La trama de sobornos en Namibia que podría golpear a las pesqueras gallegas

David Troncoso, Ignacio González, Bernhard Esau, Nangula Frieda Ithete, Ángel Tordesillas y Jacobo González-Robatto. / Novanam
David Troncoso, director general de Pesca del Grupo Nueva Pescanova; Ignacio González, Consejero Delegado de Nueva Pescanova SL; Bernhard Esau, (ex) ministro de Pesca de Namibia; Nangula Frieda Ithete, embajadora de Namibia; Ángel Tordesillas, (ex) máximo responsable de Pescanova para Namibia y Sudáfrica y Jacobo González-Robatto, Presidente del Consejo de Administración de Nueva Pescanova SL. / Nabimian Sun

Gran parte del pescado congelado que llega a las tiendas gallegas procede de ese país, que colabora desde hace años con la Xunta. Por su parte, el Gobierno gallego asesora en investigación pesquera y en acuicultura a Namibia.

La trama de sobornos en Namibia que podría golpear a las pesqueras gallegas

La trama de sobornos en el ámbito pesquero en Namibia, podría golpear a barcos de diferentes pesqueras gallegas. Estos amaños, recientemente sacados a la luz (Wikileaks filtró más de 30.000 documentos donde queda patente cómo se repartían las cuotas de pesca en el país africano) ha provocado la dimisión del ministro de los ministros de Pesca y de Justicia de Namibia, Bernard Esau y Sackeus Shanghala.

¿Cómo afecta esto a las pesqueras gallegas? En Namibia, 7 de cada 10 merluzas que se pescan son de alguna de las 5 empresas gallegas que se encuentran allí: Iberconsa, Pescanova, Pereira, Mascato y Copemar. El caladero del país africano es uno de los mejores del mundo y las dimisiones de los ministros están teniendo un fuerte impacto en el país con consecuencias que aún están por ver.

¿Cómo sale a la luz esta trama? Johannes Stefansson, gerente de la empresa islandesa Samherti afincada en Namibia, admitía en una entrevista que el reparto de cuotas funciona como una actividad criminal y que se pagaban grandes cantidades de dinero a los responsables del reparto, a los ministros básicamente, a través de entramados internacionales usando países como Chipre o Mauricio.

Para hacerlo más sencillo de entender aún: los países que tienen mar disponen de una parte “propia”, algo así como el espacio aéreo de un país, en la que reparten las pescas anuales en cuotas que se asignan a cada barco. ¿Cómo se reparten esas cuotas? Expertos biólogos nacionales e internacionales hacen una estimación de cuánto pescado puede haber en el caladero y cuál es el máximo que se puede pescar para que la vida marítima no se vea afectada y se mantenga un equilibrio.  Una vez que tenemos el máximo de pesca en el caladero, el gobierno de ese país reparte el pescado a los diferentes barcos en función de unas cuotas que normalmente se asignan a un barco y serían algo así como una concesión. Por esto, muchas veces, las empresas pesqueras prefieren comprar barcos que invertir en nuevos, ya que estos tienen una cuota asignada y que le den una cuota a un barco nuevo es muy complicado e incluso suele ocurrir que la cuota de pesca vale más que el propio barco.

¿Cómo se asignan estas cuotas a los barcos/empresas? Pues cada país tiene criterios diferentes, pero muchos de ellos van en función de que el empleo que se cree sea en el país, que se tribute en el país, que los barcos tengan capacidad de pesca…

El problema que tenemos en Namibia, y quién sabe si en otros países del estilo como Argentina que también tiene unos caladeros considerables y un funcionariado altamente corrupto (no en vano, el país obtuvo en 2018, 40 puntos en el Índice de precepción de la Corrupción sobre 100, siendo 0 un alto nivel de corrupción y 100 un bajo nivel), no viene por el reparto de las cuotas, ya que eso esta bastante claro y bien definido, sino por la sobrepesca y lo que se está pagando por detrás a funcionarios corruptos.

Pensemos que tenemos un barco en Namibia y que este barco tiene una cuota de 2.000 toneladas de merluza al año, pero resulta que nuestro barco podría pescar 3.500 toneladas al año tranquilamente y tenemos recursos para poder hacerlo. Pues, básicamente, lo que se estaba haciendo era pagar a estos funcionarios de Namibia a través de paraísos fiscales unas cantidades de dinero considerables para poder sobrepescar todo lo que el barco podía.

¿Qué consecuencias tiene esta sobrepesca? Varias. La más importante, un deterioro importante del caladero e hipotecar el futuro de la pesca. Por otro lado, para las empresas y para estos funcionarios, mayores beneficios a corto plazo y la generación de un dinero negro (y también sucio) que servirá para otros propósitos.

Habrá que estar pendientes de cómo avanza esta investigación en Namibia, aunque teniendo en cuenta el país, probablemente quedará solo en unas insignificantes dimisiones de estos personajes sin escrúpulos. @mundiario

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