El empoderamiento de la mujer en la pesca y el marisqueo es más que evidente

Mujeres mariscadoras.
Mujeres mariscadoras.
La máquina, el puente, la cubierta de los barcos... ya no serán territorio exclusivo el hombre: la mujer reclama su sitio, que quiere compartir con todos los demás. El marisqueo es una actividad que da empleo en España a unas 7.000 mujeres, de ellas 6.000 en Galicia.
El empoderamiento de la mujer en la pesca y el marisqueo es más que evidente

En la costa, Galicia ha tenido a la mujer como el complemento laboral y económico del hombre ya fuese como hija, como hermana o como esposa. Una fuente de ingresos menor cuya fuente principal eran las fábricas de conserva, el marisqueo, la venta de los productos en los mercados o la actividad de las rederas, siempre en una plano inferior al hombre. Y sin embargo, los datos, que son tozudos y clarificadores, sitúan a la mujer de la mar o vinculada a la actividad marítimo-pesquera en una casi total equiparación al hombre en lo que atañe al marisqueo (actividad que da empleo en España a unas 7.000 mujeres, de ellas 6.000 en Galicia) y la pesca considerada artesanal o de bajura (en Galicia continúa siendo mayoritario el empleo masculino).

El empoderamiento de la mujer en las tareas de la pesca y marisqueo es más que evidente en los últimos 40 años en el mundo. Investigadores de la Universidad de la Columbia Británica concluyen en un estudio publicado recientemente que las mujeres pescadoras aportan al mercado mundial de peces y mariscos por un valor que ronda, si no supera, los 25.000 millones de euros al año. Su actividad, a la vista de los datos, constituye una aportación sumamente significativa a la seguridad alimentaria y de los medios de vida en todas las regiones del mundo. Ese "poder" de la mano de obra femenina en las tareas del mar y sin contar con lo que, específicamente, significan en la comunidad gallega las trabajadoras de las fábricas de conservas y las rederas, se circunscribe al ámbito del marisqueo (incluidas, naturalmente, las percebeiras) dada la escasa participación -todavía- de la mujer en las tareas de la pesca. Pero su presencia en los órganos de gobierno de entidades como las cofradías de pescadores y las empresas pesqueras hacen augurar un futuro inmediato en el que la voz de la mujer se va a hacer oír mucho más allá de lo que se ha oído hasta ahora en las lonjas o los puestos de venta de pescado y marisco.

En el Día de la Mujer Trabajadora (8 de marzo) esas voces se hacen escuchar, y mucho, en la capital de España donde, como muestra de su trabajo, las mujeres de la pesca se han mostrado con sus pertrechos para evidenciar cuáles son sus argumentos y lo poco que se reconocen a la hora de valorar la aportación femenina a un trabajo tradicionalmente desarrollado por los hombres. La mujer ya no se limita a vocear en los mercados su exquisita mercancía: alza la voz, y con razón, para reclamar su condición de trabajadora de la mar a bordo de un barco -en la máquina, en el puente y en la cubierta de la embarcación- con idénticos derechos a los del hombre y, desde luego, en cualquier planteamiento relacionado con la pesca, su distribución y regulación, para llegar a ese objetivo de sostenibilidad en el que, por conocimientos y experiencia, también tienen mucho que decir. 

Es el momento en el que el marinero, el hombre de la mar, ha de hacer sitio con todas las de la ley y el reconocimiento, a compañeras de viaje y no, exclusivamente, a compañeros. La máquina, el puente, la cubierta... ya no serán territorio exclusivo el hombre: la mujer reclama su sitio, que quiere compartir con todos los demás. Mucho más allá de un conmemorativo 8 de marzo. @mundiario

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