El Popular pierde otro 14% de su valor en Bolsa y ya es un 63% en el año

Emilio Saracho (de pie), presidente del Banco Popular. / Twitter
Emilio Saracho (de pie), presidente del Banco Popular. / Twitter

Los mercados responden con pánico a sus últimos anuncios y los de Emilio Saracho continúan su desplome en la sesión bursátil de este lunes.

El Popular pierde otro 14% de su valor en Bolsa y ya es un 63% en el año

La Bolsa sigue cebándose con la deplorable situación que atraviesa el Banco Popular y este lunes las acciones del mismo se derrumbaron en un 14%, sumándose al 38% que habían perdido la semana pasada. Las sesiones del jueves y el viernes dejaron caídas que superaron el 17%, cifras históricas para la entidad. La acción se cotiza a 35 céntimos, justo en pleno huracán de rumores sobre el destino de la entidad. Emilio Saracho, presidente de la entidad, convocó para este lunes a una reunión con el Banco Central Español a fin de analizar las posibles válvulas de escape a una situación fuera de control, citó El País a sus fuentes competentes.

De entrada, los intercambios invitaban a pensar en un alza, hasta del 3.8%, aunque ese tímido repunte duró lo que un suspiro. Con un precio tan bajo cualquier mínimo movimiento sacude las placas tectónicas de los mercados. La volatilidad están en su punnto más alto. El banco va en caída libre en un precipicio del que no se vislumbra el fondo. A los 17.9% del jueves y el 17.4% del viernes, se suma este lunes una caída de algo más del 13% para la mitad de la sesión.

A inicios de año, el título inició a 0.95 euros. A estas alturas, seis meses después, está a 0.35 euros, es decir, un 63% menos. Tan solo la semana pasada la caída sumó casi un 40%. De los 3.800 millones de capitalización bursátil a inicios de año apenas hay ya 1.500 millones y el Popular es a estas alturas la empresa menos valorada en el Ibex, y con distancia.

Dentro de las explicaciones para este derrumbe está su pobre situación financiera. Con una alta exposición a activos tóxicos inmobiliarios, el banco se dejó perdidas de 3.485 millones de euros el año pasado. Esas cifras tan pobres, y su ampliación de capital de 2.500 millones el año pasado sirvió solamente para diluir el precio de sus títulos, y el banco se ha puesto a la venta, consciente de que una nueva ampliación sería un rotundo fracaso. Muchos de los grandes bancos ya merodean las cuentas de los de Saracho, pero de momento no hay ninguna oferta contundente ni vinculante. En todo ese ir y venir de números y rumores, los directivos de la entidad anunciaron la semana pasada que extenderán el período para la presentación de ofertas hasta el 30 de este mes, es decir, 20 días más de lo que habían planeado oficialmente. En los mercados aquello se tomó como una indirecta de que nadie está interesado en rescatar el maltrecho barco.

En el banco se niegan a dar nombres de compradores y se limitan a asegurar que el proceso de venta sigue abierto. "Se está avanzando en la presentación de ofertas en firme, que después tendrían que ser sometidas a la aprobación del Consejo de Administración y la junta de accionistas", apuntan fuentes internas a El País. En caso de que al final nada les parezca adecuado, los directivos del banco estarían dispuestos a una nueva ampliación de capital e incluso de retirar inversiones de activos no estratégicos.

A la prórroga al plazo de presentación de opciones se unió este mismo miércoles una declaraciónd el Mecanismo Único de Resolución Bancaria (MUR) en que recordó que también pueden optar por una intervención. La consecuencia directa en la Bolsa ha sido un unísono ataque de pánico tras los números del jueves y el viernes y su réplica de este lunes.

La suspensión de cotización, sin embargo, no cuenta para este caso. Sebastián Albella, presidente de la CNMV, avisó la semana pasada que, por defecto, "al mercado hay que dejarle que funcione". El Gobierno, de momento, tan solo se limita a confesar que se encuentra en paz "ante cualquier eventualidad" que tenga que ver con el sexto banco del sistema. Las autoridades confían en que el sistema financiero del país es "extremadamente sólido", por lo que su situación se expandirá a otras organizaciones, puesto que el banco de hecho pasó con buenas notas los exámenes de estrés realizados a la banca.

El Banco Popular, como sea, continúa su descalabro. La entidad sigue sin encontrar el rumbo para retomar su antiguo cauce. La llegada de Emilio Saracho a su jefatura se vislumbraba como un intento desesperado por salvar lo que Miguel Ángel Ron había dejado en ruinas. Experto en la banca de negociación, Saracho no ha sabido dirigir la crisis y ahora el banco se empieza a quedar sin esperanzas de salvación.

Dentro de todo su caos, tan sólo ha encontrado algo de apoyo en el Grupo Luksic, una familia chilena que compró a principios de mayo el 3.017% del capital el banco. En Chile aquella decisión fue bastante criticada y cuestionada, pero al grupo parece convencerle de que el banco saldrá de su crisis sí o sí.

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