¿Tener un empleo es lo único que importa? ¿Lo de menos es su calidad?

José Fernández Alvariño.
José Manuel Fernández Alvariño.

El presidente de los empresarios gallegos considera que la reclamación por los sindicatos de un empleo de calidad es una equivocación. ¿Será que toca emigrar a China?

¿Tener un empleo es lo único que importa? ¿Lo de menos es su calidad?

El presidente de los empresarios gallegos considera que la reclamación por los sindicatos de un empleo de calidad es una equivocación.

Lo prioritario en este momento es encontrar un empleo. Esto es lo que piensa y defiende el presidente de la patronal gallega, José Manuel Fernández Vilariño. Sus razones tendrá. Tal vez porque en su ya dilatada vida en el mundo empresarial no ha tenido un trabajo con sueldo escaso. De lo que me alegro.

Pero olvida el presidente de la Confederación de Empresarios gallegos que el corpus social de esta comunidad autónoma y el de las otras 16 que integran actualmente España, además de registrar en este momento (hoy se han dado a conocer los últimos datos de empleo) un paro de casi 5 millones de personas de las cuales alrededor de dos millones no tienen cobertura económica suficiente para atender las necesidades más primarias de la vida cotidiana (comida, ropa, educación, sanidad, dependencia en muchos casos, etc.), se sostiene en gran medida por lo que aportan aquellos que menos tienen: los abuelos.

Unos abuelos que sí lucharon  por un empleo digno y de calidad ganado en muchas ocasiones ante un sindicato vertical y un gobierno que nadie había elegido -tiempos de marcha triunfal y 25 años de paz, gloria y fastos para un general que pasó 39 años con las riendas de España en sus manos- pero que enseñó al actual el camino de la emigración como mejor salida. Sobre todo, para igualar un mal empleo con mejores retribuciones, algo que tampoco, salvo excepciones, se logra hoy en día.

Los años que median entre 1960 y 1990 permitieron a muchos gallegos realizar en Francia, Bélgica, Alemania, Inglaterra, etc., trabajos que aquí no hacían y, probablemente, nunca harían de buen grado: servicio doméstico, limpieza viaria, auxiliar de hostelería, camareros... Aquí resultaba, entonces,  denigrante y se reservaba, la limpieza viaria, por ejemplo, para una fuente de desempleados permanentes como eran los gitanos. Así, sin ambages: los gitanos, porque había un no se qué de desprecio por el simple hecho de la cita.

La patronal parece encaminar al desempleado gallego a ocupar aquí y ahora lo que hasta hace bien poco  eran puestos de trabajo destinados a la mano de obra extranjera. Esta abandona el país y los nacionales ocupan su sitio.

Los más de 200.000 gallegos que no se van  (no es agradable tener que decir que emigran) a una Europa que "ya" no limita con una España con frontera en los Pirineos, esperan aquí un trabajo que no llega y que anhelan desde hace meses e incluso años. Viven como pueden y engañan a sus hijos hablándoles de un futuro mejor (de paso se engañan a sí mismos) basado en un trabajo con una calidad que el presidente de la patronal gallega les niega a priori.

Les falta el trabajo pero no pierden la ilusión de tenerlo, y a esto se aferra la patronal para decir que no se debe hablar de calidad  sino, simplemente, de trabajo más o menos precario cuando empresas nacionales se deslocalizan y proporcionan tajo a, por ejemplo, los chinos que elaboran incluso zapatos que aquí se venden como productos españoles de firmas de reconocido prestigio. El "fabricado en China" ha sustituido al made in Spain sin que nadie quiera reconocer que un trabajador español pierde la oportunidad de ese elaborado porque el chino cobra todavía menos que él.

¿Es esto lo que quiere el presidente de los empresarios  gallegos: trabajo pagado con el mismo salario que percibe un operario chino? ¿Será un motivo para hacer de nuevo la maleta, tal vez con destino a China?

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