Las subidas de impuestos comienzan a orientar el debate político en España

Nadia Calviño. / Mundiario
Nadia Calviño. / Mundiario

Es tanto lo que hay que hacer en España y son tan pocos los recursos que, si no se quiere volver a recortar, habrá que subir los impuestos. La deuda ya no resiste más aumentos y sin las ayudas europeas, aún pendientes de concretarse, y sin más aportaciones de los contribuyentes, el Estado no sería viable.

Las subidas de impuestos comienzan a orientar el debate político en España

Poco a poco el Gobierno de España va encajando las piezas de su estrategia política para afrontar la reconstrucción económica del país, tras una grave crisis derivada de la pandemia, aún no zanjada, del coronavirus. Es verdad que el aparato productivo no se ha destruido como en una guerra, pero el punto de partida tiene rasgos en común, empezando por la dimensión de la deuda pública, que sigue bajo la amenaza de nuevos aumentos provocados por déficits públicos en distintos niveles de la Administración.

El equilibrio se pretende alcanzar por varias vías, no todas ellas explicitadas, a la espera de precisar antes qué cifras podrá manejar España al sumar los créditos y las ayudas previstas por Bruselas. Tiene, pues, mucha importancia el cuánto pero también el cuándo, ya que si el acuerdo europeo para hacer posible la reconstrucción de la UE no se alcanza este mes, será difícil que empiece a ejecutarse al inicio de 2021 o incluso un poco antes, como sería deseable para la empobrecida economía española.

Se supone que en algún momento este Gobierno hará su propio Presupuesto, para no seguir dependiendo de las sucesivas prórrogas de las cuentas de Mariano Rajoy. Por tanto, los ciudadanos, a su vez contribuyentes en su mayoría, podrán reconciliarse con las instituciones si no se vienen abajo los planes previstos por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el propio Gobierno de España.

En España, la recuperación no solo es incierta, sino que es lenta, especialmente en sectores como el turismo, un pilar básico de la economía, dado su nivel de aportación al PIB. Tanto es así que el sector turístico entró en el verano con 1,2 millones de empleos menos que hace un año. A su vez, los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) fueron un instrumento eficaz, pero aún hay 2,3 millones de trabajadores en ERTE y muchos autónomos en cese de actividad.

De esta menor actividad es un fiel reflejo la fuerte caída del PIB, tanto la ya certificada como la prevista por distintos servicios de estudios. De un escenario así también se derivan menos ingresos públicos y, por el contrario, muchos más gastos. Una vez corregida parcialmente esta desviación con las ayudas europeas, el Gobierno tiene dos opciones: una, ajustar todo lo que no sea imprescindible, y dos, buscar más ingresos.

La subida de impuestos se perfila en este contexto como un mal necesario, sin que por ahora sea posible determinar qué impuestos subirán y en qué medida. Lo que parece fuera de toda duda es que el agujero es tan grande que exigirá apretar la tecla de los grandes impuestos, que en España son cuatro, en este orden: IRPF, IVA, Especiales y Sociedades. Otras medidas fiscales que se adopten serán más demagógicas y populistas pero menos efectivas, lo cual tampoco excluye sus bondades, especialmente en los llamados impuestos verdes o medioambientales.

Si se considera el peso de los ingresos públicos sobre el PIB, España tiene margen para subir los impuestos, hasta situarse en la media europea. Pero si el Gobierno de turno lo hace, también deberá ser europeo al garantizar los mismos niveles de eficiencia del sector público español.

España podrá ser como Alemania o Francia el día que se parezca en todo a los dos motores económicos de la UE, pero no solo en la recaudación de impuestos. Todo un reto por delante para un ejecutivo con tan pocos apoyos. @J_L_Gomez

El diálogo social se abre paso

Si bien son muy distintas las previsiones que se manejan sobre la caída del PIB en España –alguna llega hasta el 15%–, lo que no se discute es su carácter extraordinario, producto de una recesión que seguramente tardará dos o tres años en dar paso a una recuperación económica ordenada. A favor juega el diálogo social, en contra la tensión política. Al igual que sucedió con los pactos de la Moncloa en la Transición, no habrá más remedio que acomodar las rentas de capital y las del trabajo.

Empresarios y sindicatos dieron, de hecho, un espaldarazo al Gobierno para que negocie en Bruselas el fondo europeo de reconstrucción pero a la vez la patronal exigió algo que parece imposible: más ayudas y ERTE sin subidas de impuestos. Con todo, el diálogo social evoluciona mejor que el diálogo político, ya que entre empresarios, Gobierno y sindicatos puede haber contradicciones pero al menos hay intención de superarlas. De momento prevalecen las declaraciones de intenciones. @mundiario

––––– PROTAGONISTAS –––––

> Pablo Casado, líder de la Oposición.- Una vez que pasen las elecciones vascas y gallegas de este domingo 12 de julio y se aprueben en Bruselas las ayudas a la reconstrucción, el presidente del PP tendrá que optar entre el pacto o una oposición que, si es radical, podría incomodar a sus presidentes autonómicos.

> Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.- La caída de ingresos provocada por el parón de la actividad económica y el aumento del gasto público para afrontar la emergencia sanitaria explican que el jefe del Ejecutivo avance su intención de subir los impuestos, en el marco de una reforma fiscal.

> Antonio Garamendi, presidente de la CEOE.- Mantiene su pulso con el Gobierno de coalición, sobre todo en materia fiscal, pero a la vez tiene pragmatismo suficiente como para haber firmado ya cuatro grandes acuerdos con el Ejecutivo. La derecha económica va por delante de la derecha política.

> Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme.- No solo la gran patronal reprocha al Ejecutivo la reforma fiscal. “La subida de impuestos es un error, sea para las grandes o para las pequeñas empresas. Puede lastrar el crecimiento y dificultar la inversión”, advierte la pequeña y mediana empresa. @mundiario

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