Respuesta de los bancos centrales a la crisis del coronavirus (I)

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Sede del BCE en Fráncfort.

Los bancos centrales están demostrando ser las instituciones con más capacidad de respuesta rápida y contundente a la crisis del coronavirus, proporcionando mayor margen de maniobra a los gobiernos a la hora de implementar la política fiscal que requiere esta situación de emergencia.

Respuesta de los bancos centrales a la crisis del coronavirus (I)

En la respuesta a crisis sanitaria que ha desencadenado la Covid-19, los gobiernos están anteponiendo las consideraciones de salud y el control de la epidemia a las de tipo económico, lo cual parece lo más razonable de un punto de vista ético.

Indudablemente, este compromiso tendrá costes económicos y fiscales extremadamente altos. Por un lado, se producirán inéditos aumentos del gasto público (se habla de intervenciones de entre el 10 % y el 15 % del PIB) y, por otro, la parálisis forzosa y transitoria de la economía traerá consigo una severa reducción de la recaudación impositiva.  El resultado será la generación de un desajuste presupuestario de proporciones desconocidas hasta el momento.

Difícil tesitura

En principio, los gobiernos para financiar esta política fiscal tendrían que aumentar los impuestos o pedir prestado en los mercados de capital con el consiguiente aumento de la carga de deuda. En el marco de la Eurozona, esta sería una estrategia arriesgada, porque, dados las elevadas ratios de deuda (superiores al 100% del PIB en algunos casos) en muchos de los países más afectados, se correría el riesgo de desencadenar una crisis de la deuda con el consiguiente aumento de las primas de riesgo.

En este punto muchas miradas se vuelven hacia los bancos centrales y la política monetaria.

Algunos países se han planteado la adopción de medidas encaminadas a mantener ingresos de empresas y trabajadores, subsidiar gastos fijos, aplazar el pago de impuestos, proporcionar avales y conceder créditos. El objetivo más inmediato de estas medidas es evitar que se rompan las cadenas de pagos y las quiebras en cadena que, de no mediar actuaciones en esta línea, transformarían muy pronto la crisis de liquidez en crisis de solvencia. Lo que parece incontestable es que estos programas de gasto no serían viables si no cuentan con el respaldo de los bancos centrales haciendo compras masivas de bonos en los mercados secundarios.

Reacción de los bancos centrales

En la práctica, los principales bancos centrales están reaccionado con menos indecisión y más contundencia que en otras ocasiones. El BCE, la Fed o el Banco de Inglaterra, por ejemplo, han adoptado medidas que implican distintos grados de monetización del déficit público y que habrían sido impensables en otras condiciones.

En el caso concreto del BCE, las sucesivas decisiones que ha tomado suponen la práctica eliminación de todas las limitaciones a la compra de activos, lo que en la práctica le deja las manos libres para implementar sus compras de activos, lo que refuerza aún más la credibilidad del compromiso del BCE “de hacer todo lo que sea necesario”.

Esta reacción inmediata basada en la compra de activos a gran escala, en un contexto de tipos de interés muy bajos constituye un mecanismo o instrumento útil de estabilización económica. En concreto, permite a los gobiernos emitir deuda a largo plazo a bajo coste y reducen la volatilidad de los mercados.

¿Se puede ir más allá?

Sin cuestionar la pertinencia, utilidad y eficacia de esta estrategia basada en la compra de activos a gran escala, tampoco cabe descartar que resulte insuficiente. No en vano, se ha paralizado una parte muy importante de la economía y la circulación de dinero ha interrumpido brusca y gravemente. Además, esta ruptura de los canales normales de transmisión de la política monetaria se verá exacerbada a medida que el colapso económico repercuta en los bancos y en el sector financiero en general. A todo ello hay que añadir que en un contexto de elevada aversión al riesgo y una baja propensión a consumir e invertir, no es previsible una normalización de la situación en un horizonte temporal próximo.

En estas circunstancias extremas se ha reabierto un debate académico en el campo de la economía que parecía haberse cerrado hace tiempo: la posibilidad de que los bancos centrales financien directamente las transferencias que realizan los gobiernos, intervención conocida comúnmente como "helicóptero monetario". Volvemos sobre ello en la segunda parte de este artículo. @mundiario

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