¿Descubrió un mariñán el quinto continente, Terra Australis Incognita?
Desde la Edad Antigua creían en la existencia de tierras desconocidas al sur del mundo, la Terra Australis Incógnita. Su presencia estaba en todos los mapas, con cierta áurea sobre ella, guardaba grandes riquezas y misterios.
A Mariña, vocablo que invoca al gigante azul, crio en sus costas durante siglos insignes pescadores y marinos, de piel escamada y salada. Muchos tuvieron papeles destacados en las exploraciones de mares y océanos. El norte de Galicia y Asturias cuenta con miembros de la Felicísima Armada, Capitanes Generales de Panamá, Brasil o Filipinas, Regidores de México, Virreyes de Nueva España o Perú, Gobernador de Cuba, Adelantados de la Florida o Canarias… Entre ellos el primer occidental en explorar el Quinto Continente, Luis Baes de Torres.
Oceanía fue el último territorio en ser cartografiado, en él Australia ocupa su mayor extensión. Los primeros pobladores llegaron durante el Pleistoceno, a pie y nadando, cuando la plataforma continental unía Nueva Guinea con las Islas Menores. Estas migraciones son una de las primeras poblaciones del planeta tierra fuera de África, de ellos descienden los aborígenes australianos, lo atestigua el conocido Hombre de Mungo.
Desde la Edad Antigua creían en la existencia de tierras desconocidas al sur del mundo, la Terra Australis Incógnita, concepto que exponen Aristóteles y Erastótenes o mencionan los geógrafos Pomponio de Mela y Ptolomeo. Su presencia estaba en todos los mapas, con cierta áurea sobre ella, guardaba grandes riquezas y misterios.
¡Qué teníamos relación con los eucaliptos ya lo sabíamos! El primero en plantarse en Europa fue en Galicia, lo trajo en semillas Fray Rosendo Salvado hacia 1860, aunque apuntan a otros a orillas del Landro. Una anécdota botánica inexplicable es un árbol Metosidero con varios siglos en A Coruña, mide 18 metros de altura, tan grande como el más anciano del mundo, en Nueva Zelanda, país que curiosamente está en las antípodas o tierra emergida de España, no sabemos cómo llegó este árbol aquí, quizás traído por navegantes.
Es posible que a estas latitudes de Oceanía arribaran árabes o chinos, incluso parte de la expedición de Loaísa que salió de A Coruña, al perderse el San Lesmes un 1 de julio de 1526, al mando de Diego Alonso de Solís, incursiones sin documentar. La historiografía otorga la hazaña a holandeses (Abel Tasman, de él Tasmania en 1642/43) o ingleses (James Cook, famoso científico en 1768), pero será un gallego quien lo logre.
Los españoles serán los primeros en vislumbrar estas costas. Todo comienza con 3 expediciones en búsqueda de Tierra Austral. La inicial será la del berciano Álvaro de Mendaña y Neira cuando descubre las islas Salomón (1567-1569). En el segundo viaje, vuelven Mendaña e Isabel Barreto, con el objetivo de asentarse en las islas; la escuadra partió en 1595 de Perú con 400 personas y 4 naves, sobreviviendo únicamente la nao San Gerónimo, donde Pedro Fernandes de Queirós ejercía de Capitán y piloto mayor. Quierós regresa a Paito (Perú) un 3 de mayo 1597, e inicia un retorno a Europa, donde tendrá audiencia con el Rey de España y con el Papa Clemente VIII en Roma, solicita seguir explorando la zona. Se pone en marcha una nueva expedición, la tercera y última, que sale un 21 de diciembre de 1605, con 300 personas y una flota compuesta por 3 navíos (Santos Pedro y Pablo, el San Pedro y los Tres Reyes Magos). Su segundo mando recaerá en el mencionado personaje Luis Baes de Torres. Durante esta expedición ven o visitan docenas de islas. Fernandes de Queirós desembarca un 30 de abril en las islas Vanuatu (Nuevas Hébridas) y las bautiza Austrialia del Espíritu Santo, tanto en honor a la casa de Austria como a lo Austral. Zarpan de nuevo, les azota una tempestad que separa los barcos una noche de junio de 1606, esperan 15 días como marcaban los protocolos y al no reencontrarse toman rutas opuestas. Queirós se dirige con el Santos Pedro y Pablo rumbo a Acapulco (México) y Baes de Torres al timón del San Pedrico y Los Tres Reyes a Filipinas (Manila).
La tripulación dirección Filipinas, iniciará una travesía jamás antes realizada, 34 días entre arrecifes, hasta que avistan a partir del 14 de julio, islas de gran tamaño y más tierras, desembarcando y tomando contacto en varias de ellas. Por mera casualidad encuentran el último continente, pasan el Cabo York y surcan el peligroso Mar del Coral por el canal entre Papúa-Nueva Guinea y Australia, que tomará el nombre de Estrecho de Torres en honor al marino. Atraviesan el Mar de Halmahera, montando un fuerte cerca de Ternate, en las codicidas islas de las especias, o Molucas, para terminar el viaje en Manila un 22 de mayo de 1607.
Las tierras al sur del Pacífico se conocían pero no se divulgaban, eran secreto de Estado, para explorarlas con más medios y tiempo. Hasta que los ingleses al mando de Dalrymple toman Manila en 1762/4, haciéndose con cartas náuticas, robando información confidencial atesorada y custodiada durante 250 años en el Convento Agustino de San Pablo. Este mismo hidrógrafo de la Compañía Británica de las Indias Orientales publicará en 1770/1 "Colección histórica de varios viajes y descubrimientos en el Océano Pacífico Sur" donde relata la aventura de Torres, despertando la curiosidad internacional de navegar las últimas áreas desconocidas.
Los hechos nos los relata Diego de Prado y Tovar (1550-1645), mando inmediato, que nombra a Luis como Bretón, es decir oriundo de la extinta sede episcopal de Britonia, correspondiente a Mondoñedo. Lo describe en un documento o Relación Sumaria de 32 páginas, que se encuentra encuadernado conjunto a otras 63 piezas, depositado en la State Library of New South Wales y traducido en 1922 por George F. Barwick. En él Prado nos describe los acontecimientos, a modo de diario o memoria, fueron realizados alrededor de 1615 desde el convento San Basilio el Grande de Madrid, donde se había internado como monje. La vuelta de Tovar será larga como su vida, desde Manila va Goa en India, de allí a Persia para unirse a una caravana de comerciantes italianos que van hasta Malta e Italia. Las noticias corrieron, algunos datos del viaje de Baes de Torres aparecerán en mapas apenas años más tarde, se perfila Nueva Guinea por el portugués Godinho Eredia en 1612 y Asutralia por Hessel Gerritz en 1622. Cuentan el episodio otros estudios más recientes de M. Estensen con “ The Spanish Quest for the mysterious Great South Land” (2006) o B. Hilder con “The Voyage of Torres” (1980).
A este Capitán las crónicas lo mencionan como Baes, Váez, Vaz… Es habitual ver mal transcrito un apellido por terceros. Poco se concreta sobre su figura, perdimos anotaciones de la travesía, lo poco que hay lo publicó el historiador George Collingridg en “Discovery of Australia” (1895), planos y manuscritos autógrafos dirigidos al Rey datados un 12 de Julio de 1607. Desconocemos la identidad exacta de Baes de Torres, más su cargo demuestra que tenía una formación solvente y era de estrato social alto. A principios del XVII, la presencia gallega en el Pacífico era importante originarios de Viveiro, posiblemente estuviera ligado a las familias allí asentadas. Por poner un ejemplo desconocido, Isabel Barreto (primera almiranta de la historia) se casó en segunda nupcias con Fernando de Castro, sobrino de Gómez (Capitán General de Filipinas) e hijo de Álvaro Pérez das Mariñas Ribadeneira. Puede que el Torres haga alusión a la Torre de Torés (As Nogais), solar de los Ribadeneira. Del mismo modo vemos varios Páez o Paes, como la madre de Luis Pérez das Mariñás, Ana Paes de Sotomaior. Otros son los Páez de Cora ( uno de los 4 linajes fundadores de Viveiro, Señores de Suegos, con Torres en Xerdiz, en la Ferrería de Bravos... ), algunos de ellos estaban allí por entonces, como el defensor del tagalo Fray Teodoro de Quirós.
Esta historia nos habla del descubrimiento del último continente, es el inicio de cierre del conocimiento geográfico terrestre. Efectivamente la Tierra Australis Incógnita era un territorio arcano, como otro planeta, un ecosistema virgen, aislado por completo desde las glaciaciones, sus grupos humanos tardaron en ver a iguales 44.000 años. @mundiario