Ni España se hunde ni está tan mal, aunque no sea el país de las maravillas de Lewis Carroll

Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.

Por eso, toca empezar enero con buen ánimo, abandonando el pesimismo que, después de la crisis, forma parte del paisaje nacional. Tiempo habrá para la depresión.

Ni España se hunde ni está tan mal, aunque no sea el país de las maravillas de Lewis Carroll

El  ex presidente del Gobierno dejó algunas frases para la historia, entre ellas aquella que pronunció cuando desde la oposición y desde algunas otras instancias le acusaban de ser víctima de un optimismo antropológico. "El pesimismo no  crea empleo", sentenció Rodríguez Zapatero.

Tenía razón. El pesimismo no solo no crea empleo, sino que es corrosivo, destruye cualquier brote de alegría e ilusión que todos deberíamos tener por el hecho cierto de que el sol sale una mañana como esta para alumbrar un nuevo día y un nuevo año que nos ofrecen un sin fin de posibilidades y oportunidades.

Pero somos así y pasadas las fiestas vuelve el decaimiento general de ánimos. Da la impresión que la estirpe de los “pesimistas antropológicos” tiene fijación con la Ley de Murphy o que disfruta leyendo el opúsculo de Paul Watzlawick "El arte de amargarse la vida", que relata como muchas personas se desmoronan y amargan al primer contratiempo.  

Es verdad que el optimismo no da de comer pero a diario, dice la psicóloga María Jesús Álava, "no podemos vivir sin ilusiones, ni tomar lo que nos ocurre con un sentimiento muy trágico, con mucha inflexibilidad", porque las cosas no son solo blancas o negras, hay gradación de colores. A veces, añade esta experta, de problemas sencillos hacemos cuestiones gravísimas y casi nos regodeamos con lo que nos causa dolor en lugar de enfocar nuestra mente a buscar la forma de superar las dificultades.

Sobre todo después de la crisis, el pesimismo forma parte del paisaje nacional  y se concreta en gestos, miradas y expresiones que denotan moral de derrota. Y estamos equivocados porque, salvadas las excepciones de las personas que lo está pasando mal o muy mal, que son muchas, no es razonable que los demás sigamos quejándonos teniendo más de lo que necesitamos. España, dice John Carlín, es un país en el que llama la atención la propensión de sus habitantes a quejarse teniendo una calidad de vida que es la envidia del mundo. Sin entrar en detalles, ni estamos tan mal, ni España  se hunde, aunque este no sea el país de las maravillas de la Alicia de Lewis Carroll.  

Por eso, ahora toca empezar enero con buen ánimo, tiempo habrá para la depresión. Circula por Compostela una furgoneta rotulada en ambos costados con una leyenda que deroga la ley de Murphy: "si algo pode saír ben, sairá ben. O mellor está por chegar”. Es un mensaje positivo y ojalá sea como el presagio de un año venturoso para todos.

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