A Feijóo le faltó contundencia en su duelo con el debutante Gonzalo Caballero

Gonzalo Caballero, en el Parlamento de Galicia. / Mundiario
Gonzalo Caballero, en el Parlamento de Galicia. / Mundiario
Su ahora principal rival, por endeble que sea, tiene el viento a favor y puede acabar en San Caetano con sólo surfear sobre la imparable ola socialista que constatan todas las encuestas. También las del PP y compañía.
A Feijóo le faltó contundencia en su duelo con el debutante Gonzalo Caballero

Necesita mejorar. Está muy verde. Hay que darle tiempo. Eso es lo que piensan, aunque no lo digan en voz alta, muchos diputados de la bancada socialista del debut de Gonzalo Caballero como líder de la oposición en el Parlamento gallego. La mayoría de ellos no son "caballeristas". No le deben el escaño. Seguramente no le apoyaron en las primarias y, si lo hicieron, fue por la condición de "sanchista", incluso más que por su propio perfil como eterno referente del sector crítico, inasequible al desaliento por más derrotas orgánicas que acumulase. Alguno hay muy escéptico sobre verdaderas posibilidades que tiene su jefe de filas de salir no ya ganador, sino simplemente vivo, en el cuerpo a cuerpo con Alberto Núñez Feijóo, por más que éste no sea un as de la esgrima dialéctica. 

Caballero erró al hacer un planteamiento demasiado genérico en la intervención con la que se estrenó en la sesión de control al presidente de la Xunta. Porque permitió a Don Alberto llevar el debate al terreno en el que se siente más cómodo e incluso hacer propuestas en positivo como respuesta a las críticas y descalificaciones, en tono de mitin, que le dedicó el dirigente socialista. A pesar de ello, Feijóo defraudó en cierta medida a los suyos, por no haberse empleado con mayor contundencia, por andarse con contemplaciones y en definitiva haber perdonado a la vida a su principal oponente político. Lo ninguneó, eso sí, tirando por elevación contra el inquilino de La Moncloa, por el bloqueo de los dichosos 700 millones, en una estrategia que está convencido de que le será electoralmente muy rentable.

El candidato del Pesedegá a la Xunta no acertó siquiera al vaticinar, en un arranque de triunfalismo preelectoral, que dentro de un año Feijóo estará sentado en los bancos de la oposición. Eso no ocurrirá en ningún caso. Cabe aún la posibilidad -más bien remota- de que no se presente a la reelección; lo seguro es que, si sucumbe al clamor de quienes le piden que "recunque" y por la aritmética electoral no puede seguir gobernando, no se quedará calentando un asiento en O Hórreo. Es más, en el Pepedegá nadie cree que, aún ganando otra vez por goleada, Don Alberto tuviera la intención de completar el que sería su cuarto mandato. No tardaría en entregar el testigo y ungir a un sucesor en tiempo y forma.

Feijóo le afeó con toda razón a Caballero que se atribuya como propias las victorias que los socialistas han obtenido en Galicia en las últimas elecciones, cuando se deben al tirón de Sánchez y a la fragmentación del voto de centro derecha. Ahora bien, el presidente, que parte como caballo ganador, por su victoriosa trayectoria personal y por aquello de que Galicia es sitio políticamente distinto, es consciente de que lo tendrá más difícil que nunca. Sólo ganar ya sería una gesta heróica. Precisamente porque su principal rival, por endeble que sea, tiene el viento a favor y puede acabar en San Caetano con sólo surfear sobre la imparable ola socialista que constatan todas las encuestas. También las del PP y compañía. @mundiario

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