¿Es una nueva zona franca la alternativa para el futuro de la economía coruñesa?

Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato
Vistas de A Coruña. / Xurxo Lobato

Una zona franca ha de ubicarse necesariamente en las inmediaciones de un gran puerto. En el caso de A Coruña fomentaría el desarrollo comercial e industrial de un área con numerosas empresas exportadoras, con potencial para mejorar su presencia en el exterior.

¿Es una nueva zona franca la alternativa para el futuro de la economía coruñesa?

Cuando el Parlamento Europeo da un paso decisivo con la aprobación de la directiva comunitaria que facilitará a las empresas la libertad de establecimiento, corresponde –en mi opinión– a la ciudad y comarca de A Coruña disponer de lo necesario para contar, en un tiempo ni mucho menos lejano, de la que sería la octava zona franca española (por detrás de las de Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria, Cádiz, Sevilla, Tenerife, Vigo y Santander). Su creación en terrenos de la antigua estación de ferrocarril de San Diego –tantas veces señalados como hipotético terreno para el depósito de contenedores, algo que nunca se ha logrado y ya no se baraja ni siquiera como hipótesis, e incluso como lugar idóneo para la construcción de la tan traída y llevada estación Intermodal que, definitivamente, parece ser va a crearse en la estación de San Cristóbal y terrenos de A Sardiñeira– no debe descartarse y esta es una de las muchas bazas que los partidos políticos aspirantes a ocupar la alcaldía de A Coruña deben jugar por cuanto la zona franca es uno de los recursos más adaptables a los planteamientos de los emprendedores que quieren implantar empresas en las que desarrollar su actividad, con el beneficio añadido de las exenciones aduaneras que conllevan este tipo de instalaciones.

Los regímenes fiscales generan beneficios muy atractivos para las empresas de import-export cuya actividad principal puede ser industrial, de montaje, etc., pero siendo el principal polo de atracción en la comarca coruñesa la industria textil –más que consolidada– parece que el emprendedor tiene un camino recorrido hacia ese futuro de amplias expectativas en el comercio internacional en el que debe implicarse toda la comarca de A Coruña. Se fomentaría así el desarrollo comercial e industrial de un área con numerosas empresas exportadoras, con potencial para mejorar su presencia en el exterior.

Una zona franca ha de ubicarse necesariamente en las inmediaciones de un gran puerto. Descartado el de A Coruña como receptor-emisor de contenedores, la zona franca permitiría un aprovechamiento espacial de gran beneficio para una ciudad cuyo futuro portuario se perfila como el de mero receptor del turismo de crucero y, a corto plazo de tiempo, con la pérdida del trasiego de cargas líquidas (combustible), la reducción de cargas sólidas como el carbón y otros minerales, e incluso el pescado que durante muchas décadas le ha dado valor real con unas lonjas –la de Gran Sol, especialmente– que han dado empleo a centenares de trabajadores, especialmente mano de obra femenina. Un puerto que reduce a ojos vista su actividad industrial y que tan solo fía su futuro a lo que depare en los próximos decenios la venta de terrenos para la construcción en estos de nuevas edificaciones en una ciudad que tiene un excedente inmobiliario de más de 20.000 viviendas.

La zona franca, por tanto, podrá paliar, y de qué manera, significativas pérdidas económicas aún cuando las mercancías que en su demarcación se pueden almacenar no están sometidas a aranceles aduaneros ni normativas que regulan la importación o exportación que las vinculan a las previstas para el territorio comunitario. Pero que, de cualquier manera, se convierte en gran dinamizador de la economía local-comarcal y en el enclave más adecuado para la inversión para la inversión y el comercio en su área de influencia. Es, incuestionablemente, un polo de atracción poblacional y de promoción del desarrollo económico tan necesario en A Coruña y su área metropolitana. @mundiario

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