La mitad de las familias de Costa Rica están sujetas a la informalidad financiera

Oficinas del BCR.
Oficinas del BCR.

"Una situación de este tipo amplía la brecha social y la desigualdad que vivimos, la cual se acrecienta día con día en el país", según explica este profesor de San José (Costa Rica).

La mitad de las familias de Costa Rica están sujetas a la informalidad financiera

Bancarizar es llevar a una familia de la informalidad financiera a la formalidad, es permitirle tener una cuenta o registro bancario permanente en algún agente del sistema bancario nacional. Algo que para quienes tienen una cuenta corriente, cuenta de débito o crédito, en un banco público o privado o una cooperativa o mutual, pareciera una situación trivial, lo anterior es hoy en el 2013, imposible para el 50% de los ciudadanos. Es decir, más de la mitad de las familias costarricenses se encuentran en una condición de informalidad financiera, lo que  amplía la brecha social y la desigualdad que vivimos, la cual se acrecienta día con día en el país.

Es comprensible que los bancos privados asuman un criterio de cliente y lleven el tema de la bancarización hasta dónde su curva de costo beneficio les sea rentable, pero y para los bancos públicos o de desarrollo, será que su criterio será el mismo, existiendo ciudadanos de primera, segunda y tercera clase, a pesar de tener ganancias multimillonarias, como lo fue en este recién pasado 2012. Ciertamente, la función de la banca es intermediar de forma adecuada recursos financieros y favorecer un aumento en el ahorro y la inversión nacional a un costo razonable. Sin embargo, para el 50% de los costarricenses son ciudadanos invisibles para gerentes, ejecutivos y directores bancarios, todos ellos con un discurso social y político, pero sin una verdadera consciencia de su función pública.

Las consecuencias de todo este desequilibrado sistema financiero es que para esa mitad de la población los créditos son de interés altísimo, las garantías son duras y dolorosas, muchas veces asociadas con mafia o préstamos con condiciones inhumanas, el más duro de los préstamos es aquel que no se hace, es decir, las personas no pueden alcanzar sus sueños. Además, no existe un historial crediticio que garantice ventajas de ahorro y de crédito para la construcción de una vivienda o financiar micro-empresa o capital de trabajo para un ejercicio independiente de sus oficios. Ni que decir de acceder a un tratamiento dental, una operación de emergencia o simplemente poder viajar para despedirse de un familiar muy querido. No es entonces el salario del gerente o de sus ejecutivos lo que hace del país un país desigual, es el sentido inadecuado que le damos a la banca pública, lo que ha provocado esta gran brecha social y de exclusión.

Ahora bien, la solución es poder construir como país un propósito para bancarizar a nuestros ciudadanos, con nuevos instrumentos inteligentes como las tarjetas, la identificación o cédula, la elaboración del carné del seguro social con expediente electrónico e inclusive, las tarjetas de pago electrónicas para servicios como el autobús o los pagos del café y el pan en la famosa pulpería. No deberíamos permitir que termine esta década sin haber logrado, como se logró electrificar el 99.9% de nuestras viviendas con energía eléctrica, haber bancarizado al 100% de nuestros ciudadanos. Si pensamos en el futuro, debemos darle un propósito distinto al funcionamiento de nuestra banca pública o de lo contrario, "de que nos sirven los molinos si no tenemos viento".

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