El Seat Ibiza cumple 30 años en el mercado tras un nacimiento lleno de curiosidades

Las cuatro generaciones del Ibiza frente al último restyling/seat.es
Las cuatro generaciones del Ibiza frente al último restyling / seat.es

La historia más reciente de Seat se ha escrito al ritmo del pequeño utilitario que nació con la misión de demostrar al mundo que Seat era capaz de vivir por su cuenta.

El Seat Ibiza cumple 30 años en el mercado tras un nacimiento lleno de curiosidades

El 27 de abril de 1984 salía de las cadenas de montaje de la fábrica de la Zona Franca de Barcelona el primer Seat Ibiza, un modelo nacido para hacer historia. En estos treinta años se han producido 4 modelos, con diversos restyling, con casi 5 millones de unidades producidas. Con estas cifras es el modelo de Seat más vendido de su historia, multiplicando por 6 las cifras del mítico 600.

En sus inicios Seat fue una fábrica estatal creada en 1950 con el objetivo de motorizar a un país muy diezmado tras la posguerra. Debido a las estrecheces de la época y a la necesidad de rápidos resultados, se optó por buscar un socio industrial. El elegido para la empresa sería Fiat, así durante los siguientes años Seat fabricaría vehículos Fiat bajo licencia. En 1970 se lograrían dos importantes acuerdos, la licencia de exportación y el permiso para poder realizar modificaciones sobre la base Fiat. En esa fecha nacería el centro técnico de Seat, lo que abría la posibilidad a desarrollar modificaciones sobre la base de los modelos Fiat. A finales de los setenta, en plena reconversión industrial, el estado español decide poner a la venta Seat, que se encontraba en situación deficitaria. Evidentemente se le ofrece a Fiat, que en un principio se muestra interesada, pero finalmente declina debido a sus propias dificultades económicas y a la presión sindical en Italia que temía una deslocalización hacia España. Así se firman una serie de acuerdos con muchas limitaciones para mantener la licencia de fabricación hasta 1986. En 1981 el acuerdo saltaría por los aires con la salida del Ronda, que provocaría una denuncia de Fiat alegando incumplimiento de contrato.

El Ibiza “salvador”

Así en 1981 la situación en Seat era muy delicada, sin modelos propios y con la posibilidad de que la denuncia de Fiat prosperase el futuro se mostraba desalentador. No hay que olvidar que la compañía seguía siendo propiedad del estado, que deseaba deshacerse de ella lo más pronto posible. Así se inició un trabajo en dos frentes, un modelo nuevo 100% propio y la búsqueda de socios industriales. En esas fechas se habló de la posibilidad de varios fabricantes japoneses, llegó a darse por hecha la alianza con Toyota, si bien el grupo Volkswagen contaba con todos los favoritismos. Como eran conscientes que las negociaciones iban a demorarse en exceso, el proyecto S1 (nomenclatura interna del Ibiza) tomó todo el protagonismo.

Los problemas de Seat para desarrollar el Ibiza eran mayúsculos, al no tener casi experiencia en desarrollos propios y sobre todo al no contar con tiempo ni dinero suficientes para afrontarlo. Así haciendo uso del refranero español “el hambre agudiza el ingenio”, y vaya si lo agudizó.

Lo primero era conseguir un diseño elegante y que llamase la atención, pero sobre todo que fuese rápido, barato y utilizase componentes disponibles en Seat. Así tras sondear a varios diseñadores en Italdesign encontrarían la solución perfecta. El equipo de Giorgetto Giugiaro había trabajado en un compacto para un fabricante alemán que finalmente rechazó el diseño que ya estaba muy avanzado. Para Seat que buscaba un utilitario, el vehículo resultaba un poco más grande de lo deseado, sin embargo sus medidas se adaptaban como un guante al bastidor del Ronda, una decisión que marcaría su futuro. Curiosamente ese Ibiza llevaría el diseño que Volkswagen rechazó para la segunda generación del Golf. Pero como del papel a la realidad hay un largo camino, Seat contrató a Karman para que le facilitase el desarrollo industrial del producto teniendo en cuenta las posibilidades de la factoría de la Zona Franca.

System Porsche

Al tomar el modelo de Giugiaro se habían matado varios pájaros de un tiro, puesto que al utilizar la base del Ronda, el desarrollo estaba casi encaminado. El casi era una “nimiedad”, no tenían motores propios. En este caso había dos opciones, o bien desarrollar y fabricar o comprárselos a un tercero. Lo cómodo habría sido comprarlos, si no fuese porque tendrían que cerrar el departamento de fabricación de motores, lo que supondría conflictos laborales y despidos. En 1981 el gobierno no quería ni oír hablar de más problemas, por lo que se optó por la primera opción. Como desarrollarlos desde cero era lento y costoso y el modelo ya estaba muy avanzado, era necesario un desarrollo rápido, lo que sólo podría hacer un fabricante experimentado. Evidentemente un fabricante de competencia directa no tendría interés en fortalecer el Ibiza, por lo que había que explorar otras opciones. La solución no era la más económica, pero a la postre sería una decisión que marcaría el futuro del modelo, Porsche fue la elegida.  Así el fabricante alemán, que vendía sus servicios de ingeniería para financiarse, sería el encargado de todo el trabajo de ingeniería de los nuevos motores. Las premisas eran desarrollar motores robustos, fiables y económicos, con una única condición, mantener una distancia determinada entre el centro de todos los cilindros. El motivo, lejos de responder a cuestiones técnicas, era de lo más mundano, había que aprovechar la maquinaria existente en Barcelona. Así nacerían los 1.2 y 1.5 que lucían con orgullo en la tapa motor “System Porsche”, un gol de Seat, al ser la única marca capaz de conseguir que Porsche firmase sus trabajos de ingenieria.

Éxito inesperado

El Ibiza se presentaría en el Salón del automóvil de París de 1984, donde algunos esperaban un estrepitoso fracaso. Pero curiosidades del destino, el utilitario español fue acogido con gran interés por la prensa especializada. Lo más curioso es que consiguió convertir sus defectos en virtudes, así el pesado chasis del Ronda permitía una carrocería mucho más amplia que la de su competencia. Además debido a los costes de desarrollo contenido, su precio era muy bajo, lo que lo hacía más asequible. Y sobre todo, por que no decirlo, a todo el mundo le gustaba abrir el capó y enseñarle al vecino las letras de “System Porsche”. Con todo en 9 años se vendieron casi 1,3 millones de vehículos con gran presencia en mercados internacionales, lo que suponía un éxito impensable para Seat. Éxito que iría más allá y es que el pequeño Ibiza se vende aún hoy en China bajo marcas locales, que han pagado la licencia de fabricación.

Nuevas generaciones

El éxito del Ibiza y la victoria en el litigio con Fiat, convenció a los alemanes de Volkswagen que en 1986 se harían con el control de Seat. Para “celebrarlo” en 1993 saldría la segunda generación del Ibiza ya con genética germana, estrenando la nueva fábrica de Martorell a la que se trasladaría toda la produccion desde la Zona Franca. Curiosamente heredaría la tendencia de su antecesor y que marcaría la gama Ibiza para siempre, ser un “poquito” más grande que la competencia. Así el Ibiza que era “hermano” teórico del Polo, heredaría algunos componentes del Golf para poder aumentar de tamaño. Eses componentes le permitirían acoplar sus mecánicas, elevando al pequeño Ibiza a nuevos niveles de prestaciones.

Esta segunda generación del Ibiza supondría un salto exponencial de la imagen de la marca al permitir desarrollar diversas versiones. Asi nacería el primer GTI, las versiones de rali y sobre todo llegarían los TDI de 90 y 110Cv, que durante años marcarían la referencia de prestaciones entre los Diesel compactos.

Las siguientes generaciones entrarían ya de lleno en el “universo Volkswagen” de plataformas modulares, motorizaciones compartidas etc… mejorando cada vez más en calidad, y siempre manteniendo ese “poquito más” de espacio.

CUPRA

A día de hoy todos estamos acostumbrados a que Seat denomine a sus versiones más deportivas como Cupra, una denominación que el Ibiza se encargaría de crear y dignificar. Y es que Cupra es el acrónimo de Cup Rancing, copa de carreras, y precisamente en las carreras sería donde el Ibiza haría a Seat merecedora de ese apellido. En 1996 el equipo Seat Sport se inscribiría en el mundial de ralis de dos ruedas motrices (F2) con los Ibiza Kit Car pintados de un llamativo verde pistacho, con el objetivo de aprender y evolucionar en la competición. El aprendizaje dio sus frutos, y ese mismo año se harían con el campeonato de constructores, hazaña que repetirían en el 97 y el 98 ya con el hoy habitual amarillo de Seat Sport.

El éxito fue arrollador al dominar todos los rallis de tierra del campeonato con sus tres pilotos, y serviría de plataforma para lanzarse al WRC. La celebración de eses títulos traería las primeras versiones Cupra del Ibiza, y la pegatina de “World Rally Champion” que lucían con orgullo en la luneta trasera.

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