Fiebre investigadora en O Hórreo

El conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuiña. / Radio Galega
El conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuiña. / Radio Galega

No hay precedentes, al menos en época reciente, de semejante fiebre investigadora por parte de sus señorías en el Pazo de O Hórreo, algo que se explica seguramente por el clima preelectoral en que estamos inmersos. 

Fiebre investigadora en O Hórreo

Dos comisiones de investigación se ponen en marcha simultáneamente en el Parlamento gallego, una sobre el accidente de O Marisquiño y la otra sobre la política sanitaria de la Xunta. Y aún falta por cerrar la que se ocupó de la crisis de las desaparecidas cajas de ahorro gallegas. No hay precedentes que uno recuerde, al menos en época reciente, de semejante fiebre investigadora por parte de sus señorías en el Pazo de O Hórreo, algo que se explica seguramente por el clima preelectoral en que estamos inmersos, con un posible adelante de elecciones generales de aquí a pocos meses, las municipales y europeas previstas para mayo de 2019 y las autonómicas de 2020.

Las comisiones de investigación son un instrumento más de los varios de los que dispone el legislativo para fiscalizar la acción del gobierno. Fueron concebidas con la finalidad última de establecer responsabilidades por acciones u omisiones de miembros del ejecutivo en el desempeño de sus funciones. Pero, bien mirado, nunca se usaron para eso, ni en las Cortes Generales ni aquí en Galicia. Como afirma Carlos Luis Rodríguez, deberían ser sobre "algo" pero siempre acaban siendo contra "alguien". Por eso mismo, sus conclusiones son tan poco útiles como perfectamente previsibles en función de la correlación de fuerzas de la Cámara de que se trate. Y de ahí que susciten en la ciudadanía un escaso interés y sólo sean noticia cuando algún compareciente suelta un bombazo o un miembro de la comisión protagoniza un "show" buscando notoriedad o simplemente congraciarse con los suyos.

La comisión de O Marisquiño investigará las responsabilidades sobre lo ocurrido en la zona portuaria de Vigo, durante un festival veraniego, un accidente muy espectacular pero en el que no se registraron víctimas mortales (en Angrois murieron más de ochenta personas y gracias a la entente cordial de entonces PP-PSOE el Parlamento gallego no abrió ninguna investigación). En este caso es claramente una comisión contra Abel Caballero, al que En Marea y Benegá quieren desgastar, con la anuencia, por pasiva, de los populares, que en principio no estaban muy por la labor, porque la Xunta puede sufrir efectos colaterales, por la gestión de la autoridad portuaria viguesa, que depende de San Caetano.

El fallecimiento el pasado verano de un enfermo en el PAC de A Estrada por falta de atención médica dio pie a los tres grupos de la oposición gallega a solicitar una comisión de investigación sobre los problemas que padece el sistema sanitario público gallego tras los recortes a los que fue sometido en los últimos nueve años por el gobierno Feijóo. Contra él, pero también contra el conselleiro Vázquez Almuiña, se dirige la pretensión supuestamente investigadora de socialistas, rupturistas y nacionalistas. La mayoría holgada del PP puede condicionar y limitar tal propósito, hasta el punto de, si se lo propone, diluir el trabajo de la comisión en agua de borrajas.  En este caso, es intención de Don Alberto jugar al contraataque. Comparecerá personalmente para defender su gestión en el ámbito de la Sanidad, que es una materia en la que se considera un experto por los puestos de responsabilidad que ocupó en la Xunta y en Madrid en su primera etapa política, la de tecnócrata de reconocido prestigio.

Falta por conocer la relación de comparecientes que proponen unos y otros para reforzar su estrategia en cada caso. Lo que ya se sabe es que no se trata de esclarecer la verdad. Lo suyo es escarnecer, hostigar, acosar y poner en evidencia a una serie de personas, a las que, por el puesto que ocupan o por sus afinidades políticas, se les presume culpabilidad. En función del interés partidista que hayan de defender en cada caso, sus señorías imputarán, juzgarán y sentenciarán a quien consideren oportuno en un espectáculo nada edificante, en el que ellos (y sus partidos) son juez y parte, con todas las consecuencias. Que al final del proceso, netamente inquisitorial, no se saque nada o casi nada en limpio, que los trabajos de la comisión no tengan utilidad alguna de cara al futuro, eso es lo de menos. Como casi siempre en la política menuda, lo importante no es el fin, sino los medios, o sea, para que nos entendamos, la repercusión mediática. @mundiario

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