Un trato distinto

Amanecer en el puerto de Oza, en A Coruña. / Twitter
Amanecer en el puerto de Oza, en A Coruña. / Twitter
El Gobierno no quiere saber nada de tren a Langosteira si los costes de construcción de este nuevo vial no se subvencionan con lo que recauden de la venta de los terrenos de San Diego.

El pasado fin de semana ha sido para los coruñeses y los visitantes de A Coruña, una magnífica ocasión para recordar lo que fue su espacio favorito para pasear: el puerto. En este caso concreto, una parte del puerto que, al igual que el resto de las instalaciones portuarias, permanecía cerrada al público desde hace 20 años. Primero, por iniciativa de la propia Autoridad Portuaria, que supongo llegó a pensar que todo el espacio ocupado por el tinglado portuario era de su exclusiva competencia; y segundo, por la obligada observancia de las normas impuestas por los acuerdos de Schengen que establecían medidas de control intraportuarias allí donde se efectuaban -caso del puerto de A Coruña- operaciones internacionales de desembarque y embarque de pasajeros y mercancías. Por estas circunstancias, los coruñeses y visitantes de la ciudad vieron reducidas en más de un 80% sus posibilidades de caminar por la veramar desde la dársena de la Marina al puerto de Oza.

Una alcaldesa satisfecha

Inés Rey, alcaldesa de A Coruña, mostraba en las redes sociales su satisfacción por tal apertura al mar consecuencia del derribo de silos en los muelles de Batería y  Calvo  Sotelo. A la vez hacía votos para que nunca más se cerrase a la ciudadanía la visión de su ría, de su mar, de sus posibilidades de "embotellar" (verbo utilizado por el escritor coruñés Jorge García Barros para referirse a sus paseos por la Marina) sol, brisa marina y mar sin la intermediación entre ella y el mar de edificios que, como es sabido, figuran en los planes del presidente de las Xunta para la zona de San Diego, por los que se pagarán buenos dividendos a la Autoridad Portaria y básicos para que el tren llegue al puerto de punta Langosteira, donde se ubica el denominado Puerto Exterior. En los futuribles de la alcaldesa y la Universidade da Coruña se plantea firmemente el derribo del edificio del hotel Atlántico y el de Palexco, este en el interior del recinto portuario de la dársena, para abrir al mar esta zona, corazón coruñés en su máxima expresión. Son dos modos muy distintos de diseñar el futuro. Este, basado sobre todo en la posibilidad de recaudar los millones de euros necesarios para hacer frente a la inmensa deuda de la Autoridad Portuaria y cuya única posible vía de recuperación económica radica en la venta de los terrenos expeditos en la explanada de San Diego, futuro Agra II si, como parece, es la venta de terrenos la única posibilidad de recaudar dinero para hacer frente a las deudas.

Porque puertos del estado y gobierno no aportan euros

Sin planteamientos. El Gobierno no quiere saber nada de tren a Langosteira si los costes de construcción de este nuevo vial no se subvencionan con lo que recauden de la venta de los terrenos de San Diego.
La capacidad económica de la Autoridad Portuaria es, a juicio del presidente de Puertos del Estado, ínfima, mínima, porque está en puertas de la bancarrota. El Ayuntamiento, per se, no dispone tampoco de la capacidad económica necesaria para contribuir al pago de deudas y la creación de la vía férrea al puerto exterior. La Xunta, pito, pito, pajarito. Y Puertos del Estado, "a velas vir". 

Única solución, vender terrenos portuarios

Los euros que conforman los presupuestos nacionales no van a encontrar nada que justifique inversión en el puerto exterior de Arteixo (Punta Langosteira) en donde para que el puerto sea tal precisa impepinablemente de un enlace ferroviario para el transporte de todo tipo de mercancías. 

Sí han hallado destino los dineros estatales en la instalaciones portuarias de Valencia y, recientemente, en el Puerto de Bilbao destinados a la ampliación del Abra Exterior: 231 metros de prolongación de su línea de atraque y 49.762 m2 en su superficie, a disposición  de los operadores, con una nueva infraestructura portuaria que mejorará sustancialmente la operatividad en términos de eficiencia de la dársena sur. El Consejo de Ministros ha dado el visto bueno a las obras cuya ejecución será de 18 meses y con una inversión de 28,8 millones de euros que aportará el Gobierno para que la explanada quede protegida de los efectos del oleaje. 

El puerto de Punta Langosteira tiene el mismo o peor oleaje, pero Galicia no dispone de diputados que amparen a un Gobierno en minoría. @mundiario

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