Tras enormes inyecciones de dinero público, Bankia o NCG ya registraron beneficios

Sucedió en el primer trimestre y marca un punto de inflexión que debería servir para cambiar la política en favor del crecimiento y el empleo, según Sergio Barbeira, que debuta en MUNDIARIO.
Tras enormes inyecciones de dinero público, Bankia o NCG ya registraron beneficios

Hoy en día existe un debate, cada vez más mediatizado, en torno a cuál es el papel que deben tomar los gobiernos para decir adiós de una vez a esta crisis que ya se prolonga más de cinco años y que afecta con especial virulencia a Europa. Simplificando mucho las cosas ese debate gira en torno a una decisión totalmente bipolar: o seguir con la política de austeridad y ajustes o, por el contrario, apostar más decididamente por estimular la economía para que resurja de entre sus cenizas.

No voy a ocultar que soy partidario de esta segunda opción y, sinceramente, creo que los hechos están decantando, y estoy convencido de que acabarán decantando, la balanza hacia políticas de crecimiento. Porque... ¿qué tenemos hasta ahora? ¿Qué nos ha aportado la austeridad? Ni siquiera estamos convencidos de poder decir que gracias a ella hemos saneado las cuentas públicas, porque a cada agujero que tapamos tenemos que poner un nuevo parche para evitar que la sangría se vaya por otro derrotero.

En Europa, sobre todo, los ejemplos son clarísimos. A los nefastos efectos de las políticas constrictivas se suma una debilidad enorme del continente como una unidad política y económica que sea capaz de afrontar los desafíos de otras áreas más vigorosas como Estados Unidos y Asia (e incluso diría que Latinoamérica). Pero este es otro tema más amplio que no conviene abordar aquí.

Sobre todo, lo que quiero transmitir es que la realidad nos impone unas conclusiones claras: la austeridad como única receta es un producto con fecha de caducidad. Y los estímulos son necesarios, sobre todo si una economía como la española depende tanto de la demanda interna para crecer y así crear empleo. Y sobra decir que los españoles tienen que esperar hasta 2019 o cuando los coches vuelen para empezar a notas los efectos de las reformas puestas en marcha. Todos, incluido el Gobierno, sabemos que no se puede esperar tanto. Ni tan siquiera hasta 2015 o 2016, porque la situación de millones de personas es desesperada.

¿Qué podemos hacer entonces? Pues a falta de medidas más ingeniosas, siempre nos queda aprender de algunas lecciones del pasado. Y no voy a hablar de Keynes, no. Esta vez no toca. Creo que debemos apostar por medidas más adaptadas a la realidad actual sin obviar que ciertas políticas en el pasado dieron buenos resultados.

Es el caso particular de LG Group (siglas de 'Lucky Goldstar'), conglomerado empresarial coreano que en los años 60 recibió una prohibición del gobierno del país asiático que le impedía hacer negocio en la industria textil. LG fue forzado a entrar en la industria electrónica, una decisión gubernamental que ha convertido a la empresa en uno de los gigantes del sector a nivel mundial. Lo mismo sucedió con Hyundai, presionado hasta la saciedad para dedicarse a la construcción de buques. Hoy es uno de los mayores astilleros del mundo, además de uno de los más importantes fabricantes automovilísticos. Y eso que ningún inversor apostó en su día por los planes del gobierno coreano de tomar las riendas de determinadas aventuras empresariales como las que acabo de citar. Aventuras que ahora son grandes corporaciones privadas y que los neoliberales negarán que en algún momento fueron intervenidas por el Estado.

Aplicado a España, el Gobierno ha tomado la mayoría del accionariado de enormes entidades financieras que, bien gestionadas, se pueden utilizar en beneficio de la economía, para impulsar el tejido empresarial canalizando el crédito que no acaba de llegar. No olvidemos que después de las enormes inyecciones de dinero público (nuestro dinero) Bankia o NCG Banco ya han registrado beneficios en el primer trimestre de 2013. Un punto de inflexión que debería servir para cambiar las políticas económicas en favor del crecimiento y el empleo.

Por este motivo, el Gobierno debería perder el miedo a usar la banca con fines públicos, es decir, para sanear la economía (que es la mejor forma de sanear las cuentas públicas). Esta medida producirá en el corto y medio plazo una recuperación que beneficiará al sector privado. El dinero ya nos lo hemos gastado, Europa ya nos lo ha prestado. Pero no podremos devolverlo si la gente sigue en paro, si las empresas siguen cerrando...porque seguiremos sin tener dinero y, entonces, ¿de qué servirá tener la mejor banca del mundo?

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