La Diputación de Pontevedra, un bipartito ejemplar o al menos un ejemplo de bipartito

Carmela Silva. / Forum Europa
Carmela Silva. / Forum Europa

Carmela Silva y César Mosquera se entienden, se respetan y se profesan lealtad. Ellos y sus equipos juegan limpio. No se pisan la manguera. Eso no quiere decir que no haya diferencias de criterio

La Diputación de Pontevedra, un bipartito ejemplar o al menos un ejemplo de bipartito

El Pesedegá podía haber intentado gobernar en solitario la Diputación de Pontevedra. Vistos los antecedentes de muchos ayuntamientos en toda Galicia, era incluso lo esperable. Aunque no goza de mayoría absoluta en el Pazo Provincial, al ser el partido con mayor representación, tenía garantizada la reelección de Carmela Silva como presidenta. Al PP no le daban las cuentas. Sin embargo, los socialistas deciden reeditar el pacto de gobierno con un menguado Benegá, que mantendrá la vicepresidencia en la persona de César Mosquera, renunciando eso sí a algunas de las áreas que hasta ahora estaban a su cargo.

La renovación del acuerdo PSOE-BNG, que naturalmente no sería posible sin el "nihil obstat" de Abel Caballero, responde al buen sabor de boca que les quedó a ambos socios tras la experiencia del anterior mandato. Están más que satisfechos de los resultados de su gestión, al igual que del alto nivel de ejecución de las líneas esenciales del programa pactado, pero sobre todo constatan que durante los cuatro años, porque así se lo propusieron las partes contratantes de las dos partes, se fue creando un creciente clima de confianza que a veces brilla por su ausencia en los ejecutivos monocolor.

He ahí la clave. No sólo es política, en esto cuenta mucho el factor humano. Carmela Silva y César Mosquera se entienden, se respetan y se profesan lealtad. Ellos y sus equipos juegan limpio. No se pisan la manguera. Eso no quiere decir que no haya diferencias de criterio o que no se produzcan los inevitables roces. Ahora bien, las diferencias se resuelven internamente, al parecer gracias a los mecanismos de coordinación establecidos al efecto. A ello también contribuye una notable dosis de buena fe, que tampcos es de lo que más abunda en la política, mucho menos cuando lo que está en juego son parcelas de poder.

También contribuye a la cohesión que en el bipartito provincial pontevedrés los territorios estén debidamente marcados. Y es evidente que lo están desde el primer momento. Sin embargo, no se transmite hacia afuera la impresión de que haya dos gobiernos, separados en compartimentos estancos, vigilándose el uno al otro o directamente compitiendo entre ellos para ganarse la simpatía de la clientela electoral. Como es bien sabido, ese tipo de indisimulada competencia fue lo que más penalizó a la Xunta de Touriño y Quintana, en aquel fallido experimento que fue el por ahora último gobierno progresista de Galicia. Al menos en Pontevedra, PSOE y BNG parecen haber aprendido la lección.

Hay en el Pesedegá quien bromea con que en demasiadas ocasiones a los socialistas les cuesta más entenderse entre ellos mismos que, sin ir más lejos, con sus socios de gobierno en los "concellos" y las diputaciones. Ahí está el caso de Lugo. Los veteranos del partido ya no se sorprenden de que haya casi tantos sectores o facciones como dirigentes, siempre dispuestos a pelearse entre ellos sin que tengan siquiera poltronas que repartir. No se trata en ningún caso de dispuestas ideológicas, programáticas o estratégicas. Son puramente personalistas. Quítate tú para ponerme yo. @mundiario

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