La cumbre de presidentes autonómicos convocada por Feijóo no corre peligro

Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
Alberto Núñez Feijóo. / Mundiario
La Moncloa tiene garantías de que en ella se elaborará un documento consensuado similar a la declaración de Zaragoza de 2018.
La cumbre de presidentes autonómicos convocada por Feijóo no corre peligro

No hay vuelta atrás. La cumbre de presidentes autonómicos convocada por Feijóo no corre peligro. Al final, salvo imponderables, acudirán todos los que anunciaron su presencia el 2 de noviembre en Santiago de Compostela. Estarán los mandatarios de Asturias, Cantabria, las dos Castillas, Aragón, La Rioja y Extremadura. Junto con Galicia, sus comunidades abarcan más del sesenta por ciento del territorio nacional y aglutinan alrededor de un veinticinco por ciento de la población española. Al margen de militancias e ideologías, para todos ellos el actual presidente de la Xunta es un referente, por tener un marcado perfil propio, por la moderación, por su fiabilidad como interlocutor y por el sentido de Estado que viene demostrando desde que accedió al cargo. Coinciden además en que la convocatoria es pertinente y oportuna, porque el debate sobre la financiación no puede demorarse más.

La Moncloa no recela de este cónclave. Tiene la certeza -y la garantía a varias bandas- de que el objetivo es elaborar un documento de mínimos que plasme los criterios que sobre la nueva financiación autonómica comparten gobiernos regionales de diferente signo político pero con intereses comunes. Sánchez y su equipo se fían de Feijóo y saben que los presidentes socialistas, más por lealtad institucional que de partido, no se prestarán a un eventual juego de confrontación con el Gobierno de España. Seguramente también resulta tranquilizador que no tomen parte ni tengan voz en este encuentro los barones más montaraces del PP, la madrileña Ayuso y el murciano López Miras, que están en otra guerra, la suya propia, y que por razones obvias difícilmente podrían entenderse con los Page, Vara, Lambán o Barbón. Lo que no está tan claro es que al PSOE gobernante le convenga el "encumbramiento" de Don Alberto a base de este tipo de fotos.

MUCHO EN COMÚN

A la llamada de Feijóo acuden los mandatarios socialistas menos sanchistas y alguno de los que con mayor claridad viene manifestando su inquietud ante la posibilidad de que los pactos bilaterales con el soberanismo catalán puedan perjudicar financieramente al resto de España y sobre todo a las comunidades que padecen en mayor grado la despoblación, el envejecimiento y la dispersión. O sea, las suyas. La mayoría son veteranos de la política, tanto o más que su homólogo gallego. Como él encabezan gobiernos autonómicos que se consideran injustamente tratados o al menos perjudicados por el actual sistema de reparto territorial de los fondos del Estado. Y por encima de todo temen que el nuevo modelo no solo no corrija esa injusticia histórica sino que incluso la profundice si de lo que se trata es de desagraviar a Cataluña.

El encuentro autonómico de Compostela tiene un antecedente que invita al optimismo: la llamada declaración de Zaragoza, suscrita por los seis presidentes que en setiembre de 2018 se reunieron en la capital aragonesa, y que, desde el consenso territorial y la reivindicación de la multilateralidad, proclamaba el principio de igualdad, para que todos los españoles tengan los mismos derechos vivan donde vivan. Nada se avanzó desde entonces. El enquistamiento del conflicto catalán y lo inestable de la política española imposibilitaron hasta ayer un debate sosegado sobre un asunto de la máxima trascendencia para el conjunto de los ciudadanos. A fin de cuentas son las comunidades autónomas las que prestan los servicios públicos esenciales (sanidad, educación, atención social...). La cantidad y la calidad de esas prestaciones dependen sobre todo -aunque no solo- de los recursos económicos con que cuenten, es decir, de cómo el Estado reparta el dinero de todos. @mundiario

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