El ingreso mínimo vital se convierte en un instrumento para la igualdad

ingreso-minimo-vital (1)_opt
Ingreso Mínimo Vital.

Estos días se escuchan y leen en toda España numerosas opiniones sobre el Ingreso Mínimo Vital (IMV) aprobado por el Congreso de los Diputados, con ningún voto en contra y la abstención de Vox.

El ingreso mínimo vital se convierte en un instrumento para la igualdad

Mucho han hablado ciertos políticos de la derecha (que últimamente parecen extrema) de que era una medida comunista, peronista, bolivariana… y esa medida es la que tienen Alemania, Francia, Euskadi y casi todos los estados europeos, ninguno parece bolivariano. Muchos políticos del actual parlamento deberían cuidar más sus intervenciones y entrevistas, ya que crispar al pueblo no conduce a mejorar la convivencia. Lo que no hacen es buscar soluciones a la pérdida de trabajo, soluciones de futuro para la nación. Por ejemplo, fomentando en todo el estado la renovación de maquinaria moderna o el aumento de la industria 4.0 con maquinaria que fabrica el País Vasco financiada por el ICO a interés cero con varios años de cadencia.

Ahora los extremistas citados, al ver el apoyo popular (teniendo en cuenta que casi todos somos asalariados y si lo perdemos no tenemos nada) han decidido estar de acuerdo con el ingreso mínimo. Matizan que se desincentiva la búsqueda de empleo, que hay mucha picaresca, que una vez pasada la pandemia se anule, pero la realidad es que si no hay trabajo hay que dar de comer a los pobres, que son honrados, posiblemente más que muchos ricos. Recordemos la parábola: "Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo”.

Los mal pensados, los mismos de antes, dicen que “cuanto peor mejor”. Lo peor sería caer en revueltas por no poder comer. Algunos despotrican contra los inmigrantes, que no trabajan, que viven de los subsidios, pero nada más lejos de la realidad.

¿Qué conclusiones podemos sacar de su aplicación en el País Vasco?  En Euskadi la RGI (Renta de Garantía de Ingresos) se puso en marcha el año 1989. En el año 2015 había 66.000 perceptores de la RGI. En abril de este año han bajado  53.200. Supone 37 millones de euros al mes. Una pareja sin trabajo con un hijo recibe 985,41 euros, pero esto parece que no invita a las personas a vivir de la sopa boba, parece mejor trabajar y ganar más cuartos, siempre que exista empleo. Curiosamente el 64% de las personas que lo cobran son vascos (muchos con una pensión muy baja) y el resto de países sudamericanos, africanos (apenas 10.000), asiáticos, etcétera.

Los inmigrantes en el País Vasco son más de 241.000, casi un 11% de la población total, casi todos con un trabajo estable. Euskadi los necesita para construir el futuro: realizan trabajos que los de aquí no quieren, aportan casi el doble de lo que reciben, ayudan al consumo, pagan impuestos, financian parte de las pensiones, ayudan a aumentar la natalidad en una población envejecida.

Resumiendo, bienvenido sea el ingreso mínimo vital y que se mantenga en el tiempo para aquellas personas que por diversos motivos no tengan ninguna posibilidad de obtener recursos de subsistencia. La solidaridad, la generosidad es necesaria en estos tiempos convulsos, tiempos de robotización, informatización, industria 4.0. Industria inteligente que elimina numerosos puestos de trabajo no especializados, donde precisamente arraiga más la pobreza, por eso la RGI vasca es un ejemplo a seguir en todo el estado. @mundiario

Comentarios