La presión de la inflación ya está en el ambiente económico

Fragmento de la portada del libro Biden y el legado de Trump. / Mundiediciones
Fragmento de la portada del libro Biden y el legado de Trump. / Mundiediciones
La llegada de Biden a la Casa Blanca supone un giro para la economía. El nuevo programa de financiación y gasto se ha incrementado notablemente.
La presión de la inflación ya está en el ambiente económico

Empezamos a ser alertados de que la retirada progresiva de estímulos a la actividad económica podría presionar hacia un repunte de la inflación. Los responsables de las instituciones monetarias (Banco Central Europeo y Reserva Federal Norteamericana) tratan de hacernos ver que “no van a cambiar sus estímulos por un despegue de los precios que todos los expertos consideran temporales”. Pero el ruido existe y no se sabe cuál va a ser, en los próximos días, el volumen y la tendencia de las compras de deuda de los gobiernos.

Está claro que habrá un repunte estructural de la inflación. No solo por los propios ajustes estadísticos al proceder a compararlo con el año precedente, caracterizado por el confinamiento (descenso de demanda) y la paralización de producción (shock de oferta).

Las condiciones post-Covid nos encaminan hacia una nueva normalidad de las actividades, donde cabe esperar una recuperación económica. En esta tesitura, las palabras de la presidenta del Banco Central Europeo, Lagarde, aportan dosis de convicción y certidumbre cuando manifiesta “el apoyo de las políticas servirá de puente en la pandemia hasta la recuperación”. Por eso, se contemplan presiones bajistas sobre los salarios y todavía subsisten cuellos de botella en el abastecimiento de ciertos bienes. Las actuales subidas de precios en los mercados de materias primas y de ciertos bienes tienen explicaciones relacionadas con los anteriores efectos de la pandemia; y, en consecuencia, se afirma desde la FED, que los riegos de una espiral alcista de los precios son remotos.

Dos lecturas de la inflación

La preocupación por la inflación tiene dos lecturas. La primera, es la que se efectúa en los hogares. Aquí, se piensa que es deseable una estabilización de los precios; esto es, una situación en la que no merme la capacidad adquisitiva real y disponible. La otra, es la que defienden los economistas y los legisladores, que prefieren un incremento anual en torno al 2%; pues, de esa manera, se reducen los riesgos de que una crisis económica pueda provocar un espiral deflacionista (caída de precios) que arrastre a un descenso del gasto, de los salarios y eleve el endeudamiento. Tesis que se suele denominar “el peligro de la japonización”.

De cara a lidiar con esta coyuntura, es preferible asumir ese riesgo de sobrecalentar un poco la economía, que quedarse cortos en términos de crecimiento

Con la llegada de Joe Biden, a la Casa Blanca, la economía ha dado un giro. El nuevo programa de financiación y gasto se ha incrementado notablemente. Dicho “tsunami de liquidez” unido al ahorro forzoso durante la crisis del coronavirus, las posiciones bajas de los tipos de interés y la aplicación de estímulos agresivos sobre la economía, auguran un incremento potencial de la demanda. Queda por encajar si el aumento acelerado del gasto está siendo acompasado con la capacidad de la economía para ofrecer bienes y servicios; y, evitar, bajo esas circunstancias, caer en lo que se viene a denominar “el peligro de la autocomplacencia” de los legisladores y políticos, en el sentido lograr absorber gran parte de liquidez y velar por el correcto funcionamiento de los mercados.

De cara a lidiar con esta coyuntura, es preferible asumir ese riesgo de sobrecalentar un poco la economía, que quedarse cortos en términos de crecimiento. La mayor parte de los economistas e instituciones mantienen que, todavía, existe una holgura considerable para actuar; pero, sobre todo, para seguir estando vigilantes respecto a la inflación. @mundiario

Comentarios