Los pescadores, raza a extinguir por la vía de los hechos, tienen los años contados

Un barco de pesca. / gondan.com
Un barco de pesca. / gondan.com
Y si se acaba la pesca, habrá que inventar algo de lo que morir (aunque ya no sea por efecto del mercurio de los grandes migradores)...
Los pescadores, raza a extinguir por la vía de los hechos, tienen los años contados

Silencio. Éste existe en cámaras especiales. Pero en poco tiempo ese silencio ansiado por algunos, predicho por otros, será realidad en un espacio que hoy conocemos como "aguas profundas". Tales aguas son aquellas a las que, de momento. no han llegado las redes de fondo de los arrastreros, pero que la codicia humana baraja como objetivo inmediato en su afán de extraer minerales y combustibles fósiles que, aún habiéndolos actualmente en tierra, se agotan y se quieren reponer.

No importa la profundidad. Saben que pueden llegar con sus máquinas, con sus taladradoras o perforadoras: aguas profundas, a más de 500 metros de tirante de agua; ultraprofundas, a 1.500 metros. El mineral, el combustible buscado, están ahí, al alcance de la mano en las cotas de América, en el Atlántico europeo y africano. Lo que importa no es la biomasa de peces en su cada vez más reducida presencia en el mar por la sobreexplotación y los ruidos submarinos; interesa el silencio que sigue a la explosión o al ruido del rotor que hace que, desde una plataforma, los mástiles de perforación busquen gas y petróleo. El combustible solo importa a determinados países, los que no pueden acceder a esta fuente de riqueza se limitan a conceder permisos de explotación aún a sabiendas de que se quedan sin peces para comer o comerciar. El combustible que se encuentra en pozos submarinos está en la diana de los bancos y países que no quieren perder sus reservas. Es el agua con la que sacian su sed de dinero. No les importa el metano ni el dióxido de carbono con los que matar poco a poco a la Humanidad. Y de paso se elimina a los incómodos vecinos de la zona litoral de la Tierra, que no hacen sino gastar dinero en campañas de pesca que solo interesan a los pobres (los ricos comen otras cosas. O se permiten el lujo de no comer, en la aplicación de dietas milagrosas que recetan médicos de grandes clínicas de adelgazamiento.

No. Se busca el silencio de los fondos marinos, tras el balbordo de la extracción de petróleo y gas, de mineral, sin importar las consecuencias del fracking. Y si estorban los especies marinas, se las elimina y "aquí paz y en el cielo chorizos", como decía mi viejo amigo Ventura Novo, que entendía como pocos de nitrato amónico y sulfatos. 

Los pescadores, raza a extinguir por la vía de los hechos, tienen los años contados. La propia Unión Europea agradecerá que desaparezcan del continente europeo. Se gastará menos de lo que invierte en el sector pagando a países terceros por pescar. Y si se acaba la pesca, habrá que inventar algo de lo que morir (aunque ya no sea por efecto del mercurio de los grandes migradores).

Lo lograrán. El silencio, digo. Hay futuro. Sí. @mundiario

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