¿Tiene sentido un país que gasta más en intereses que en todos sus funcionarios?

El presidente Mariano Rajoy, en la CEOE.
El presidente Mariano Rajoy, en la CEOE.

El arreglo de las cuentas públicas de España no es tanto un asunto de izquierdas o de derechas como de adoptar pautas propias de los países desarrollados de Europa, donde se alterna la izquierda y la derecha.

¿Tiene sentido un país que gasta más en intereses que en todos sus funcionarios?

Con todas sus limitaciones, España no está lejos de recuperar sus niveles de producción de los años de bonanza y tiene un nivel de ingresos públicos similar al de 2008, a pesar de que se fueron millones de inmigrantes que entonces vivían en España y de que también se marcharon los nuevos emigrantes españoles, en su mayoría jóvenes cualificados que aquí no tienen oportunidades.

¿Por qué razón si la riqueza anual del país es similar ahora se vive peor? ¿Y por qué si ahora Hacienda ingresa casi lo mismo el Estado no para de recortar? ¿Cómo se explica que haya tanta desigualdad? ¿Tan mal repartido está ahora el PIB? ¿Por qué hay tanto paro si la tarta a repartir no es tan distinta?

El Estado ingresó en 2015 por tributos 227.535 millones de euros, cifra que es casi igual a la de los ingresos tributarios de 2008: 227.589 millones

Son muchos los factores que inciden en todos estos frentes pero en aras de aportar alguna luz podríamos seleccionar unos cuantos datos, ilustrativos de cómo funciona la economía española. El Estado ingresó en 2015 por tributos 227.535 millones de euros, cifra que es casi igual a la de los ingresos tributarios de 2008: 227.589 millones. En esas cantidades se incluyen los impuestos del IRPF, Sociedades, IVA, Especiales y otros tributos.

En 2015, por IRPF Hacienda ingresó algo más de 84.000 millones, cifra similar a la de 2007. Tampoco fue muy diferente el saldo del IVA: 83.760 millones en 2015 y 80.000 millones en 2008. Por impuestos especiales se ingresó lo mismo en 2015 (20.147 millones) que en 2007 (20.143 millones). En otros impuestos, más incluso en 2015 que en 2007. Sólo en Sociedades, el impuesto que pagan las empresas, se ingresó mucho menos: 28.575 millones en 2015 frente a 49.478 millones en 2007; es decir, más de 20.000 millones menos. Es, por tanto, en Sociedades donde está la única gran diferencia fiscal con respecto al año de más ingresos de la historia moderna de España, que fue 2007. Aun así esa diferencia de ingresos no podría justificar por si sola un déficit de más de 50.000 millones; a lo sumo de unos 20.000 millones, partiendo de que en los años de bonanza había equilibrio presupuestario e incluso superávit.

Si las diferencias no están tanto en los ingresos como a veces se quiere hacer creer, tienen que estar necesariamente en los gastos. Y esa es la realidad. Un botón de muestra: el Estado gasta ahora en el pago de los intereses de la deuda más que en retribuir a todos sus funcionarios, lo cual es un dato realmente asombroso en una economía desarrollada, del mismo modo que sucede con el número de parados, sin precedentes en los países avanzados.

Si España no estuviese tan endeudada y no siguiera elevando su deuda año tras año podría liberar recursos para la inversión o el gasto social

Si España no estuviese tan endeudada y no siguiera elevando su deuda año tras año podría liberar recursos para la inversión o el gasto social, en vez de pagar miles de millones en intereses. Del mismo modo, si España redujese su tasa de ocupación no sólo liberaría recursos que ahora se van a la cobertura del desempleo, sino que aliviaría el déficit de las cuentas de la Seguridad Social, al aumentar las cotizaciones.

No menos importancia tendría una política de reducción del gasto improductivo, ligado a menudo a un entramado institucional excesivo, con demasiados niveles de la Administración, atomización de municipios, cientos de miles de cargos políticos –cuatro veces más que Alemania, que tiene casi el doble de habitantes-, etcétera. Por tanto, aunque parezca contradictorio, no se trata de que España tenga un tamaño del Estado excesivo, sino de que el que tiene es más reducido que el de los países ricos de Europa pero mucho más ineficiente. @J_L_Gomez

¿Qué pasa con los impuestos de las empresas?
La ausencia de un modelo productivo alternativo al ladrillo no sólo impacta en el empleo, sino también en los beneficios de las empresas, de ahí la menor recaudación del impuesto de sociedades. En 2015, este tributo aportó a las arcas del Estado 28.575 millones de euros, una cifra que nos remonta a 2004 para encontrar otra similar: en aquel año, 29.711 millones. Frente a 2007, la diferencia en la recaudación fue de nada menos que de 20.903 millones. No hay ninguna desviación así ni parecida en otros tributos.
Por el contrario, el incremento de la recaudación por IRPF fue decisiva en los años de la crisis, ante el revés de los ingresos por Sociedades y la caída de la tributación por IVA, finalmente enderezada. La recaudación por impuestos especiales lleva muchos años siendo la más estable. Los españoles pagaron en 2015 por IRPF el doble de lo que desembolsaban a finales de los años 90, con una progresión que no se repite en ningún otro tributo. Sociedades tiene un comportamiento errático y los impuestos especiales evolucionan con regularidad.

 

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