Otra Europa es posible, también otra España

Ursula von der Leyen. / RR SS
Ursula von der Leyen. / RR SS
A España se le presenta otra oportunidad de aprovechar los fondos europeos para desarrollar su economía mediante un nuevo modelo productivo, basado en la industria. Es un buen momento para ir pensando en proyectos viables que encajen con la nueva filosofía económica de la UE.
Otra Europa es posible, también otra España

El fondo de recuperación para Europa está lejos de ser una realidad –falta un acuerdo del Consejo Europeo y de los parlamentos nacionales– pero no por ello es menor su importancia económica, al menos a medio plazo. Es tal su potencial financiero –750.000 millones de euros– que resulta imposible subestimarlo, del mismo modo que en su día se puso en valor la dotación del fondo de rescate (Mede), con 540.000 millones de euros. Sumadas ambas cifras superan el valor de toda la economía española en un año y, lo que es más importante, su capacidad de movilizar recursos podría superar los tres billones de euros, casi tres veces el PIB español. Palabras mayores.

Por primera vez habrá una gran emisión de deuda en manos de la Comisión Europea, que viene a ser el órgano ejecutivo de la UE, cuya financiación ordinaria procede de los estados miembros en función de su PIB. Por tanto, en este caso, la emisión de deuda será respaldada por un presupuesto común que a su vez depende de los socios europeos. No es una mutualización de la deuda pero se le parece bastante, ya que nadie compraría esa deuda si no supiera que en el fondo la avalan países como Alemania y Francia. La reciente comparecencia de la canciller Angela Merkel y del presidente Emmanuel Macron no fue casual.

Dos terceras partes de todos los recursos se invertirán sin aumentar directamente las deudas nacionales y la tercera parte se plasmará en créditos. En ambos casos, los objetivos serán marcados desde Bruselas bajo la idea de reforzar la industria en Europa, que dejará de ser solo una potencia comercial para convertirse también en una potencia económica.

A la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, le corresponderá, por tanto, una gran tarea de dirección económica de Los Veintisiete, al tiempo que la presidenta del Banco Central Europeo, la francesa Christine Lagarde, mantendrá intacto su poder financiero en los 19 socios de la eurozona. Si bien su base territorial no es aún común, la coordinación entre Ursula von der Leyen y Christine Lagarde será crucial, ya que juntas podrán activar más de 3 billones de euros –tal vez incluso 4 billones–, siempre que los Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca dejen de poner palos en la rueda. Son recursos que superan con creces el 20% del PIB de la Unión Europea.

Para llegar hasta el final habrá que sortear muchos trámites y desactivar las posiciones más intransigentes de Holanda, Dinamarca, Suecia y Austria; nada que Alemania y Francia no puedan conseguir, si se ponen  manos a la obra. La otra cara de la moneda serían los países del sur –encabezados por Italia y España– y, a otro nivel, el Parlamento Europeo, que había propuesto dotar el plan con hasta dos billones de euros, casi el doble de la cifra puesta sobre la mesa por Ursula von der Leyen.

Los primeros fondos, de escasa cuantía, podrían liberarse antes de que acabe este año, pero el grueso no llegará hasta 2021. Con los baremos propuestos, a España podrían asignarse 77.324 millones de euros en ayudas y otros 63.122 millones en préstamos. Los proyectos beneficiarios del fondo de recuperación para Europa estarán ligados al turismo, el comercio, el automóvil, la construcción, el transporte, la digitalización, las energías renovables, la energía y las industrias intensivas. Al fin, otra Europa será posible. También otra España. @J_L_Gomez en @mundiario

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