La batalla sanitaria

Marcha por la Sanidad pública. / RR SS.
Marcha por la Sanidad pública. / RR SS.
La Sanidad está siendo, como ya lo fuera en otras ocasiones, caballo de batalla electoral. Por algo estamos en un año con elecciones municipales en primavera y generales en invierno.

Dígalo Agamenón o su porquero, lo cierto es que la sanidad pública gallega, como el Sistema Nacional de Salud en su conjunto, está aquejada de males muy serios. Hay coincidencia en el diagnóstico. La Atención Primaria padece graves deficiencias. Faltan médicos de familia y pediatras, en toda Galicia, pero especialmente en el área de Pontevedra-O Salnés y en las zonas más alejadas de las ciudades, que tampoco se libran de esas carencias. Hay listas de espera de varios días en centros de salud y ambulatorios y, consiguientemente, frecuentes colapsos en las urgencias. Son problemas que, en primera persona, constatan a diario los demandantes de los servicios sanitarios y sus allegados y que el Sergas no niega, aunque se sacude gran parte de la responsabilidad de esta delicada situación atribuyéndosela al Gobierno de España, que es el que tiene las competencias en la convocatoria de plazas MIR, en la flexibilizacion de los criterios de docencia o en la creación de nuevas especialidades.

La Sanidad está siendo, como ya lo fuera en otras ocasiones, caballo de batalla electoral. Por algo estamos en un año con elecciones municipales en primavera y generales en invierno. En Galicia son los nacionalistas del BNG y su entorno quienes llevan claramente la iniciativa en el intento de desgastar al gobierno autonómico del PP por el flanco sanitario. Y, como siempre que tienen ocasión, exhiben su potente músculo enervador y movilizador. Les secundan los socialistas, cuya capacidad de convocatoria es mucho menor, como quedó de manifiesto en la manifestación de Compostela, y que sin embargo no renuncian a sacar sus buenos réditos. Por ello, aunque con menos entusiasmo, el PSOE gallego se sube al carro, convencido de que hay un malestar general entre la población gallega por el deteriorio de los servicios de salud que se reflejará en las urnas.

Para la Xunta de Rueda, lo de las manifestaciones multitudianarias es lo menos preocupante. La prioridad era -y sigue siendo- evitar una huelga de sanitarios como las que se registran en otras comunidades, por el daño que causan al sistema y también, claro está, por el coste político. Y por ello la Consellería de Sanidad puso mucha carne en el asador, anunciando, en un oportuno golpe de efecto, entre otras medidas "de choque" y pioneras en toda España, considerables complementos salariales, disminución de la carga de trabajo y mayores facilidades, sin merma de ingresos, para compatibilizar la actividad pública con la consulta privada. Concesiones de bulto, que han dado su fruto, con los "sindicatos" médicos distanciándose de la oposición y plegando velas, dispuestos a conceder al gobierno gallego al menos una tregua, que no es poco en un contexto tan crítico.

Por su parte, los expertos extienden recetas técnico-políticas para combatir los achaques de la sanidad pública. Prescriben un reposado análisis que conduzca a la reformulación prácticamente total del sistema sanitario, empezando por la Atención Primaria. Se necesita más personal médico. Aún así no podrá haber un centro de salud plenamente dotado en cada municipio, lo cual no es contradictorio con la posibilidad de acercar la atención a las personas en determinados ámbitos. Hay que concentrar y zonificar los servicios básicos, dicen, además de crear dispositivos de urgencias extrahospitalarias o mejorar la coordinación entre niveles asistenciales y con el propio Sergas. Y concienciar a la población para racionalizar la demanda, apostando en serio por la medicina preventiva. Objetivo: que en la medida de lo posible la gente se cure en salud. @mundiario

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