La grave crisis sanitaria, oportunidad de futuro para Pharma Mar, una rara avis en Bolsa
Aplidin se llama. Es un antitumoral, pensado para tratar el mieloma múltiple, que ojalá pronto pueda ser utilizado en la lucha contra el coronavirus. Varios ensayos clínicos, supervisados por el CSIC, acreditan la eficacia de este fármaco creado por Pharma Mar, una compañía con ADN gallego, emparentada con Pescanova, y fundada por uno de los descendientes de José Fernández López, el emprendedor lugués que creó el Grupo Fernández. La biofarmacéutica con sede en Madrid, que preside José María Fernández de Sousa Faro, está recibiendo el respaldo público de destacados investigadores y científicos de todo el mundo que, a falta de la ansiada vacuna, sitúan la molécula patentada por Pharma Mar entre los medicamentos capaces de combatir la Covid-19 con una más que razonable garantía de éxito.
Pharma Mar es líder mundial en la investigación y el desarrollo de fármacos de origen marino para el tratamiento de enfermedades tumorales. Nació en el seno de Zeltia, la innovadora empresa de O Porriño que sintetizó el DDT y cuya división agrícola popularizó el ZZ, entre otros pesticidas e insecticidas utilizados durante décadas por los agricultores gallegos. Rara era la familia del rural gallego que no empleaba algunos de sus productos en las huertas, en las viñas o en los sembrados. Eran marcas tan populares y familiares como el mítico Almanaque Agrícola ZZ, que aún se edita y que competía con O Mentireiro Verdadeiro en eso de mezclar la sabiduría del refranero popular, con calendarios lunares, textos divulgativos y publicidad.
La gravísima crisis sanitaria que mantiene a medio mundo confinado puede ser la gran oportunidad de futuro para Pharma Mar. Es una de las pocas compañías a las que en un contexto tan crítico como el actual les está yendo bien en la Bolsa. El valor de sus acciones se disparó a partir de las expectativas de negocio que genera el posible empleo del aplidin en infectados por Covid-19. El equipo de José María Fernández tiene una fe ciega en que esta es una ocasión única para el definitivo despegue de la empresa biotecnológica nacida del empeño de unos visionarios que, treinta y cinco años atrás, seguramente contemplando el Mar de Vigo, apostaron por buscar en el ignoto fondo de los oceános los remedios para muchas de las graves enfermedades que padecemos.
Apremiados como estamos ahora mismo en la dura lucha contra el coronavirus, al común de los mortales se nos antoja exasperante la lentitud de los organismos públicos responsables de dar el visto bueno a los nuevos medicamentos o a autorizar su empleo en el tratamiento de patologías para las que no fueron inicialmente creados, cuando como en este caso parece que lo suyo es arriesgar. Resulta difícil entender que haya tantas reservas para utilizar el aplidin en España y en Europa cuando en otras latitudes no han duda en emplearlo con esperanzadores resultados, a falta de un tratamiento específico por el que habrá que esperar aún muchos meses y que, como la deseada vacuna preventiva, para muchos futuros infectados llegará –si llega– demasiado tarde. @mundiario
