Las tarifas telefónicas están yéndosele de las manos a las propias compañías

Stand de Movistar.
Un stand de Movistar.

Combinando adecuadamente múltiples factores de diferente importancia, se puede crear un cosmos de posibilidades que asegure que el cliente nunca sepa exactamente qué demonios está firmando.

Las tarifas telefónicas están yéndosele de las manos a las propias compañías

Llego de modificar las cuotas de mi teléfono móvil, tras meses con la incertidumbre, miento, tras meses con la seguridad de estar pagando más de lo que debiera, pero sin valor para enfrentarme a uno de los misterios mas difícilmente resolubles de nuestra civilización: las tarifas telefónicas.

Combinando adecuadamente múltiples factores de diferente importancia, se puede crear un cosmos de posibilidades que asegure que el cliente nunca sepa exactamente qué demonios está firmando, pero siempre crea que se encuentra ante una oferta que no podrá rechazar. 

El precio por minuto, el destino nacional o internacional, fijo o móvil, mismo o diferente operador, el tiempo de permanencia y los megas de datos, conforman una combinatoria tan amplia que permite construir el mayor reto jeroglífico al que se ha enfrentado el hombre sin poder contar, esta vez, con la clave necesaria de la piedra rosetta.

Aderecese esta situación con cuarto y mitad de nombres pretendidamente ingeniosos que intentan paquetizar la oferta con el aparente objetivo de simplificarla, pero con la intención real de mezclar magro y grasa, y obtendrá una receta de digestión imposible que obliga a una sobredosis de antiácidos.

Desde aquí escucho las carcajadas de una suerte de profesor loco, encerrado en su laboratorio en el interior de una montaña, pariendo cuadros de tarifas incomprensibles que desconciertan hasta a los más altos ejecutivos de las compañías telefónicas que, aún alegres por los pingües beneficios que esta práctica reporta a la empresa, dejan ver solo media sonrisa en sus caras, conscientes de que esto se les está yendo de las manos.

Es el fin.

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