El PIB se ha recuperado pero la riqueza en España está cada vez peor repartida

Avaricia.
Avaricia.

Buena parte de España se empobreció y aumentó la desigualdad, disparada durante la crisis, entre otras razones por los ajustes fiscales, las subidas de impuestos y los recortes sociales. Hubo –hay– más precariedad.

El PIB se ha recuperado pero la riqueza en España está cada vez peor repartida

Si bien ahora ha aumentado el salario mínimo, ¿por qué hubo tanto empeño del Banco Centra Europeo, durante muchos años, en reducirlo? ¿Por qué se relajaron las leyes de protección laboral, permitiendo la negociación salarial a nivel de empresa y aboliendo la interrelación entre salarios e inflación? ¿Y por qué se hizo todo eso sabiendo que semejante política ya había fracasado en Irlanda, sin ir más lejos? La clave estuvo en la devaluación interna, un ajuste mucho más duro y más lento que a través de una devaluación del tipo de cambio, que es lo que se suele hacer cuando se tiene una moneda propia.

El economista Guillermo de la Dehesa suele explicar que una devaluación convencional —recordemos las del ministro Carlos Solchaga— se decide en una noche y afecta de inmediato a todos los ciudadanos y empresas, mientras que una devaluación interna requiere negociar y pactar los aumentos necesarios de productividad y las reducciones de salarios reales, y además obliga a ceder márgenes de beneficio para que no sean solo los trabajadores los que paguen la devaluación.

En este tipo de escenarios, la conclusión, según el Nobel Paul Krugman, es que muchas empresas ajustan plantillas, recortan salarios, reducen costes e incluso bajan los precios. Nada que no se viese en España durante años y años tras la crisis.

Los sindicatos alertaron –sin éxito alguno– de que esta política iba a generar tensión; máxime cuando las modestas subidas salariales acentuaron la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, castigados a su vez por importantes subidas fiscales.

No por recuperarse el PIB se recupera la igualdad. El poder económico y político se concentra cada vez más en manos de un número muy reducido de personas

¿Conclusión? Buena parte de España se empobreció. Aumentó la desigualdad, disparada durante la crisis, entre otras razones por los ajustes fiscales, las subidas de impuestos y los recortes sociales. Hubo –hay– más precariedad.

Si algo ya sabemos es que en todos los rescates, la recesión suele impedir reducir el déficit, lo que precipita sacrificios no previstos. También sabemos que no por recuperarse el PIB se recupera la igualdad.

La riqueza en España está cada vez peor repartida. Tanto, que el poder económico y político se concentra cada vez más en manos de un número muy reducido de personas, como observa un informe sobre desigualdad mundial publicado por la Unesco, y que señala a España y a EE UU como los países en los que más ha aumentado la desigualdad salarial durante los últimos años.

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