Los retos económicos del nuevo Gobierno pasan por asumir reformas sustanciales

Gabinete de Mariano Rajoy. / Twitter
Gabinete de Mariano Rajoy. / Twitter

En España, los ricos son cada vez más ricos y abundan los pobres. La movilidad intergeneracional se ha frenado y los niños de hoy tienen pocas probabilidades de vivir mejor que sus padres. ¿Podremos recuperar de una manera sólida y real todo lo perdido?

Los retos económicos del nuevo Gobierno pasan por asumir reformas sustanciales

El legado económico de la vieja escuela calvinista, que basaba la rentabilidad en la ética y el esfuerzo individual, se diluyó en las últimas décadas en una retórica económica que respondía a la admiración acrítica de los mercados, guiada por la ilusión del crecimiento infinito, sin base de sustento. El individuo se benefició del momento, sin crear valor, aprovechándose de la asunción del riesgo moral de la sociedad.

Muchas veces, para ver lo que está delante hace falta pararse, comprender el abismo en el que se ha caído y ser conscientes de los cambios que se han producido. Las sociedades occidentales, que habían avanzado hacia una amplia clase media, han tirado por la borda este legado. De nuevo, los ricos son cada vez más ricos y abundan los pobres, sean parados o trabajadores en precario. La movilidad intergeneracional se ha frenado y los niños de hoy tienen pocas probabilidades de vivir mejor que sus padres. Todo ello en un entorno en el que la economía global se ve lastrada por fuerzas que reducen su potencial de crecimiento. Un botón de muestra, las tasas de productividad se han tornado negativas en el último ejercicio, combinadas con una debilidad de la demanda agregada y elevados niveles de endeudamiento. Esto nos debiera preocupar, y mucho.

Europa tiene ante sí el reto de seguir avanzando en su integración hacia una armonización fiscal, además de la unión meramente monetaria que está practicando. La amarga ironía de la reciente historia muestra que lo que interesa a Alemania no siempre conviene a España, y un golpe de timón a tiempo puede permitir cambiar el rumbo de la nave hacia un horizonte mejor.

Desde 2014, los indicadores macroeconómicos españoles evidencian un crecimiento económico relativamente rápido, con un descenso de la tasa de desempleo y del endeudamiento privado. Sin embargo, nada garantiza que esta progresión sea robusta y mucho menos inclusiva. Es necesario vestirlo para que se convierta en avance potencial y real, que incorpore en los próximos presupuestos partidas significativas que sirvan para relanzar la educación y el I+D+i, como base sobre la que  construir una sólida estructura para la revolución industrial que ya ha llegado.

Los factores internacionales y exógenos se agotan, y el país ha de prepararse para el mañana, con una economía más dependiente de sí misma y capaz de recuperar el terreno perdido en el Estado del bienestar

Sabemos que los factores internacionales y exógenos se agotan, y el país ha de prepararse para el mañana, con una economía más dependiente de sí misma y capaz de recuperar el terreno perdido en el Estado del bienestar. Con estas políticas en manos de las CC AA y el desafío territorial no resuelto, el equipo de gobierno de Mariano Rajoy ha de enfrentarse a la definición de un nuevo modelo de financiación autonómica que sea suficiente, responsable y que actúe bajo el principio de corresponsabilidad fiscal, siempre dentro del marco de la solidaridad interterritorial.  Pero solo con esto no basta, se precisan otras muchas transformaciones urgentes e importantes, que han de realizarse de  manera concomitante. La savia que representan los ministros nacidos en la década de  1970, ha propiciado la imagen de cierto relevo generacional en el gobierno, pero sólo en algunas carteras.

La parte económica parece ser la más continuista. Fátima Báñez tiene ante sí la ardua tarea cerrar los flecos sin peinar de la reforma laboral y promover la convocatoria del Pacto de Toledo para alcanzar un nuevo sistema de seguridad social, acorde con el contrato Estado-ciudadanos, con la realidad demográfica y el mercado de trabajo. Luis De Guindos seguirá como interlocutor válido con la Unión Europea, habiendo incorporado a sus competencias, las de industria, sin descuidar la decisión sobre la privatización de Bankia y BMN. Y Cristóbal Montoro, con un ministerio más descafeinado que antaño, se encara a otro hachazo de 5.500 millones en el presupuesto, a la vez que ha de decidir si sigue parcheando los impuestos o, por el contrario, aborda una verdadera reforma fiscal integral, que le aporte coherencia, progresividad y justicia en el reparto de las cargas, además de suficiencia en la recaudación.

¿Habrán calado hondo las lecciones del pasado más inmediato? ¿Podremos recuperar de una manera sólida y real todo lo perdido y avanzar hacia una sociedad más justa? De momento, toca esperar y ver si algo va a cambiar.

Comentarios