El espacio de ruptura en Galicia será decisivo en 2020 para disputar hegemonías

Yolanda Díaz. / Mundiario
Yolanda Díaz. / Mundiario
Buena parte de la opinión publicada hoy es una máquina de generar odio, propiedad de grandes grupos y de patrocinadores encantados de que así sea. Veremos cómo se comportan esos poderes que, sin presentarse las elecciones, dicen que Yolanda Díaz sería un problema como ministra.
El espacio de ruptura en Galicia será decisivo en 2020 para disputar hegemonías

De consolidarse un Gobierno en Madrid con el PSOE y Unidas Podemos, Alberto Núñez Feijóo estará un paso más cerca de abandonar San Caetano. Aunque la mayor parte de los medios lo omiten, el Partido Popular de Galicia todavía no tiene candidato. ¿Correrá Feijóo el mismo riesgo que Manuel Fraga en 2005?

No lo encontrarán en titulares, pero la derecha todavía no tiene candidato para las elecciones gallegas de este 2020. Por primera vez tendrán un competidor en la ultraderecha: Vox no tiene estructura ni candidato pero la operación para blanquearlos llega a Galicia televisada, por las ondas y se puede leer en los periódicos.

Si Feijóo se radicaliza puede perder votos por el centro. Si aparece centrado, puede hacerlo por la derecha. Nunca el PPdeG ni Feijóo asumieron un escenario tan complejo, como tampoco tuvieron unos resultados tan malos en unas elecciones generales como los del 28-A y el 10-N.

De Madrid también les llegan dolores de cabeza. Parece que el PSOE va a hacer lo que tuvo tanta oposición por parte de sus barones y del propio Pedro Sánchez: gobernar con Unidas Podemos y apoyarse en los soberanismos de izquierda. Si ese marco se estabiliza Feijóo puede tener serios problemas. Veremos cómo se comportan esos poderes que, sin presentarse las elecciones, dicen que Yolanda Díaz sería un problema como ministra. En concreto para sus intereses. La calidad de una democracia se mide también cuando declaraciones de este tipo no se reciben con indignación.

Otra incógnita para el inquilino de Monte Pío es saber qué pasará con el espacio de ruptura en Galicia. Seguro que en las cuentas y esperanzas de sus asesores está el deseo de que se repita el escenario del 28-A y del 10-N, en el que Anova y Unidas Podemos no llegaron a un acuerdo. Eso le daría oxígeno y opciones. No sólo a él: el BNG recupera el aliento y ya no se conforma con resistir, si no que quiere recuperar la tercera posición perdida con AGE en 2012.

O los diferentes agentes del espacio son capaces de recomponerlo y lanzar una apuesta ilusionante que dispute hegemonías en Galicia en el 2020, o retrocederemos al escenario anterior a 2012. Bipartidismo imperfecto, con el margen izquierda del tablero fragmentado y dividido. No nos engañemos, por motivos diversos es el sueño húmedo de demasiada gente en Galicia en estos momentos.

Sobre nosotros está la vuelta del péndulo de la apuesta constituyente y democrática abierta en el Estado español en el ciclo político anterior. De debatir sobre la ampliación de derechos pasamos a estar escuchando permanentemente a los que cuestionan el feminismo, niegan el cambio climático y estigmatizan a los inmigrantes pobres. De buscar la ampliación de la democracia pasamos a defender derechos ya conquistados delante de la amenaza de la ultraderecha. Buena parte de la opinión publicada hoy es una máquina de generar odio, propiedad de grandes grupos empresariales y de patrocinadores encantados de que así sea.

Vienen malos tiempos para la lucha por la igualdad y por la libertad. En Galicia en el 2020 podemos tener una oportunidad, la de establecer un cordón sanitario contra los discursos del odio y contra el autoritarismo, que pasa por deshacernos de los que se acobardan cuando son señalados como derechita cobarde. Por recuperar derechos delante de una década negra de recortes. Delante de tantas declaraciones solo queda saber si las organizaciones del espacio de ruptura llevarán a cabo “hechos, no palabras”, como decían las mujeres sufragistas. @mundiario

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