Respuesta de los bancos centrales a la crisis del coronavirus (y II)

Logo del euro en la sede del BCE. / RR SS
Logo del euro en la sede del BCE. / RR SS

La compra masiva de la deuda por parte de los bancos centrales no impide el aumento de las ratios endeudamiento de los gobiernos, con el riesgo de poner las finanzas públicas de algunos países en una senda insostenible.

Respuesta de los bancos centrales a la crisis del coronavirus (y II)

Ante lo insólito de la gravedad de la situación económica, se ha empezado a apuntar como una posible alternativa de política monetaria la financiación directa (no reembolsable) por parte del banco central de las transferencias que realicen los gobiernos para paliar los efectos de esta crisis. Este tipo de intervención se conoce en el argot de los economistas como "helicóptero monetario" y que hasta ahora se consideraba poco menos que un tabú.

El helicóptero monetario irrumpe en el debate

Técnicamente, los bancos centrales tienen la capacidad de crear dinero mediante una anotación en las cuentas que mantienen los bancos privados y los gobiernos en el instituto emisor. Por ejemplo, podría acreditar la cuenta del gobierno (o de los gobiernos, en el caso del BCE) por el montante de las transferencias adicionales que realicen los gobiernos. Ese crédito no sería reembolsable y, por lo tanto, equivaldría a una transferencia del banco central al gobierno. Dicha transferencia sería equiparable a una compra de deuda pública por parte del banco central, seguida de su inmediata cancelación, por lo que no tendría efecto sobre las ratios deuda del gobierno.

En esta crisis, son los gobiernos los que necesitan gastar en atención sanitaria, empleo, suministros críticos, ayuda estatal y rescates bancarios, y son los que están mejor situados para las intervenciones específicas en todos estos frentes. En este sentido, han surgido propuestas que contemplan que una transferencia única de efectivo del 20% al 30% del PIB a los gobiernos por parte de sus respectivos bancos centrales puede ser la mejor política macro para combatir la crisis de COVID-19. Se trataría de una medida que tendría efectos inmediatos, ayudaría a superar el colapso y no dejará ningún exceso de deuda ni la condicionalidad de una austeridad futura que podría resultar contraproducente.

Los bancos centrales al rescate   

Cualquier solución que entrañe la monetización del déficit público no está exenta de riesgos y contraindicaciones y por ello genera múltiples reservas. Los principales temores tienen que ver con los potenciales peligros asociados a sus efectos futuros sobre la inflación, el riesgo moral o de la violación del principio de independencia de los bancos centrales y la legalidad en ciertas jurisdicciones. Estos riesgos son innegables, pero la situación es tan crítica que permitiría entender que se relativicen. 

En el marco de la Eurozona, este tipo de estrategias suponen una mutualización implícita de las deudas nacionales, es decir, podrían ser vistas como una forma de compartir riesgos que estaría justificada porque en esta ocasión la situación no sería atribuible a la irresponsabilidad fiscal de algunos gobiernos. De hecho, estaríamos hablando de un rescate de los bancos centrales que permitiría gastar lo necesario para la contención de la crisis. Es decir, se trataría de una inyección puntual para una crisis concreta que debería ir acompañada del compromiso de volver a la ortodoxia monetaria una vez que la crisis haya terminado.

Un mal menor

Teóricamente, puede no ser la estrategia óptima, pero cuando menos permite ganar tiempo. En cierto modo, se trataría de un recurso que vendría a suplir la incapacidad manifiesta de los gobiernos nacionales para coordinarse ofrecer una respuesta conjunta a una crisis global en un plazo de tiempo razonable. Además, en la medida en que las posibles consecuencias negativas aparecerían en el medio/largo plazo, los policymakers dispondrían de margen para actuar y mitigar esos posibles efectos. Es decir, se trataría de una inyección puntual para una crisis concreta que debería ir acompañada del compromiso de volver a la ortodoxia monetaria una vez que la crisis haya terminado.

Si bien las reservas y temores que suscita la monetización del déficit público son entendibles, no hay que estigmatizar este tipo de estrategias equiparando sus efectos poco menos que, si se me permite la hipérbole con licencia cinematográfica, a los de la intervención militar en una de las famosas escenas de Apocalypse Now en la que los helicópteros sobrevuelan la selva bombardeándola con napalm, mientras suena The End, la canción de The Doors. @mundiario

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