Los controles en los barcos gallegos no son iguales a los que se hacen en los vascos

Puerto de Ondárroa. / RR SS
Puerto de Ondárroa. / RR SS
En Ondárroa, por ejemplo, se realizan controles a los pescadores antes de que abandonen el puerto para salir a pescar. Y se practican nuevos controles cuando estos pescadores regresan a ese puerto y antes de que se reúnan con sus familias en sus hogares.
Los controles en los barcos gallegos no son iguales a los que se hacen en los vascos

​No sé si el coronavirus hará ricos a algunos personajes que, aparentemente, se están beneficiando de la extensión mundial del "bicho". Pongo por caso las empresas que juegan con las vidas de los afectados por el virus y que facturan al mejor postor sus productos de higiene y de seguridad contra la pandemia. Pero sí puedo certificar, y certifico, que la Covid-19 está arruinando a muchos y no solo por los argumentos utilizados por los responsables gubernativos, sino por el juego sucio de aquellos que adquieren en las lonjas un kilo de caballa por 40 o 50 céntimos de euro para que ese mismo kilo se venda posteriormente en los mercados y grandes superficies 10 o 15 veces más caro. 

Dando por descontado que no es el pescador, ni siquiera el armador del barco, el beneficiario de tal estado de cosas, el beneficio solo se puede adjudicar al intermediario y, en menor medida, al vendedor final. Se está rentabilizando el miedo a la muerte y el juego sucio de la no aplicación de medidas iguales para todos en todos los puertos de España, sean o no de interés general, sean o no responsabilidad de las autonomías. Porque en los barcos gallegos no se aplican con la misma exigencia las medidas acordadas por el Ejecutivo nacional que las que se aplican en los puertos vascos por los responsables del gobierno de Euskadi. En Ondárroa, por ejemplo, se realizan controles a los pescadores vascos antes de que abandonen el puerto para salir a pescar. Y se practican nuevos controles cuando estos pescadores regresan a ese puerto y antes de que se reúnan con sus familias en sus respectivos hogares. 

En estas fechas son cerca de una decena los barcos gallegos que faenan y desembarcan sus capturas, además de en el puerto ckitado de Ondárroa, en los vecinos de Laredo y Santoña. Son tripulantes gallegos que comparten barcos de entre 22 y 23 metros de eslora. Aquí conviven unos 12 tripulantes a los que nadie, absolutamente nadie, controla en cuanto a si están o no afectados por el coronavirus. Cuando estos tripulantes desembarcan, se desplazan -si su economía se lo permite- a sus casas y conviven el fin de semana con sus familias. ¿Sabe alguien  si están infectados por el virus, sabe alguien si lo están sus familias, sabe alguien si estas familias están trasladando a su entorno el "bicho"?

Ni siquiera sé si puedo formular estas preguntas a la Consellería do Mar o a la de Sanidade, o a ambas a la vez. Pero sí intento significar el peligro que para los marineros significa esa falta de control y de responsabilidad gubernativa porque, ¿de qué sirve que su esposa e hijos permanezcan en casa si, cuando llega el marinero a ésta va a convivir con ellos durante el fin de semana?. Y se pueden ver afectados unos y otros y buena parte de la población por unos míseros céntimos de euro, dos mil euros por todo lo capturado en jornadas interminables a repartir entre 12 hombres que no pueden guardar la distancia social, que no disponen de medios de protección adecuados, que no pueden ser verificados en cuanto a su estado físico por un sanitario, y que se lo juegan todo por 40-50 céntímos de euro el kilogramo de anchoa o de caballa. 

Son los mismos trabajadores de la mar a los que solo se permite a dos compartir un coche propio para desplazarse de Cantabria o el País Vasco a Galicia cuando, sin embargo, en la mar hay una docena de ellos en cada barco que lo comparten todo, incluída la zona de habilitación y el parque de pesca del barco. Y se les pagan unos céntimos de euro por un lance de varias horas y sin la seguridad de que se hallan bien de salud, sin rastro del coronavirus.

Estoy seguro de que hay quien saca beneficio, y mucho, del trabajo de estos hombres. Del riesgo que estos hombres corren por realizar un trabajo esencial para la alimentación de la población. Pero su riesgo no parece ser tenido en cuenta por aquellos que cobran por su responsabilidad en una consellería. @mundiario

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