¿Es necesario seguir apretando las clavijas a los ya enclavijados?

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español.

Sería ceguera rayana en la locura creer que ofreciendo empleos precarios, horarios de esclavo, salarios de hambre y baja cobertura social el sistema tendría viabilidad.

¿Es necesario seguir apretando las clavijas a los ya enclavijados?

Sería ceguera rayana en la locura creer que ofreciendo empleos precarios, horarios de esclavo, salarios de hambre y baja cobertura social el sistema tendría viabilidad.

El señor presidente del Gobierno antes de irse de vacaciones quiso presentar este su balance del curso político: la economía española ha entrado en una fase de creación sostenida de empleo, anticipo de tiempos de tortas y pan pintado.  Un vaticinio que confirma su desconocimiento de las verdaderas causas de la crisis, y por ende de cómo tratarla.

El desaguisado empezó con las políticas neoliberales de primar las rentas de capital a costa de las del trabajo, lo que en un mercado desregulado lleva inexorablemente a la acumulación de aquéllas en pocas manos y al empobrecimiento de la mayoría de asalariados (salvo los directivos); sigue con la bajada del consumo y termina en la recesión.  Un gobierno responsable y decente tendría que reconocer su dramático error y rectificar el rumbo de inmediato: las políticas económicas que crean desigualdad y exclusión social crecientes conducen al despeñadero.

Para que los brotes verdes terminen en huertos de verduras esmaltados hay que aceptar que  un reparto justo de la riqueza nacional, además de a la cohesión social, favorece el movimiento de la economía. Hay que esperar que los que aprovecharon la crisis para talar el Estado de Bienestar, de cuya sombra protectora sólo ellos pueden prescindir, tengan la prudencia de no oponerse a un acuerdo razonable que acerque el capital y el trabajo.  Sería ceguera rayana en la locura creer que ofreciendo empleos precarios, horarios de esclavo, salarios de hambre y baja cobertura social el sistema tendría viabilidad.

He aquí una prueba de que nuestro presidente entretiene sus ocios pensando en otras vainas: el escenario que pintan sus previsiones no cuadra con las medidas de reducción del gasto público que propone el ministro de Hacienda señor Montoro para el año de 2015. Si a España le pinta tan bien como dicen, ¿qué necesidad hay de seguir apretando las clavijas a los ya enclavijados españolitos? El que avisa no es traidor.

Con esta desmesura oportunista pretenden los populares recuperar la confianza perdida: por su incumplimiento descarado de las promesas electorales, inhumana política económica e irritante permisividad con la corrupción. En las municipales recogerán lo que siembren.

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