¿Qué puede ocurrir tras el giro de la política monetaria norteamericana?

Reserva Federal. / Mundiario
Reserva Federal. / Mundiario

El pasado miércoles, la Reserva Federal subió un cuarto de punto el tipo de interés de referencia. Es la primera subida en siete años y supone un giro en la política monetaria del país más influyente del mundo.

¿Qué puede ocurrir tras el giro de la política monetaria norteamericana?

El pasado miércoles, la Reserva Federal subió un cuarto de punto el tipo de interés de referencia. Es la primera subida en siete años y supone un giro en la política monetaria del país más influyente del mundo.

Cabe preguntarse lo que el cambio de estrategia de la Fed puede significar para la economía USA y para la del resto del mundo. Antes de nada, conviene relativizar la subida. La política monetaria continúa siendo extremadamente laxa (el tipo medio pasa del 0,125% al 0,375%) y su efecto sobre inversión y consumo apenas se notará en el corto plazo. De hecho, las decisiones sobre tipos de interés suelen tardar hasta 18 meses en trasladarse a la economía real.

Los porqués de la subida

Como es sabido, la recesión de la economía USA duró solo dos años, 2008 y 2009 precisamente por la drástica respuesta de su banco central, presidido entonces por Ben Bernanke. La zona euro, con una política monetaria parsimoniosa y una obsesión por el recorte del gasto público, la evolución resultó más precaria, con decrecimientos del PIB en 2012 y 2013 y un crecimiento posterior inferior al norteamericano. En 2015, el crecimiento en Estados Unidos será alrededor del 2,5% mientras que en Europa se quedará en torno al 1,5%.

Los datos internos en la economía USA preludiaban la medida: cerca del nivel de pleno empleo, venta de automóviles en máximos, precios de inmuebles igualmente en valores récord. Son indicadores que señalan al riesgo de un posible recalentamiento aun cuando la inflación se mantiene en valores mínimos. Otro factor que hacía ineludible la subida era el largo período de tipo cero en vigor. O bien se comienzan a situar los tipos en niveles superiores o dejarán de ser un instrumento a utilizar en caso de posible recaída futura.

De hecho, la política expansiva de la Fed se ha mantenido durante tanto tiempo por razones externas: parco crecimiento de la zona Euro, amenaza de parón de la economía china y caída del precio del petróleo. Pensemos que China es el tercer país importador de productos procedentes de Estados Unidos, solo por detrás de los países con los cuales comparte frontera (Canadá y México) y doblando la cifra de importaciones del cuarto país, Japón.

Consecuencias del giro

La consecuencia inmediata de la subida de tipos en Estados Unidos será la restricción, mínima en este caso, del dinero en circulación por el mayor coste del crédito. Esto retocará la previsión de crecimiento, pero no lo hará, desde luego, en proporciones relevantes.

Otra consecuencia directa será el aumento de la demanda de dólares. De hecho, la devaluación del resto de monedas del planeta frente al dólar se ha producido ya en los meses anteriores durante los que la medida se descontaba. Un dólar más fuerte facilitará las importaciones USA y dificultará las exportaciones, con lo cual el saldo de comercio exterior tenderá a ser más deficitario para Estados Unidos. Por el contrario, la zona Euro se beneficiará de esta medida.

Otro efecto directo se producirá en los precios del petróleo y las materias primas que tenderán a bajar ante un dólar más fuerte. Esto no es una buena noticia para los países emergentes que llevan sufriendo en sus cifras de crecimiento la evolución desfavorable de los mercados de commodities.

La cuestión crítica radica en la senda de las posteriores decisiones de la Reserva Federal. Según su presidenta, Janet Yellen, el incremento de tipos será gradual y cauteloso. Así lo anticipan los mercados financieros de futuros, que prevén un tipo de referencia en torno al 0,75% para finales de 2016.

La subida de tipos parecía ineludible pero también resulta incuestionable que los próximos movimientos han de ser extremadamente prudentes. Por un lado, porque la inflación, como decíamos, continúa por debajo del 2%. Y por otro lado, el decoupling con las políticas monetarias de Europa, Japón o China, que ahondarán en su política monetaria expansiva, podría provocar tormentas en los mercados financieros que nadie desea.

Quizás la única apuesta segura sea que la incertidumbre continuará presidiendo la economía del planeta en 2016.

 

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