Netflix, cuando el arte de hacer televisión rompe las cadenas del dinero

Netflix.
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Series como The OA o Stranger Things reflejan lo que es la plataforma: la antítesis y perdición de los métodos tradicionales de la televisión. Hollywood empieza a perder su brillo.

Netflix, cuando el arte de hacer televisión rompe las cadenas del dinero

En el primer episodio de The OA una joven mujer invita a un grupo de adolescentes a una casa abandonada a medianoche. El grupo no sabe por qué están allí, lo único que saben es que cuando la mujer desapareció hace siete años, estaba ciega y ahora su vista se ha recuperado. Iluminados por las candelas, la mujer empieza a contarles su historia. Llegará un punto, dice, cuando ellos entiendan por qué han sido reunidos, “pero tendrán que confiar en mí mientras tanto”. Entonces, los lanza a un cuento que es tan fantástico que es difícil distinguir si es una profeta de otra dimensión o una alocada que ha perdido toda razón.

The OA, una serie originalmente lanzada por Netflix el 16 de diciembre es un thriller creado por Brit Marling y Zal Batmanglij. No es precisamente algo tradicional. Durante ocho horas, la serie tiene un poco de drama familiar, ciencia ficción y horror, mezclados con elementos de romance y cuentos de época. Los personajes principales no son introducidos sino hasta la cuarta hora. Algunos episodios durante más de 60 minutos; hay uno que apenas y llega a poco menos de 30. Lo único constante en este proyecto son los temas cautivantes y el increíble poder transformador de los libretos.

Previo a The OA, Marling y Batmanglij colaboraron en películas independientes. Después de reunirse con estudiantes de la Universidad de Georgetown (Washington, D.C.), la pareja juntó un presupuesto bajo pero suficiente para producir las películas Sound of my voice (2011) y The East (2013).

Eventualmente llamaron la atención de programadores del Sundance Film Festival. El guión de The OA tomó tres años en ser terminado. En lugar de hacer una serie de televisión, pensaron en hacer ocho horas de material. “El servicio de transmisión por Internet nos lleva a cualquier parte pues no hay reglas”, dice Marling, quien también interpreta a Prairie Johnson, el personaje principal. “Todas las cosas que son poco usuales para formatos largos emocionan a Netflix”, prosigue.

Netflix está empezando a asemejarse a una utopía de programación –una proposición inusual para lo que es la esencia de la televisión global. Haber construido una base de suscriptores de 83 millones de cuentas en 190 países los ha llevado a derrochar dinero en contenido original, como The Crown, que está ya entre las producciones más caras de la historia.

Mientras las voces creativas en los canales tradiciones se están dejando llevar por la publicidad y los ratings, Netflix ofrece a los escritores y directos un basto campo de autonomía. Una producción de ocho horas como The OA no encontraría espacio en un canal donde el ritmo de programación es dictado por la necesidad de mantener a las audiencias enganchadas por medio de los anuncios. Netflix no se basa en las estrictas reglas de mercadeo de la televisión. En lugar de afiches y pancartas, esta serie fue anunciado con un cautivante trailer días antes de su lanzamiento, ganando de forma automática varias comparaciones con Stranger Things, el gran acierto de la plataforma en el verano.  La empresa tiene fe en el potencial viral de un programa, lo cual es bueno pues la publicidad es de boca en boca en redes sociales.

Al igual que el prestigio, series como The Crown, que apunta a un espectro más amplio de su base de simpatizantes, Netflix está invirtiendo en programación para el paladar de segmentos específicos de sus consumidores. Más de 15 canales rechazaron Stranger Things porque los directivos se molestaron por el atractivo de un guión centrado en un grupo de niños. Es difícil imaginar a su hermana Master of None, una insólita comedia sobre las experiencias de un inmigrante en Nueva York, o BoJack Horseman, una animación sobre un humanoide con problemas de autoestima, encontrando lugar en otra empresa. Liberados de las demandas de dólare sen publicidad, Netflix puede darse el lujo de invertir en proyectos como estos.

Para actores y directores jóvenes, Netflix es el prospecto tentador de creatividad, libertad y grandes audiencias. Hollywood, en cambio, está perdiendo su brillo. @hmorales_gt

 

 

 

 

 

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