Tras la victoria de Syriza en Grecia, Europa se pregunta qué hacer con la deuda pública

Alexis Tsipras.
Alexis Tsipras.

La cuestión es discernir si con un 175% de deuda sobre el PIB, existe margen de maniobra sin recurrir a una quita significativa, explica este economista y analista de MUNDIARIO.

Tras la victoria de Syriza en Grecia, Europa se pregunta qué hacer con la deuda pública

La cuestión es discernir si con un 175% de deuda sobre el PIB, existe margen de maniobra sin recurrir a una quita significativa, explica este economista y analista de MUNDIARIO.

Cuando el Tratado de Maastricht determinó como criterio de convergencia una deuda pública inferior al 60% del PIB, de alguna manera estaba marcando la línea que garantizaba la solvencia de las cuentas públicas. En 2007, último año de vacas gordas, la zona Euro en su conjunto presentaba una deuda pública del 66% sobre el PIB. Así pues, no parece que aquel índice del 60% se hubiese tomado muy en serio por las autoridades económicas europeas. Tal vez miraban de reojo a Japón, que aquel año presentaba un ratio del 183% (en 2013 llegó al 237%!) e incluso a Estados Unidos que se movía en valores similares a los europeos, en concreto en el 64%.

Evolución de la deuda pública durante la crisis

Lo cierto es que el mundo en su conjunto ha experimentado un incremento sustancial en sus cifras de deuda desde 2007. Sirva la tabla adjunta como panorama de su evolución hasta 2013, último ejercicio con cifras comparables:

País o Zona
2007
2013
Japón
183%
237%
Estados Unidos
64%
104%
Reino Unido
44%
87%
Zona Euro
66%
91%
Alemania
63%
77%
Francia
64%
92%
España
35%
92%
Portugal
68%
128%
Italia
100%
128%
Grecia
103%
175%

 

Llama la atención el caso de España, cuyo índice aumenta en un 163% mientras que en ningún otro país se ha llegado al 100% de incremento (casi el Reino Unido). Esta pésima circunstancia presenta dos explicaciones: la burbuja inmobiliaria que inflaba el PIB español, por un lado, y la pésima gestión de la crisis realizada tanto por el gobierno socialista (incremento anual de 8 puntos del ratio de deuda pública entre 2007 y 2011) como por el conservador del PP (el incremento se fue hasta los 10 puntos anuales entre 2011 y 2014).

Pagable o impagable

¿Se puede pagar la deuda? Esa es la discusión que mantiene entretenidos a economistas y políticos. Por un lado, hemos de sostener que los inversores consideran pagable la deuda de países como Japón o Estados Unidos; de otra manera, no se entenderían los intereses incluso negativos que se requieren a sus respectivas emisiones. No se puede decir lo mismo de la deuda griega: en el momento de redactar este artículo, el bono griego a diez años se paga al 10,75%. Ese es el tipo de interés que demandan los inversores, lo que implica una prima de riesgo de 1038 puntos respecto al bono alemán cuya rentabilidad es del 0,37%.

Una deuda, pública o privada, se considera pagable cuando se estima que el deudor genera suficientes ingresos como para restituir los fondos solicitados en las condiciones pactadas. Así pues, la sostenibilidad de la deuda pública tendrá mucho que ver, en primer lugar, con el ratio entre ingresos públicos sobre el PIB. Tal como hemos indicado en repetidas ocasiones, España presenta en este aspecto un raquítico 35% lejos de la media europea del 44% que coincide, además, con el índice griego. Elevar esa cifra es una de las esenciales asignaturas pendientes de la economía española, pero no de la griega.

Respecto a las condiciones de pago, España presenta en estos momentos los tipos de interés más bajos de su historia fruto de la evolución de la rentabilidad general de los activos financieros y de la reducción de la prima de riesgo tras las sucesivas intervenciones del BCE. Grecia cuenta igualmente con unas condiciones óptimas de financiación gracias a los rescates aprobados en el seno de la Unión Europea. La deuda pública griega está financiada en estos momentos, en su mayor parte, no por los mercados financieros (inversores privados) sino por los países de la Unión (inversores públicos) en unas condiciones de tipo de interés y plazo notablemente más ventajosas de las que obtendrían en los mercados, algo por otra parte bastante complicado. ¿Por qué? Pues porque los mercados dudan precisamente de la capacidad de pago del Tesoro griego.

Políticas de crecimiento, una vez más

¿Qué sucederá en los próximos meses? Grecia no está en condiciones de adoptar una postura de fuerza ante la Unión Europea por lo cual las posibilidades de una quita deberían desestimarse. Habría que considerar además el efecto pernicioso sobre la deuda de otros países, como España, y en general sobre los propios mercados financieros. Cabe entonces relajar las cláusulas que definen los cálculos de cada vencimiento pero tampoco en ese plano existe un margen de maniobra importante.

Posiblemente sea la hora de fijarse en el denominador del cociente. Hablamos de un 175% de deuda pública sobre PIB, del 100% en el caso de España. Quiere esto decir que un aumento del PIB implica una evidente reducción del ratio, lo que implica una menor carga financiera relativa. Así pues, una vez más, se impone la necesidad de aplicar políticas de crecimiento, tanto de oferta con el estímulo de las inversiones, como de demanda con medidas de aumento de renta e incentivación del consumo. Una medicina no solo aplicable a Grecia sino al conjunto de la zona Euro. España, además, debe introducir una política dirigida a aumentar los ingresos públicos; urgentemente. 

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