El sistema marginalista en electricidad y gas se convierte en una bomba inflacionaria

Bombilla led. / Pexels
Bombilla led. / Pexels
Se trata de una bomba inflacionista que aún está en parte durmiente por dos motivos: la tardanza en trasladarse al consumidor y la transferencia de los costes energéticos.
El sistema marginalista en electricidad y gas se convierte en una bomba inflacionaria

El índice de precios al consumo (IPC), que se calcula como una media ponderada de una cesta de productos representativa del gasto familiar, creció en agosto en España un 3,3 % interanual lo que supone la tasa de inflación más elevada desde hace casi diez años.

Sin embargo conviene precisar que la subida se habría quedado en un 0,9 % de no ser porque la electricidad creció un 35 %, a raíz del impacto derivado del crecimiento de los precios del gas natural que necesitamos importar para generar una pequeña parte de nuestra producción eléctrica.

Los sectores más inflacionarios en el mes de agosto (en términos interanuales) son los que recogemos en un primer recuadro.

IPC.

Fuente: elaboración propia con datos del INE

Aunque la causa última del capítulo más inflacionista sea el encarecimiento del gas natural, se observa con claridad que tal encarecimiento está afectando mucho más directamente y con mayor gravedad a la electricidad que al propio suministro de gas natural. El gas ciudad se encarece un 8 % mientras la electricidad lo hace un 35 %.

Tiene esto mucho que ver con un mercado mayorista de la electricidad que define los precios totales por los de la parte más costosa (en este caso el gas) en un sistema llamado marginalista. Se observa el espectacular resultado de este curioso mecanismo en un primer gráfico en el que recogemos la evolución del precio del gas natural y el del megavatio en el mercado primario. Pues el indudable encarecimiento del gas (que pasa en un año de 8 a casi 70 euros) se traduce en un descontrol de la electricidad (de 37 a casi 150 euros). Una subida de sesenta y dos euros en un caso (gas natural) y ciento trece en el otro (electricidad).

Precios del gas y electricidad.

Fuente: elaboración propia con datos de MIBGAS y REE

El sistema marginalista actual es una bomba inflacionaria porque extiende y amplifica el impacto del encarecimiento de una fuente de energía al conjunto del sistema eléctrico. Y así, mientras el gas en el IPC aún apenas recoge una subida del 8% en la electricidad ya está provocando un alza cuatro veces mayor (35%). Nuestro capitalismo del contador parece que ha encontrado en el shock de precios del gas un truco para multiplicar sus ya jugosos beneficios caídos del cielo (en la hidráulica y la nuclear).

Una bomba inflacionista que aún está en parte durmiente por dos motivos. Por un lado porque en el mercado regulado de la electricidad las alzas en el mercado primario de generación tardan en trasladarse hasta un año al consumidor y porque en el segmento del gas ciudad sus efectos también serán retardados pero muy problemáticos en las facturas de este invierno. Por otro, porque aparte de la erosión directa a las rentas de los hogares (y la pobreza energética que se multiplicará) afectan a los márgenes de las más diversas actividades productivas que, de poder hacerlo, intentarán transferir estos costes energéticos galopantes a sus clientes o compradores. La bomba inflacionaria está servida.

Es por eso por lo que, tal como razonaba recientemente, procede cuestionarse el sistema marginalista. Josep Borrell lo hacía también con estas palabras: “Tarde o temprano, Europa tendrá que decir algo. El sistema tiene que ser revisado porque tiene demasiadas disfunciones. La traslación del coste del gas a otras energías cuyo coste de producción no tiene nada que ver con el precio de gas es algo que no tiene una justificación económica clara”. Disfunciones, en efecto. Bomba de inflación y bomba de superbeneficios.

Porque acabamos de ver que, mientras una subida de treinta puntos en la electricidad se traduce en tres puntos en el IPC (porque para elaborarlo se tiene en cuenta el peso de cada vector en el total), la subida del gas se traduce en una mayor subida de la electricidad. Porque en el método marginal la parte condiciona el todo, mientras que en una media ponderada la parte afecta al todo en su justa medida.

Si en vez de aplicar el método marginal (en los últimos doce meses) imputamos la parte de peso y encarecimiento que tiene el gas en nuestra producción eléctrica, el resultado final, siendo sin duda inflacionario, es mucho menos intenso como recogemos en un último gráfico. El encarecimiento del megavatio habría sido de la mitad del anotado hasta el día de hoy.

Sistema marginal.

Fuente: elaboración propia con datos de MIBGAS y REE

Con este cambio no habría superbeneficios derivados del encarecimiento del gas y las presiones inflacionistas serían la mitad de intensas. Lo que no impide que encendamos todas las alarmas para revisar el papel del gas natural en nuestro sistema energético. Porque no está libre de emisiones y porque, lo estamos comprobando, no tenemos ninguna soberanía sobre el particular. @mundiario

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