A este paso, en España ni siquiera la Agencia Tributaria se salva de la corrupción

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

La pieza clave del Estado para combatir el fraude fiscal, que durante años tuvo un comportamiento digno, se mete ahora en el campo embarrado de la corrupción generalizada. Desolador e indignante.

A este paso, en España ni siquiera la Agencia Tributaria se salva de la corrupción

La pieza clave del Estado para combatir el fraude fiscal, que durante años tuvo un comportamiento digno, se mete ahora en el campo embarrado de la corrupción generalizada. Desolador e indignante.

Hablemos claro. España es un país que está hasta arriba de dinero negro, lo que merma la recaudación del Estado, sin que éste haga mucho evitarlo. Como ya hemos visto en verano, la economía sumergida alcanzaría el 21% del Producto Interior Bruto, según el miembro del Consello de Contas de Galicia Xesús Palmou, e incluso podría ser superior si le hacemos caso al Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, que lo eleva al 23%. En el mejor de los supuestos, supone un montante que supera los 210.000 millones de euros; es decir miles y miles de millones que se mueven, por tanto, al margen de la fiscalidad y que le cuestan a cada español que paga impuestos unos 1.900 euros al año. Dicho de otro modo, muchos de los recortes que se han hecho en educación o sanidad no habrían sido necesarios si el Estado se ocupase de recaudar todo lo que debe ingresar.

Pues bien, hoy toca hablar más claro todavía: ni siquiera Hacienda está ya al margen de la corrupción en España, si por ello también entendemos la limpieza ‘étnica’ que convierte a las víctimas de la Agencia Tributaria en verdugos. Tremendo.

De entrada, todo parece indicar que hay altos cargos que han presionado al cuerpo profesional de inspección para anular o aparcar una sanción a la multinacional cementera Cemex. Lo que le faltaba al país: la larga mano de los políticos corruptos metiendo mano en la Agencia Tributaria para que una empresa que simulaba pérdidas ficticias no pagase todos los impuestos que debía. La sanción recurrida era de hasta 450 millones de euros. Por lo demás, de Hacienda y de Nóos –léase la princesa Cristina y Urdangarin-, mejor ni hablar.

¿Resultado? El anterior director de Inspección de la Agencia Tributaria, Luis Jones –número tres de la Agencia-, está en la calle, una vez que fueron a por la inspectora del llamado ‘caso Cemex’. A Montoro, que es el máximo responsable político de todo este lío, no se le ocurre mejor cosa que acusar a los directores de Hacienda dimitidos de ser socialistas. ¡Menuda provocación, ministro!

La situación de la corrupción en la España de Rajoy es alarmante, como subrayan todas las encuestas, hasta el punto de situar el problema como el segundo más grave, tras el desempleo, pero esto de llevarse por delante el prestigio y la independencia de la Agencia Tributaria supone una ampliación de la quiebra del sistema. Quienes actúan así, no sólo están defendiendo intereses espurios, sino que parecen querer fomentar la insumisión fiscal.

Sólo cabe pensar que el Congreso aclare y depure la situación, y ojalá que esta vez no esté mezclado en semejante escándalo el principal partido de la Oposición. Y no tanto por defender su dañada honorabilidad, sino porque si el partido de Rubalcaba se calla no nos enteraremos de nada. Como en tantas otras cosas en las que el PSOE cacarea, pero no utiliza todos los resortes de la Oposición.

En Venezuela, que fue una democracia de cierta calidad en los años setenta, la corrupción se apoderó de los dos grandes partidos –COPEI y Acción Democrática-, cuya demolición dio paso a la llegada del populista Hugo Chávez. Tal vez España, por pertenecer a la Unión Europea, no llegue a semejante extremo, pero ya no anda lejos de que el caldo de cultivo sea el mismo. Algunos que tanto homenaje rinden a Nelson Mandela, después hacen justo lo contrario de quien acabó con el régimen racista del 'apartheid'. @J_L_Gomez

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