La UE y el Reino Unido superan el obstáculo de la competencia para acordar un Brexit justo

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Los negociadores para el Brexit del Reino Unido y la Unión Europea, David Frost y Michell Barnier, respectivamente / RTVE.es
Todo parece indicar que la igualdad laboral, comercial y financiera será la nueva constante en una Europa que ya no tendrá al Reino Unido como el pilar de su club de potencias.
La UE y el Reino Unido superan el obstáculo de la competencia para acordar un Brexit justo

La desconexión política, económica, comercial y diplomática más trascendental de la era moderna está a punto de hacerse oficial. El divorcio está pactado en buenos términos; un giro de última hora a lo que se creía iba a ser una ruptura brusca, antipolítica y plagada de incertidumbre para los migrantes, las empresas, las familias, los trabajadores y para Bruselas, el epicentro de poder del mayor bloque de potencias en Occidente, que ya perderá a uno de sus pilares; nada más y nada menos que la sexta economía del mundo. 

Ya se avizora humo blanco. Y es que los equipos negociadores de la Unión Europea y del Reino Unido se reúnen este miércoles para negociar la parte más filosa y crispante del acuerdo para un Brexit equilibrado que no deje en el limbo a cientos de empresas y trabajadores que viven de los flujos comerciales entre la zona euro y la Gran Bretaña. 


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Más allá de puntos aclarados como el del Mercado Interior Europeo, del cual Londres no seguir formando parte por las estrictas normas de aranceles e impuestos de Bruselas, el obstáculo que les impedía avanzar desde hace casi 40 días ha sido resuelto por la diplomacia de la retórica comercial ganar-ganar. Los europeos y los británicos (para distinguir a ambas contrapartes) han pactado ya el mecanismo que garantizará “la adopción de represalias comerciales en caso de que una de las dos partes incurra en una competencia desleal”, de acuerdo con las declaraciones del negociador jefe de la UE, Michel Barnier, reseñadas por la agencia Euronews. 

Esto implica que si una de las dos partes decide exportar mercancías de la otra a Europa, Asia u otra región con precios por encima de los costos originarios del Mercado Interior con sobrefacturaciones por los aranceles, se podrá activar el mecanismo de auditoría comercial dispuesto por la Comisión Europea y, posiblemente, con la mediación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para evitar disputas o litigios comerciales que eleven las tensiones diplomáticas y agraven las economías tanto de los países de la UE, principalmente Alemania y Francia, como del Reino Unido.

Con ese principio de acuerdo sobre ese asunto sensible, ahora sólo queda negociar las cuotas que las empresas pesqueras europeas deberán pagar al Gobierno del Reino Unido y a las pesqueras británicas por navegar y producir en sus aguas territoriales. Ese es el último obstáculo para cerrar casi 11 meses de negociación a dos semanas de que expire el plazo, pues el 31 de diciembre Londres saldrá inevitablemente de la Unión Europea.

De esta forma, se garantizará que las inversiones de capitales extranjeros en ese sector tan rentable de la economía británica puedan multiplicarse a medida que más tenedores de bonos y accionistas decidan sumarse a la Bolsa de Londres cuando las empresas del Reino Unido comiencen a expandirse con más viabilidad a nuevos mercados al tener que pagar más aranceles e impuestos a la UE.

Los equipos dirigidos por Michel Barnier, en el lado europeo, y David Frost, en el británico, han redoblado el esfuerzo ante unas horas que son decisivas y que podrían poner punto final a la agónica negociación de las últimas semanas, donde ni siquiera una cena entre el primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha servido para convencer a Londres de que una relación comercial sin excesos es lo mejor para preservar la estabilidad de la economía europea y mundial, pues si Reino Unido trabaja con Alemania y Francia en la ampliación de las exportaciones, sus economías podrían crecer más y se abastecerán aun más las cadenas de suministro que mueven los sistemas de producción de los países del mundo. 

Las crecientes colas de camiones para cruzar el canal de La Mancha y el riesgo de carencias o escasez de suministros básicos para los importadores británicos ante el acaparamiento de mercancías de varias empresas inglesas por la incertidumbre de que hubiese un Brexit sin acuerdo -antes del hito alcanzado este miércoles- han hecho que la expectativa global por el shock positivo o negativo que ese hecho histórico imprimirá en la economía mundial vea cómo se avanza con más tranquilidad hacia el fin del periodo de transición al Brexit, que llegará el 31 de diciembre de forma definitiva e irreversible, ya sin más discursos, retórica, comunicados diplomáticos ni vacíos en las negociaciones.

El canal de la Mancha es el brazo de mar del océano Atlántico que lo comunica con el mar del Norte, al oeste de Europa, y separa el noroeste de Francia de la isla de Gran Bretaña (Reino Unido). Por ese estrecho pasan las mercancías que entran y salen de Europa hacia Estados Unidos, Canadá y América Latina, es decir, es la ruta comercial más estratégica para la UE y Bruselas quiere conservar sus prerrogativas en ese mar territorial británico.

La UE ofrece al Reino Unido la posibilidad de mantener ese acceso privilegiado al mercado interior europeo, pero a cambio de un mecanismo de control que garantice una competencia leal entre las empresas británicas y europeas, según reseñó El País.

Todo parece indicar que la igualdad laboral, comercial y financiera será la nueva constante en una Europa que ya no tendrá al Reino Unido como el pilar de su club de potencias, pero el tiempo dirá si es posible una nueva era de prosperidad económica en la UE sin la importante contribución de los británicos, que han decidido labrar su propio futuro sin compromisos ni cargas monetarias con la burocracia europea. @mundiario

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