Abanca, el buen negocio de Escotet

Sede de Abanca en A Coruña. / Mundiario
Sede de Abanca en A Coruña. / Mundiario

Abanca quiere ser una entidad con sus raíces y liderazgo en Galicia, pero sin renunciar a las posibilidades de expansión que pueda abrirle la siguiente fase del inconcluso proceso de reestructuración bancaria.

Abanca, el buen negocio de Escotet

Está de enhorabuena. El 2018 fue un muy buen año para Abanca. Con mucho, el mejor de la breve historia de la entidad "heredera" de las desaparecidas cajas de ahorro gallegas. Logró un beneficio de 430 millones de euros, un 17,3 por ciento más que en el ejercicio anterior, y sus niveles de solvencia se sitúan entre los mejores del sector bancario. Y, lo que es más importante, con la compra del negocio español de Caixa Geral y la red portuguesa del Deutsche Bank,  sentó las bases para seguir creciendo en el "mercado ibérico". Abanca quiere ser una entidad con sus raíces y liderazgo en Galicia, pero sin renunciar a las posibilidades de expansión que pueda abrirle la siguiente fase del inconcluso proceso de reestructuración bancaria.

Sin embargo, lo más esperanzador de la presentación de resultados de Abanca es el anuncio por parte del "patrón" Juan Carlos Escotet de que su banco invertirá en el capital de empresas gallegas, sobre todo en aquellas que tengan carácter estratégico y, además de crear empleo y riqueza para Galicia, generen valor para la entidad. En román paladino, quiere decir que seguirá la línea marcada por las inversiones en la nueva Pescanova, donde ya es el primer accionista con algo más del 30 por ciento del capital. Nada de riesgo especulativo. Será una apuesta medida, sobre seguro, por la economía productiva y por sectores y compañías con claras perspectivas de viabilidad y rentabilidad.

Cada vez que Abanca da cuenta de sus beneficios, se hacen oír alguna voces que consideran un regalo lo que recibió Escotet cuando el Gobierno Rajoy le adjudicó el banco creado tras la nacionalización de Novacaixagalicia, previamente saneado con varios miles de millones de euros. Hay interés en pasar por alto el detalle de que en aquella puja nadie ofreció más que el financiero venezolano. Y en tener en cuenta que cualquier otro de los grupos que optaban a comprar los restos del naufragio de las cajas gallegas habría tenido que despedir cientos de trabajadores y cerrar muchas oficinas por la redundancia de las redes, con el consiguiente perjuicio para la plantilla y la clientela. Quien tomó la decisión optó por el menor de los males.

NCG Banco, líder absoluto del negocio financiero en Galicia, fue adjudicado a finales de 2013 por poco más de mil millones de euros, cuando sanear la entidad había costado a las arcas públicas nueve veces más. Hay un amplio consenso entre los expertos del sector en que retrasar tres o cuatro años la reprivatización hubiera permitido recuperar una parte sustancial de ese coste. La Unión Europea daba de plazo hasta 2016. Sin embargo, al FROB, al Banco de España y al ministro De Guindos les entraron las prisas, a sabiendas de que con esa premura el Estado podía estar perdiendo dinero. Fue una decisión política, pura y dura, que nos perjudicó a los gallegos y a los españoles en general. Como la de bancarizar las cajas. Eso desde luego no lo decidió Feijoo, puede que ni el mismísmimo Rajoy. Tampoco Escotet, que, sin embargo, resultó ser el gran beneficiario de que se adelantara la puja...  y de que el banco subastado fuera lo que se dice una ganga. @mundiario

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