La privatización de empresas públicas en España, un capitalismo mal entendido

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno. / Mundiario
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno. / Mundiario

En los diversos sectores empresariales de un Estado una cosa son los monopolios empresariales y otra cosa distinta es el mercado liberalizado, abierto a la creación de empresas.

La privatización de empresas públicas en España, un capitalismo mal entendido

Los Estados de Europa, después de haber creado empresas que a la largo de su vida dan unos jugosos beneficios, no tienen porque vender las empresas. Sobre todo si están en sectores liberalizados, abiertos a la iniciativa y empresa privada. Durante el gobierno del presidente Aznar les entró a los llamados economistas neoliberales un ansia privatizadora obsesiva que no sufrieron otros países de nuestro entorno como Francia, Alemania o el Reino Unido. Esos países de la UE no siguieron esta nefasta política económica: desprenderse de buenas empresas con beneficios, que se les dieron al sector privado para realizar el mismo servicio a superior coste para garantizarse enormes dividendos.

PP y PSOE lo vendieron casi todo, basados en la idea de los neoliberales de que “el sector privado gestiona mejor que el sector público”. Los gobiernos del PP+PSOE vendieron las mejores empresas públicas “joyas de la corona”, no así la Renfe (ferrocarriles) o Hunosa (minera), que dan pérdidas.

Las privatizaciones empezaron con los gobiernos del presidente Felipe González durante 14 años y siguieron con los de Aznar. El presidente Aznar ingresó el 2.5% del PIB por las privatizaciones durante los años 1997 y 98, entre otras Repsol, Telefónica y Argentaria.

¿Empresas públicas o empresas privadas?

Hay una eterna discusión sobre lo que es mejor para la sociedad, que las empresas sean del estado o de los particulares.

¿Son más rentables las empresas privadas?

No necesariamente, depende de para quien. Para los presidentes y consejeros es mejor ser empresa privada donde se marcan los grandes salarios y bonus que desean, pero no es mejor para los ciudadanos, ya que si una empresa privada tiene pérdidas puede cerrar, por el contrario, una empresa pública productiva puede subsistir, además en épocas de crisis las empresas públicas pueden aumentar el personal para paliar el desempleo, esperando tiempos mejores.

Las empresas públicas tienen el control del gobierno en cuanto a su dirección consejo, control, y en cuanto a nombramientos y salarios, más bajos que en el sector privado.

Curiosamente, muchos de los presidentes y consejeros de las empresas públicas pasaron después de las privatizaciones a distintas empresas privadas. Además últimamente, los políticos salientes sobre todo ministros, encuentran acomodo en las empresas privadas, donde perciben grandes sueldos.

En España desde el inicio de la democracia en 1976 se han privatizado gran cantidad de empresas públicas. Unas 100 empresas se han vendido por 30.000 millones de euros, sobre todo las que tenían unos grandes beneficios anuales, dejando sin privatizar las que tienen pérdidas.

Algunas forman actualmente parte del IBEX-35 con beneficios anuales de 12.000 millones de euros al año.

Entre las de mayores beneficios estaban las “joyas de la corona”: empresas como Repsol, Telefónica, Endesa, Gas Natural, Argentaria, Seat, Indra, Red Eléctrica, Retevisión, Cepsa. También fueron privatizadas entre otras Iberia, Ena, Transmediterránea, Serranito, Ence, Altadis, Casa, Enatcar, Aldeasa, Aceralia, Elcano, Izar, Barreras, Cope, Ebro, Santa Bárbara.

Además se han liberalizado, para que la empresa privada pueda competir en igualdad de condiciones, gran cantidad de sectores antes restringidos: eléctrico, hidrocarburos, telecomunicaciones, agua, correos etc. Y se anuncian, aunque con la boca pequeña, los sectores de sanidad, educación y servicios sociales.

Quedan en poder del estado, sin privatizar: Aena, Loterías (Lae), Correos, Paradores, Ferrocarriles, Red Eléctrica (el 20%), Iberia (2.4%), Airbus (4%), Ebro Food (10.2%), Hispasat (7.4%), Enagás (5%) y la Sepi con Hunosa y Navantia.

Se han privatizado los grandes empresas productivas rentables, sin embargo actualmente existen 4.000 nuevas empresas públicas que ya deben 52.000 millones de euros, supone un gran despilfarro para el estado obligando al gobierno a imponer a los directores un máximo salarial de 105.000 euros al año.

La gran mayoría de ellas fueron creadas en las Comunidades Autónomas, empresas no productivas, según el gobierno sobran casi todas, algunas tienen más consejeros que empleados, en su mayoría refugio para empleados enchufados de los partidos políticos.

¿Fue mejor privatizar las grandes empresas públicas?

A primera vista la mayoría de la sociedad diría que no. El Estado puede ser tan buen gestor como la empresa privada, tenemos ejemplos apropiados en la sanidad pública. ¿Es acaso mejor ser tratado por los médicos de la privada que los de la pública? Seguramente la mayoría diría que no.

¿Estarían mejor gestionadas las grandes empresas públicas productivas en manos privadas?

Si resulta que los gestores han sido los mismos de antes, parece que no.

¿Estarían mejor las grandes empresas productivas en manos del estado?

Parece que sería lo mejor, los beneficios reportarían a la sociedad y no a los capitalistas, muchas veces externos al país.

¿Fue acertado vender las empresas públicas productivas con grandes beneficios, gastar los cuartos en gasto improductivo del gobierno y comunidades, para después montar empresas públicas improductivas?

La mayoría diría que no fue acertado. Pongamos el ejemplo de Loterías del Estado. El Gobierno de Rajoy ha querido privatizarla, pero se ha encontrado con el escollo de una bolsa baja, no hay mercado, por lo que su privatización no lograría en los momentos actuales venderse por su verdadero valor, ha sido aplazada la privatización. Ahora bien, ¿qué prisa hay en querer vender una empresa como Loterías que deja unos sabrosos beneficios anualmente al Estado? Sería privatizar una renta anual: “pan para hoy, hambre para mañana”.

¿Estaría mejor gestionada si fuese privada?

Pensamos que no, dejaría los beneficios para sus accionistas y el Gobierno gastaría el importe de su venta en gasto superfluo.

Pero se puede ampliar este supuesto: ¿qué pasaría si se privatizase la enseñanza?

Seguramente los cursos universitarios se terminarían pagando por unos precios prohibitivos para la gran mayoría, como sucede en Estados Unidos.

O también, ¿qué pasaría si se privatiza la sanidad?

La cosa parece clara, se terminaría por que tener que pagar un seguro privado, tal como sucede también en Estados Unidos. A largo plazo las clases medias y bajas tendrían enormes dificultades para poder pagar estos servicios que hoy gestiona el Estado de manera brillante.

Conclusiones
> Los ministros del Gobierno deben pensar en el bien de los ciudadanos, no dejarse llevar por las ideas de la lacra neo-liberal de reducir el tamaño del Estado.
> En los sectores liberalizados entran en competencia, tanto nacional como internacional, las empresas públicas con las privadas. 
> Las empresas públicas son igual de eficientes que las privadas. El mercado obliga a que los gestores sean eficientes.
> Solo deberían privatizarse las empresa públicas en pérdida continuada, pero seguramente el sector privado no querrían hacerse cargo de ellas, pensemos en los sectores construcción naval o minero.

 

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