de Francisco de Seijas (2002 ). María Luz González Mezquita de la Universidad Nacional Mar del Plata, lo trata a través del articulo Como el pájaro de Arabia, Apología de la monarquía de España y construcción de memoria a finales del siglo XVII”Extenso y exquisito es el estudio/doctorado, de Clayton McCarl en 2011, que publicó la Hispanic Society of America de New York, reeditado por la Fundación Barrié en 2012. Este último tuvo apoyo de Iván Valdez-Bubnoz para la Revsita de Estudios de Historia Novohispana de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como se puede observar, Francisco de Seyxas y Lovera, vivió enérgicamente su tiempo. Su llama aún sigue encendida, no la apaga ni el agua del mar que tanto surcó. La del gallego es una impronta imparable tanto en las artes como en las ciencias, un ilustrado que nos ilumina desde la profunda oscuridad en la que habita, un pecio submarino que reflotar. @mundiario

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