Feijóo reconvierte a los técnicos primero en tecnócratas y después en políticos

Alberto Núñez Feijóo y Diego Calvo. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo y Diego Calvo. / Mundiario
En la Xunta no se esperan cambios hasta el último tramo de la legislatura, aunque no sería de extrañar que, antes de hacer su mutis, Feijóo nombrara conselleiros a Diego Calvo, Susana López Abella o Rodríguez Miranda.
Feijóo reconvierte a los técnicos primero en tecnócratas y después en políticos

Nadie se lo esperaba, ni siquiera su círculo más cercano. El presidente Alberto Núñez Feijóo introdujo en su gobierno cambios de un calado tal, que le habrá sorprendido a él mismo, tan reacio como es a remover sus equipos de confianza. Los sancaetanólogos creían que, tras la cuarta investidura de Don Alberto, los retoques en la Xunta serían mínimos, los imprescindibles y casi cosméticos. Se daba por segura la potenciación del área económica, con el ascenso a vicepresidente de Francisco Conde. También, porque había antecedentes, entraba dentro de lo probable el trasvase de competencias entre departamentos, lo que se conoce como un reajuste de la estructura orgánica. Y poco más. El relevo en Sanidade causó sorpresa hasta que se supo que fue a petición del propio conselleiro. Menos sorprendente resultó la fusión de Cultura y Educación, justificada por el propósito de no incrementar el número de miembros del gabinete con la creación de un departamento específico para el área de empleo.

El Feijóo que presume de previsible descolocó a propios y extraños con la renovación de los delegados territoriales de la Xunta. Cayeron todos, cinco de cinco. No se salvó nadie, ni siquiera alguno de los que podían atribuirse una gestión más que eficaz con nítida repercusión en las urnas. Los nuevos superdelegados, que mantienen el perfil netamente político del cargo, son casi todos gente más joven que sus predecesores. Pertenecen a la generación que se prepara para tomar algún día, no muy lejano, el relevo de quienes hoy dirigen el Pepedegá y encabezan el gobierno gallego. Son hombres y mujeres del presidente, aunque detrás de más de uno de los nombramientos no falta quien quiere ver la larga mano del vicepresidente Rueda, que al final, no salió de la "crisis" tan perjudicado como podía pensarse de entrada, con el ascenso de Conde.

Hay una significativa novedad en esta amplia remodelación de la Xunta. Por primera vez los conselleiros, al menos los que tienen mando en plazo, han podido constituir su propios equipos de confianza. Eso sí, con el visto bueno de Feijóo, que en esto demuestra tener mucho más poder real que el todopoderoso Fraga.

Aunque el presidente ya no nombra ni desnombra, a secretarios y directores generales, como hacía al principio de su mandato, sigue supervisando personalmente los ceses y nombramientos. Sus peones de máxima confianza son intocables y es probable que lo sigan siendo incluso cuando él se haya ido. Se les puede remover, naturalmente con el nihil obstat presidencial, pero siempre buscándoles un nuevo acomodo en el seno del propio gobierno o en sus aledaños. No es que estén blindados. Se trata del reconocimiento, y agradecimiento práctico, de los servicios prestados. 

Este es un gobierno para rato. No se esperan nuevos cambios hasta el último tramo de la legislatura, aunque no sería de extrañar que Feijóo, antes de hacer su mutis, nombrara conselleiros a Diego Calvo, Susana López Abella o Antonio Rodríguez Miranda, entre otros personajes de notable peso político que le acompañan como fieles escuderos desde los duros tiempos de la oposición. Tiene mucho que agradecerles, sobre todo su lealtad personal. Está en deuda con ellos. También habrá de hacer algún gesto con los barones y baronesas provinciales que dieron la talla con creces en los últimos envites electorales. Sin embargo, el presidente sigue convencido de que la clave del éxito en su labor de gobierno está en el acierto al constituir sus equipos. Presume de haber tenido intuición y buen ojo a la hora de captar los mejores gestores entre los funcionarios de alto nivel de la administración autonómica. Y de reconvertir a los técnicos primero en tecnócratas y después en políticos que saben lo que se traen entre manos. @mundiario

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