El fantasma de la abstención planea sobre las elecciones del 12-J en Galicia

Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
La Xunta se esfuerza en transmitir un mensaje de tranquilidad destacando las estrictas medidas de seguridad e higiene a las que el 12-J estarán sometidos los colegios electorales. Está por ver que el mensaje cale, sobre todo entre quienes se consideran más vulnerables.
El fantasma de la abstención planea sobre las elecciones del 12-J en Galicia

Un fantasma recorre Galicia a pocos días de las elecciones autonómicas. El temor a una elevada abstención no deja de crecer, sobre todo desde que en A Mariña se detectó un rebrote serio del coronavirus que obligó a aislar la comarca, cuya población representa casi un veinte por ciento del total de la provincia de Lugo. Hace una semanas ya sembró inquietud la situación generada por contagios comunitarios en el Barbanza. Y nadie descarta que pueda aún pueda producirse algo parecido en cualquier otra zona de la comunidad. La Xunta se esfuerza en transmitir un mensaje de tranquilidad destacando las estrictas medidas de seguridad e higiene a las que el 12-J estarán sometidos los colegios electorales. Está por ver que el mensaje cale, sobre todo entre quienes se consideran más vulnerables, la gente mayor, que supone un gran porcentaje del electorado en un país muy envejecido.  

Pero al margen de la preocupación de índole sanitaria, se teme que sean muchos miles los electores que acudan a las playas y a las aldeas, al tratarse de un domingo de julio, con pronóstico de tiempo netamente veraniego. Con ello renunciarían a ejercer su derecho de voto, aunque pudieran hacerlo a primera hora de la mañana o última de la tarde. Dado lo anómalo de la fecha, en plena canícula y en temporada vacacional, tal vez debió considerarse la posibilidad de ampliar el horario de votación. Cabe suponer que una parte de quienes ya tenían previsto estar lejos de su domicilio este domingo de urnas habrán votado por correo, una modalidad para que en esta ocasión se han dado las máximas facilidades.

Especialmente, pero no solo, en el entorno de Feijóo se detecta un cierto desasosiego ante la posibilidad, nada remota, de que una parte significativa de su clientela electoral no se moleste en votar a la vista de que las encuestas dan por garantizada, salvo catástrofe, una nueva mayoría absoluta del PP. Algo parecido sucede entre algunos dirigentes del Pesedegá, temerosos de que los votantes socialistas crean también que la suerte está echada y que por mucho que ellos se movilizasen no tienen posibilidad, ni siquiera remota, de lograr que su candidato, Gonzalo Caballero, sea el nuevo presidente de una Xunta progresista tripartita. Donde no hay esa preocupación es el Benegá, que está al alza, sea cual sea el nivel de participación, o en Galicia en Común, cuyos líderes tienen más que asumido que serán los últimos de la fila. 

En esto casi todos los expertos coinciden: siempre que la participación supere el cincuenta por ciento, Feijóo tiene garantizado que "recunca". Eso creen en el cuartel general de los populares, desde donde hace ya tiempo que se dieron instrucciones a los barones territoriales para que la estructura de captación de votos, la más eficiente de Galicia, se pusiera a trabajar a toda máquina. No se ha de dar por perdida ni una sola papeleta, digan lo que digan los sondeos. Si la abstención se dispara, es probable que el último escaño de casi todas las provincias -y con ello la mayoría absoluta holgada del PP- se juegue en un pañuelo. El que necesitarían para enjugar sus lágrimas los cientos de damnificados por un cambio de signo político en San Caetano, incluidos aquellos que, sin estar demasiado convencidos de que fuera un acierto llamar a elecciones en julio y aún bajo la amenaza del Covid-19, respaldaron la decisión del presidente, que para eso es el que manda. Y el que en realidad se la juega. @mundiario

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