Jóvenes que alcanzan la meta de una buena formación ven que detrás está el vacío

Manos de jóvenes. / Archivo.
Manos de jóvenes.

Es un drama que el país se muestre incapaz de buscar acomodo digno a la juventud que está llamada a garantizar el futuro de la sociedad, destaca este autor.

Jóvenes que alcanzan la meta de una buena formación ven que detrás está el vacío

Es un drama que el país se muestre incapaz de buscar acomodo digno a la juventud que está llamada a garantizar el futuro de la sociedad, destaca este autor.

"Muñecas de cristal" es el título de la obra teatral con la que el guionista y escritor Antonio Gómez Rulfo debutó en el teatro Azarte de Madrid a primeros del mes de junio en la que las actrices María Prendes, Marta Donamaría y Teresa Yoldi escenifican el encuentro de tres jóvenes amigas que tiene lugar cuando cae la noche en una playa solitaria. Allí,  con el murmullo de fondo de las olas del mar y bajo la luz de la luna en una deliciosa noche veraniega, se ponen a pensar y hablar de sus vidas, de su inestable realidad familiar, de qué hacer al acabar los estudios…

 A lo largo de esas horas, las tres amigas comparten alegrías y tristezas, disfrutan y sufren, se deprimen y muestran el lado más optimista. Una de sus preocupaciones es el futuro que se les niega en un país confuso, que está experimentando grandes cambios políticos, económicos, laborales y sociales, en el que reinan el paro y la corrupción y es incapaz de abrirles horizontes de futuro para su emancipación y realización profesional y personal. Ellas saben que les esperan un  mercado laboral hostil, con empleos temporales y precarios que no les sacarán de la pobreza y, por tanto, tardarán en poder emprender sus proyectos vitales y familiares.

Esto mismo es lo que constata el Consejo de la Juventud de España que la semana pasada dio a conocer los datos del Observatorio de Emancipación que analiza las condiciones sociolaborales de los jóvenes en lo referente a empleo y vivienda.

Según el Informe correspondiente al cuarto trimestre de 2014, el 80,4 por cien de los jóvenes gallegos menores de 30 años -en España el 78,5- no pueden marcharse de la casa de sus padres debido al paro que les azota y a la precariedad laboral y salarial cuando encuentran un empleo, que no les permite el acceso a una vivienda mediante compra o alquiler. Más de la mitad de la población menor de 30 años que trabaja está subocupada, con contratos temporales, jornadas a tiempo parcial y en muchos casos realizando tareas por debajo de su cualificación formativa.   

Esta es la realidad cruda de una legión de jóvenes capacitados que comprueban desolados como, alcanzada la meta de una buena formación, detrás está el vacío. Todos ellos, representados por las protagonistas de la ficción teatral, forman la grey de “muñecas de cristal” del país que se muestra incapaz de buscar acomodo digno a la juventud que está llamada a garantizar el futuro del propio país.

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