El dislate de Catoira o cuando la ideología es lo de menos

Casa do Concello de Catoira (Pontevedra). / RR SS
Casa do Concello de Catoira (Pontevedra). / RR SS
Una disparatada moción de censura pretende poner fin a una situación insostenible creada por algunos de los que ahora se conjuran para asegurar la gobernabilidad aunque sea mediante un pacto contra natura.
El dislate de Catoira o cuando la ideología es lo de menos

Por si a alguien le cabía alguna duda, lo de Catoira pone de manifiesto una vez más que en la política local las ideologías -y no digamos las siglas- cuentan más bien poco. En ese municipio pontevedrés concejales socialistas y "populares" se han puesto de acuerdo para presentar una moción de censura contra el alcalde del BNG. Las direcciones provinciales de PSOE y PP desautorizan al unísino la operación y anuncian que tomarán las medidas pertinentes. Eso no impedirá, sin embargo, que la alcaldía de Catoira cambie de titular dentro de unos días y que los catoirenses vayan a tener tres regidores en menos de cuatro años. Porque los grupos censurantes, gobernando juntos, piensan repartirse el bastón de mando a partes iguales en lo que queda de legislatura. Lo ostentarán poco más de año y medio cada uno.

La disparatada moción de censura pretende poner fin a una situación insostenible creada por algunos de los que ahora se conjuran para asegurar la gobernabilidad aunque sea mediante un pacto contra natura. En las últimas elecciones locales los socialistas, que ostentaban la alcaldía desde hace décadas, volvieron a ser la fuerza más votada, pero se quedaron a un concejal de la mayoría absoluta. Sin embargo, contra toda lógica, el PP decidió entregar la alcaldía a los nacionalistas, a pesar de que solo habían logrado tres de las once concejalías que integran la corporación de Catoira. Una decisión por despecho que también levantó ampollas. El alcaldable popular no tardó mucho en darse cuenta de su error, que ahora trata de enmendar "por el bien del pueblo".

Seguramente los catoirenses de a pie, los que no están en el ajo político, no saldrán de su asombro viendo la forma en que sus representantes municipales han gestionando los resultados que arrojaron las urnas el 26 de mayo del año pasado. En el momento de constituirse el nuevo ayuntamiento se encontraron con la sorpresa de que, mediante una carambola política, era elegido alcalde el cabeza de la lista con menor respaldo ciudadano. Su extrañeza no debe ser menor al comprobar cómo aquel desaguisado se corrige ahora mediante un extraño pacto de caballeros para repartirse el poder entre los líderes locales de los dos partidos antagonistas -e íntimos enemigos políticos- que tradicionalmente disputan el gobierno de España, de Galicia y naturalmente de Catoira.

A los habitantes de Catoira, como al resto de los mortales gallegos y españoles, debería quedarnos claro hasta qué punto es mentira aquello que proclamó Rajoy: que es el vecino el que elige al alcalde y que es alcalde quien quieran los vecinos que lo sea. En el nivel municipal, y sobre todo en los pequeños ayuntamientos, es donde los representantes políticos menos suelen respetar la voluntad de los votantes, haciendo de su capa un sayo cuando les conviene a los unos o a los otros. Son este tipo de dislates, y no los pactos post-electorales a dos o tres bandas entre afines, los que justifican la conveniencia de reformar de una vez la ley para que las alcaldías y los gobiernos municipales reflejen de verdad y los más directamente posible las preferencias de la ciudadanía. Por higiene democrática y por el bien de todos. @mundiario

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