Abel Caballero, entre el histrionismo y la bufonada

Abel Caballero. / Vídeo
Abel Caballero. / Vídeo

El principal enemigo de Don Abel no es el Partido Popular, ni la marea viguesa, ni un Benegá casi desaparecido, ni un Ciudadanos que pueda surgir de la nada; es él mismo... 

Abel Caballero, entre el histrionismo y la bufonada

Un histrión, en eso se está convirtiendo Abel Caballero, reconvertido en un actor teatral que divierte al público exagerando los rasgos del personaje que ha construido a base de caricaturizar su propia personalidad. Tiene también mucho de bufón. Su humor linda en ocasiones con lo grotesco, de ahí que haya entre la gente que le votaba o simpatizaba con él algunos sectores a los que empieza a dejar de caerles en gracia. Creen que hay cosas, los graves problemas de fondo que tiene la urbe que gobierna, que tendría que tomarse más en serio. Y no les divierte precisamente que Vigo sea noticia por las excentricidades de su alcalde y no por las innovadoras o ambiciosas iniciativas que la ciudad olívica debería poner en marcha para recuperar su condición de principal motor económico y abanderada de la modernidad social y cultural de la Galicia del futuro.

Sus críticos más acérrimos, a derecha e izquierda (desde el PP a En Marea o el Bloque), acusan a Caballero de perpetuarse en el poder a base de una peligrosa, casi explosiva, mezcla de populismo barato y localismo rancio, sazonada, eso sí, con un victimismo insolidario con el que ha ido generando la lógica antipatía de su propia zona de influencia metropolitana, de otras zonas urbanas y no digamos en el mundo rural. En eso, como en otros ámbitos, su referente es Paco Vázquez, el de "A Coruña es la gran capital de Galicia y sarna para los demás", cuyo irreductible localismo tanto daño causó a la construcción de Galicia como país articulado por sentimientos compartidos e intereses comunes. La gran diferencia entre ambos, si acaso, es que Vázquez, pese a los delirios de grandeza, no perdió del todo el sentido del ridículo.

Vídeo de Abel Caballero. / TouTube

Si se aficiona a ser "trending topic", a que le hagan canciones y a seguir dando el cante, lo esperable es que en las próximas elecciones municipales Caballero no sólo no mantenga su mayoría aplastante (diecisiete de veintisiete concejales), sino que pierda una parte significativa de sus apoyos en las urnas. El episodio de O Marisquiño, inevitablemente, le pasará factura, aunque no haya habido víctimas mortales y no sea posible establecer una responsabilidad directa del ayuntamiento en el accidente. Sin embargo, su mayor desgaste es el que se deriva de la saturación que pueden producir en el electorado menos "caballerista" los doce años que para entonces llevará en la alcaldía y sobre todo su conversión de un tiempo a esta parte en un "showman" que prioriza hacer reír –o que se hable de él– sobre una gestión eficaz.

El principal enemigo de Don Abel no es el Partido Popular, ni la marea viguesa, ni un Benegá casi desaparecido, ni un Ciudadanos que pueda surgir de la nada; es él mismo, con su histrionismo y sus bufonadas, y la "clá" que le acompaña habitualmente y que, como séquito fiel y agradecido, le ríe las gracietas. En el Pesedegá de su sobrino Gonzalo no quieren que se la pegue en las urnas de mayo (entre otras razones, porque se juegan la Diputación pontevedresa), pero tienen sobradas razones para pensar que una cura de humildad le vendría muy bien. Serviría para ponerlo en su sitio. En la cúpula del socialismo gallego no quieren ni pensar en la posibilidad de que consiga el objetivo de los veinte concejales o se acerque. Entonces sí que perdería definitivamente el Oremus y se convirtiría para el partido, aquí y en Madrid, en un terrible dolor de muelas. Por ahora solo es una jaqueca... Incómoda, pero llevadera. @mundiario

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